Capítulo XIII

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[Pov:Zoe]

Aún podía recordar el rostro del duque al ser regañado por su madre como niño pequeño, sin duda, algo que recordaré por siempre. Claramente el hombre de mierda andante no se quedaría con las ganas de desquitarse conmigo por lo sucedido en su habitación, así qué, me encuentro una vez más cuidando a su familia paterna en los establos de la mansión. No me importa tener que pasarme el día entero con los equinos. Ya había logrado vengarme de él. Terminé con mis tareas antes de lo previsto, me encaminé a mi habitación y suspiré resignada, aún no me acostumbraba a tener que compartirla. Las demás sirvientas se encontraban cuchicheando entre ellas, solo dios sabrá de qué.

-Sieglinde, ¿qué tal estaba la cama del duque? _preguntó una de las castañas que se encontraban presentes. Fruncí el ceño ante el tono que utilizó. Enarqué una de mis perfectas cejas y sonreí de lado_

-Eso no es algo de tu incumbencia, deberías preocuparte más por arreglar tu cabello. Hasta un nido de pájaros está menos enredado _Cuestioné, desde ayer están haciendo ese tipo de bromitas sin sentido. En este siglo se ve muy mal que las chicas solteras duerman en las habitaciones de los hombres, ¿a quién en su sano juicio se le ocurriría que yo tendría algo con alguien tan narcisista como Maximilian?_

-¡Pero qué te pasa! _espetó. Decidí ignorarla ya que ni siquiera es digna de dos minutos de mi tiempo. Me volteé, pero el cometario de otra de las extras hizo que detuviese mi andar_

-Déjala, Camila, no ves que desde que se acuesta con el duque sus ínfulas de grandeza han aumentado_

Mi propio cuerpo actuó como si tuviera vida propia. ¡¿Cómo osa decir qué yo tuve sexo con semejante ególatra?! Mi mano impacta en su mejilla haciendo un ruido sordo en la habitación, las demás chicas se quedaron en shock por tal acto. Levanté mi mentón y salí de la recámara. Estaba enojada, muy enojada. Es absurdo. ¿qué mujer podría tener algo con él? Ok, tengo que admitirlo, Maximilian no es nada feo, su parecido con Byron descarta por completo que posea alguna imperfección en el rostro, de ser así jamás mis hermosos azules se hubieran posado sobre él. Como si lo hubiera llamado con mis pensamientos lo veo en el jardín leyendo el periódico. Parece concentrado en lo que hace, sonríe de lado, al parecer leyó algo gracioso. Algo dentro de mí me gritaba que tenía que molestarlo, últimamente se ha vuelto mi pasatiempo favorito. Tomé una de las piedras que se encontraba cerca y se la lancé. Al parecer mi puntería el día de hoy no es la mejor, una vez la piedra lo golpeó se quedó inmóvil en el lugar, el periódico cayó de sus manos y unos minutos después siguió los pasos del papel. Mi intención era molestarlo, no lastimarlo hasta ese punto. Caminé hasta él sin demostrar un ápice de preocupación. No pude contener las carcajadas al ver donde impactó la piedra. El duque de mierda, al cual por cierto pude haber dejado sin descendencia, sostenía su entrepierna. Me atrevería a asegurar que no respiraba. Me arrodillé y coloqué su cabeza en mis muslos.

-¿Le duele mucho? _pregunté con evidente burla. Me observó con su cara de mierda, literalmente. Desajusté el cuello de su camisa para que respirara mejor. Quité el pañuelo de mi cabeza, despeinando mi cabello. Lo pasé por su rostro. El duque me observaba con una mirada que no pude descifrar. A una velocidad impresionante quedó sobre mí. Sujetó mis manos para que no pudiera moverme_

-Sieglinde  _Susurró muy cerca de mi rostro. Mi corazón comenzó a latir más rápido de lo que debería con su cercanía. ¡Maldito él y su parecido con Byron! El grito de la cigüeña desentonada nos sobresaltó a los dos, sin embargo, ninguno se movió del lugar. El duque no dejaba de mirarme como si fuera yo la solución a todos sus problemas_

-¡¿Cómo pudiste caer tan bajo, Maximilian?! _espetó la payasa sin talento con indignación. Si supiera que lo único que provoca su hijo en mí, es risa. Mis ojos azules se encuentran sobre la mierda paralizada y él continuaba mirándome_

-¿Podría levantarse? _le pregunté casi en un susurro para evitar que la duquesa nos escuchara. Él negó. Estaba rojo, muy rojo. ¿Lo habrá avergonzado que su madre lo viera conmigo? ¡Estúpido! Debería sentirse halagado de que le dirija la palabra siquiera_

-No puedo, mi pantalón se rompió _Dijo en un tono más bajo que el que yo utilicé antes. Intenté por todos los medios no reírme de su situación, pero no lo logré. Las carcajadas salieron de los más profundo de mi ser. Maximilian me fulminó con la mirada. Mordí mi labio inferior para evitar que la risa continuara saliendo, él fijó sus ojos en mis labios_

-¡Maximilian II Fleminguer Hermenstan! _Gritó la duquesa recordándonos su presencia. ¿Cómo es posible qué se me olvidara que se encontraba observándonos? Max se levantó del suelo y retiré la mirada de su figura al percatarme que, efectivamente, su pantalón había quedado destrozado. Me levanté minutos después que él. Hice una mueca al percatarme que no solamente el pantalón del duque de mierda había salido perjudicado con nuestra caída. Mi vestido pasó a ser gabardina. Me cubrí lo más que pude, él al notar mi incomodidad se quitó su chaqueta y la colocó sobre mis hombros. Para empeorar la situación toda la servidumbre había salido de la casa por los gritos de la urraca_

-¡No es lo que parece! _Gritamos ambos a la vez. La duquesa hizo una mueca de horror y colocó su mano en su pecho de manera dramática. Mi madre observaba la escena desde la lejanía. Maximilian y yo, nos observamos agotados. Si hubiera sabido que una simple pedrada ocasionaría todo esto me hubiera quedado con las ganas de molestarlo. Suspiramos profundamente, él observó a su madre entre cansado y aburrido. Ambos comenzamos a caminar lejos del ser insoportable que tiene por madre. Caminamos uno al lado del otro. ¿No podía tomar otro camino? Tenía que ir justamente por el que elegí yo. La duquesa lo sujeta por la mano y mi madre también hace lo mismo conmigo, llevándonos a ambos en direcciones diferentes.

 

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