Con todo y que tuve que insistir a la secretaria para que me otorgara los documentos antes de irse, logré conseguir lo que tantas energías me hizo gastar.
Después de todo, conseguí las respectivas copias de nuestros expedientes.
Debido a que tenía demasiadas tareas que hacer ese día, si quería tener tiempo para conversar con Kim Seokjin debía apresurarme con las mismas.
No tuve tiempo para visitar el gimnasio y entregarle los documentos a Yoongi. Y seguro que él tampoco estaría a disposición para recibirlos, considerando que sus prácticas de baloncesto era mucho más pesadas. El equipo se preparaba físicamente para la siguiente competencia.
Entonces le envié un mensaje, haciéndole saber que le entregaría los documentos en la noche. Obviamente no recibí una respuesta, pero al menos ya le había informado.
~
Mis manos empezaban a doler por moverlas demasiado al escribir; mi espalda pedía a gritos caer sobre mi cama; ah, y las gomitas de oso ya se habían terminado.
Eran más de las siete de la noche y yo aún continuaba con los pendientes de la semana. Si bien no todos estaban programados para el día siguiente, terminarlos tan pronto me fuese posible era necesario, debido a que quería estar libre de tareas durante el fin de semana, pues mi primer día como voluntaria en el invernadero estaba por llegar.
Hyori, quién también estaba en la habitación, permaneció durante un tiempo realizando sus tareas también, hasta que dejó de prestar atención a sus cuadernos y se centró en teclear en su celular y reír hacia el dispositivo.
No podía culparla por prestar mayor atención hacia su celular, porque yo estaba comportándome de la misma manera. Bueno, en realidad solo lo tomaba con mucha rapidez cuando éste recibía una notificación, siempre con la esperanza de encontrarme con un mensaje de Kim Seokjin.
Sin embargo, con cada oportunidad fallida, comenzaba a perder las ilusiones de verlo otra vez durante el día. Bien podía ser yo quién enviara el mensaje, pero tal vez no recibiría respuesta; a lo mejor Seokjin también estaba demasiado ocupado con sus asuntos.
— Unnie, debo salir. Tengo algunos asuntos que resolver, así que no te preocupes por mí si llego un poco tarde — informó Hyori.
¿Qué razones podía tener para salir durante la noche y tardar tanto tiempo? Sinceramente no quería averiguarlo, así que le hice saber que estaba bien.
Esperar y esperar; cada minuto que pasaba era más como una hora. Cada letra como mil palabras. Cada respiro como toda una vida.
De nuevo estaba yo, una Lia que pocas veces había aparecido, rogándole al universo recibir siquiera una señal de vida. O tal vez, solo tal vez, una señal que me hiciera borrar los pensamientos en los que Kim Seokjin y otra chica estaban disfrutando probar los labios del otro.
Con todas las tareas finalizadas, al fin, y las esperanzas casi al borde de la extinción, dieron las diez con cuatro p.m..
«¿Podemos vernos ahora?»
Por enésima vez en toda mi vida, creía fielmente en que toda espera valía la pena.
Sin pensarlo dos veces, salí del dormitorio para dirigirme al lugar del encuentro. Ese que ahora tenía su propio sentido especial.
Como se había convertido en costumbre, Seokjin estaba en el lado contrario al que yo estaba acostumbrada a ocupar. Pero, a diferencia de otras veces, él miraba en la dirección a la que yo estaba llegando, para luego arrodillarse en el asiento y descansar sus codos en la orilla superior del mismo.
No había visto un gesto similar en él así. Cuando reposó su menton contra las palmas de sus manos y sonrió con tal calidez, sentí que podía permancer mucho tiempo de pie, observándole.
— Hola, Min Lia — saludó.
— Hola, Kim Seokjin.
Tomé asiento justo frente a él, pero manteniendo una distancia prudente entre ambos. Hacía un frío incesante, y lo único que pude hacer para conservar el calor fue llevar mis rodillas hacia mi pecho y abrazar mis piernas.
— ¿Qué es lo que querías decirme?
Seokjin no respondió inmediatamente. En cambio, sacó de su bolsillo una caja de peperos, la abrió y la acercó a mí, ofreciéndome un bastón de galleta con sabor a té verde, mismo que recibí agradeciéndole.
— Eres bastante buena.
— ¿Disculpa?
— En la improvisación... Tu actuación de hoy fue bastante buena. Me extraña un poco que no te guste participar demasiado en la clase.
Me ruborizé un poco, casi imperceptible. — Bueno, nunca he sido buena para estar frente a tantas personas.
— ¿Es eso, o no quieres opacar a los demás con tu talento?
Bueno, entonces me ruborizé en demasía. Para ocultarme, o al menos intentar, cubrí mis pómulos con mis rodillas. Una acción poco efectiva, porque Seokjin rió suavemente, seguramente porque lo notó.
— No creo ser muy talentosa para el teatro. Con respecto a la actuación de hace un rato, solo... Surgió.
— También eres modesta, ¿A que sí? —. Reímos un poco.
Hicimos algunos comentarios más sobre la clase, y luego nos quedamos unos segundos en silencio; mientras yo miraba los alrededores y comía el resto del pepero, Seokjin me miraba. Lo supe cuando mis ojos encontraron los suyos.
— ¿En qué estás pensando?
— Intento descifrarte.
— ¿Descifrarme? ¿Qué has descubierto hasta ahora?
— Que eres fanática de los peperos.
Al principio no comprendí, pero al percatarme de que no quedaba ni un solo pepero en la caja, deseé con todas mis fuerzas que la Tierra me tragara y me escupiera en Neptuno. En ningún momento ví a Seokjin comer uno solo, y tampoco supe cómo ni cuándo ocurrió, pero seguro que yo me había terminado todos los bastones, sola.
— ¡Ay, por Dios! L-lo siento tanto, yo- — sin saber cómo, estaba ya en la misma posición que Seokjin, inclinándome ligeramente para disculparme por haber terminado con sus peperos.
Pero entonces, Seokjin comenzó a burlarse. Cuando mi expresión pasó a ser una de completa confusión, él volvió a colocar el resto de peperos en la caja; había ocultado los bastones sin que yo lo notara.
— Tranquila, no los terminaste, aún.
Lo fulminé con la mirada — Já, já, já. Qué broma tan graciosa — sarcástica.
Volvió a reír — Pero, hablando en serio, en realidad descubrí lo mucho que te gusta desafiar a las personas.
— ¿Ah, sí? — afirmó — Y, según tú, ¿A quién me gusta desafiar?
— Esa chica, Minji. Parece que te divierte lidiar con alguien como ella.
Con un chasquido de lengua por delante, reí. — Si por mí fuera ya la habría golpeado.
— ¿Y por qué no lo has hecho?
— No me gusta romper las reglas.
Fue el turno de Seokjin de reír con ironía. — ¿Oh, en serio? — confirmé — Entonces sí te encanta desafiar a las personas, ¿No?
— ¿Qué comes que adivinas? — respondí con astucia.
— Desafíame entonces.
ESTÁS LEYENDO
RULES BREAKER [KSJ]
FanfictionEn una academia de arte de Seúl, en la que no hay regla más importante que «no involucrarte con un universitario», Min Lia estaba completamente decidida a seguir aquella regla. ¿Qué podía ser más difícil que eso para una estudiante modelo como lo er...