Capítulo III

56 23 5
                                    


[Pov: Zoe]

¿Acaso me estoy volviendo loca? Llego a casa, dejo mis cosas y me dispongo a cambiarme para comenzar a navegar por mis redes sociales, canales aleatorios, páginas web de moda... Y me encuentro con que mi cerebro se va por la vía bromista y decide ponerme en plan de esquizofrénica.

-¿Hay alguien ahí? _reparo mi perfecta habitación, en busca de la persona que acababa de hablar_

Me encojo de hombros, quizás fue producto de mi imaginación, como ese destino tan hermoso donde Rivers desaparece de la existencia y yo soy feliz por siempre con Byron. Vuelvo a mirarme en el espejo y retrocedo varios pasos al darme cuenta que la persona que se refleja no soy yo. ¿Dónde está mi bella figura?

-Hola, Zoe _inquiere una chica muy parecida, digo parecida porque como yo no hay ninguna, soy única... Por no decir perfecta, divina, inigualable, incomparable y más deseada del mundillo donde me tocó vivir_

-Estoy loca, solo esto me faltaba. Imaginar que una mala copia mía me habla. A ver, ¿quién es el chistoso que se instaló la pantalla verde en mi casa y osó emplear Photoshop en mi perfecto cuerpo para poner esta copia barata que ni a los talones me llega aquí? Si tienes la cámara escondida, déjame decirte que no me resulta gracioso. _Hablé intencionalmente en voz alta y sin un ápice de estar divirtiéndome con todo esto. Cerré y abrí los ojos con la esperanza de que al abrirlos solo se viera mi perfecto reflejo, pero una vez más me equivoqué. Y me creía yo que solo era una tonta broma_

-No estás loca, Zoe. Soy real, Tú eres tú, y yo soy yo. Pero eso no quita el hecho de que yo sea tú, y tú seas yo. Así de simple _las palabras de la desconocida frente a mí me dejaron desconcertada y confundida. No estoy de humor para filosofía sobre "ser o no ser", Shakespeare ya dejó bastante de eso en clases de Literatura_

-¿Quién eres tú y qué quieres de mí? _pregunté. La chica sonrió a la vez que ladeaba la cabeza imitando un gesto inocente que lejos de parecerme común, me inspiraba malas vibras_

-Soy Sieglinde Evans _musitó, mientras enrollaba en sus dedos su cabello rubio, que de lejos es inferior al mío_

-Que nombre tan horrible, para eso ni te hubieras presentado. "Desconocida" o "Copia inferior" te quedaban mejor.

-Puede ser, pero al menos yo no tengo el ego tan grande que me nubla la vista, Zoe. Ni parezco un reloj de arena a punto de impedir el paso de los granos de polvo. _sentenció. ¿Se está burlando de mí? Se está burlando, lo está haciendo_

-Al menos yo no parezco una vagabunda harapienta que busca parecerse a alguien superior. Como yo, por ejemplo.

-A leguas puedo notar tu negligencia. Te falta humildad, carisma, personalidad... Eso es lo único que quiere ese al que tanto le hueles el zapato como cachorro abandonado. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que comenzaste con esa costumbre de pararte frente al espejo y confesar lo basura que te sientes cada día o la frustración que te persigue cuando no logras lo que quieres. Yo he estado ahí cada vez que lo haces, nadie te conoce mejor que yo.

-No te van los juegos mentales ni la psicología inversa. Deja el negocio, morirás de hambre.

-Hubiese sido lo mejor en algún momento de mi vida, pero no me lo permití y gracias a eso es que tú estás ahí, disfrutando de tu vida tal cuál es. No sabes lo que es vivir sin lujos y luchar por mantenerse día a día. Esa ignorancia es lo único que hace que tu orgullo se eleve por los cielos y mires a todos por sobre tu hombro, creyendo que eres alguien inaudito cuando solo eres una persona más. ¿Te has parado a pensar en qué hacen esos que no tienen lo mismo que tú? ¿Cómo viven su día a día? ¿Cuánto les cuesta sonreír? _me sermoneó, y para colmo, mirándome con compasión, ¿qué se cree? No necesito su tonto monólogo. Iba a responderle, pero no me dejó siquiera hacerlo_ No, no lo sabes _respondió ella misma a sus preguntas_ No necesitas excusarte, Zoe, te conozco bien, y sé lo que pasa por tu cabeza. Eres necia y terca, es mejor adiestrarte con hechos que con palabras.

-¿Me estás llamando animal?

-Se supone que eso eres.

-Graciosita me saliste...

-Bastante, a decir verdad. Me puedo dar el privilegio de reírme de ti sabiendo cómo eres, cómo actúas, cómo vives. Porque a diferencia de ti, yo logré lo que quería y nunca dependí de los métodos que crees efectivos. No necesité de humillar a nadie, ni de creerme superior a nadie. Solo fui yo misma y eso es lo que me hizo ser quien soy. Ni las mil y un cirugías que te hagas, o las mil mentiras que sueles decir a la cara de otros, nada de eso te hace una persona. Estás vacía, Zoe.

Juro que quiero rajar ese espejo por la mitad. ¿Quién se cree esta... cualquiera, para venir y decirme mis verdades, así como así? No necesito de sermones ajenos, yo sé cómo soy, sé lo que quiero y puedo hacer y sé cómo me comporto. Sus palabras ya van sobrando.

Me disponía a largarme de allí, no quería seguir escuchando a un producto de mi imaginación repetirme lo que día a día me planteo cuando regreso de clases. Sin embargo, antes de que pudiese dar siquiera el segundo paso, algo tiró de mi mano y me arrastró. No hice algo más que gritar ante el acto repentino y para cuando me di cuenta, estaba de nuevo frente al espejo, mas no era el mismo espejo que vi en mi habitación, este estaba sucio, lleno de telarañas y quebrado en algunas zonas. Observé a mi alrededor. ¿Dónde estoy? Esta habitación es pequeña, oscura, fría y bastante solitaria, sucia tal cual el espejo y apenas puedo ver mi nariz frente a mis ojos. Por otro lado, una vez regresé mi vista al espejo y aprecié mis vestimentas, aquella extraña volvió a aparecer... Que va, era yo. Y ella estaba usando las ropas que yo poseía instantes antes... y estaba en mi habitación... ¿Qué está pasando aquí?

Redención✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora