Capítulo XL

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Zoe;

Camino por los pasillos del palacio de forma pausada, permitiéndome observar las pinturas, adornos e incluso el color de las paredes. ¿Por qué no había notado la belleza que se encuentra a mi alrededor? Quizás sea por estar tan ocupada logrando descubrir el misterio que rodea a mi madre y al rey Archer. También estaba todo el tiempo con Maximilian. Mi labio inferior tiembla, las ganas de llorar surgen y niego internamente, tardé más de media hora en cubrir las ojeras y la palidez de mi rostro como para echar a perder mi maquillaje llorando por alguien que no vale la pena; además se lo prometí a mi madre. Elegí un vestido rojo que posee un escote bastante revelador y el corsé se ajusta a mi cintura. Doy leves toques en la puerta y Agatha es la empleada que abre la puerta. Abre la boca con sorpresa, yo también estaría sorprendida si viera a alguien tan hermosa como yo vestida de forma exquisita. Todos los empleados detienen sus labores, incluida mi madre para observar mi entrada triunfal. El guardia que antes solía estar pegado a mí me devora con los ojos, tal acto provoca la mirada furiosa de Maximilian. ¡Qué se joda! El rey sujeta la silla para mí, después de pedirme que me sentara a su lado; lo cual fue de mi total desagrado, ya que significaría estar frente con frente con el duque.

-Es un gusto ver que ya te has recuperado. _Agrega la duquesa, rompiendo el ambiente de tención que se había formado con mi llegada. Sonrío con fingida alegría, mi enfermedad no era del todo mentira, los últimos días he estado algo indispuesta del estómago.

-Gracias, duquesa, fue un martirio estar encerrada; me aterraba muchísimo perderme la boda más importante de este siglo. _Musito con ironía, ironía que solo es captada por Maximilian y mi madre; siendo ellos conocedores de mi forma de ser. Llevo una copa de agua a mis labios y relamo estos. Las charolas con la comida entran en el amplio comedor y siento unas terribles ganas de vomitar; quizás no estoy del todo bien. Masajeo mis sienes y lucho por no salir corriendo del lugar; debo mantener la compostura y divertirme un rato con el sarcasmo que muy pocos entienden. No me gusta que mi madre me esté sirviendo, mientras yo me encuentro en sentada sin mover un dedo. Lizzabetta abanica su rostro, y Maximilian no deja de observarme. Las ganas de vomitar, gracias al olor de la comida no cesan; me veo en la obligación de imitar la acción de la futura reina con complejo de bombillo_

-En unas horas pasaremos al gran salón, espero no te encuentres tan indispuesta para asistir al último baile de Lizzabetta como princesa y mujer soltera. _inquiere el rey, colocan el plato de comida delante de mí y todo malestar es remplazado por el hambre; devoro la comida en segundos. Mi madre sonríe gustosa, no comía con tanto apetito desde hace varios días. Debo tener fuerzas, no voy a dejar que Maximilian me vea destruida_

La cena transcurre con lentitud y cada segundo que pasa, mi malestar incrementa. ¿Qué me sucede? Ya me había enfermado del estómago en varias ocasiones en la época actual y jamás había tenido tanto malestar. Los sirvientes recogen los platos y yo estaba a punto de ayudar a mi madre, de no ser por la mano del rey Archer sobre la mía; el cual negó frenéticamente. Frunzo el ceño, sin embargo, mi madre me sonríe desde la distancia para que no me preocupe. Todos salen del comedor y el rey me pide la mano para entrar a mi lado. ¿No le da vergüenza que lo vean con una criada? Puede que no parezca una, pero los soy. No quiero pensar mal, pero todas sus acciones me llevan a hacerlo. Una vez entramos al lugar, los presentes en la sala comienzan a aplaudirnos. El olor a comida, bebidas y la música me marean, definitivamente tenía que haberme quedando en mi recámara. ¿Cómo serán mis días en la mansión Fleminguer cuando Maximilian no se encuentre? Puedo decir que estos últimos meses he vivido como una joven adinerada, sin embargo, jamás volveré a ser esa tirana que miraba a las personas por encima del hombro por el simple hecho de tener más que ellos. Las dos parejas que entramos en el lugar tuvimos que inaugurar la pista de baile.

-Debo confesar que usted se ha ganado mi aprecio en todo este tiempo. _Confiesa el rey y comienzo a sentirme realmente mareada. ¿Él dijo que sentía aprecio por mí?

-Majestad. _musito no tan sorprendida_

-No me malinterprete, el afecto que siento por usted es el mismo que siento por mi hija Lizzabetta. _agrega y suspiro aliviada. Un giro después me siento realmente mareada, tanto así que me veo en la necesidad de agarrarme del monarca; este se da cuenta de mi malestar y sale conmigo del lugar. Llegamos a uno de los jardines y él va en busca de un vaso de agua para mí. Al ver que se demora voy en su búsqueda. El aire me hizo mucho bien, encuentro al rey sosteniendo una fuerte discusión con mi madre, me oculto detrás de una de las columnas y escucho con atención_

-¡Es mi hija y no permitiré que me la arrebates! _grita mi madre con desesperación, ¿cómo podría arrebatarme el rey de su lado? Es algo ilógico, no entiendo a qué se refiere_

-¡También es mi hija! ¡La tuviste alejada de mí durante toda su vida! ¡Me perdí absolutamente todo de ella por tu cobardía! ¡Estaba dispuesto a renunciar a todo si era necesario para ser una familia los tres! _espeta el rey, cada palabra que dice es un balde de agua fría para mí. ¿Él es mi padre? Ahora todo me queda perfectamente claro, este era el misterio que rodeaba a ambos. Los gritos continúan, pero yo los escucho en segundo plano. Todo da vueltas a mi alrededor y me sujeto con todas mis fuerzas a la columna. _

-¡Sieglinde! _es lo último que logro escuchar antes de ser rodeada por los brazos de alguien y caer en la inconsciencia.

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