Capítulo XXXVI

5 4 0
                                    


Zoe;

El tiempo sin la presencia de Maximilian en la mansión es realmente insoportable. Los minutos parecen horas y los días siglos. Han pasado cuatro meses desde que recibí su carta. Camino con algo de dificultad hasta la puerta de mi habitación, porque sí, ya puedo caminar. Mi recuperación fue demasiado lenta y exasperante; pero he aquí los resultados de mi esfuerzo y trabajo duro, junto al médico. Hoy me marcho al Palacio Real junto a la duquesa y mi madre. El rey exigió que ella fuera la encargada de preparar la cena de la fiesta de compromiso. La sola palabra ocasiona que sienta unas horribles ganas de vomitar. Si hay alguien que desea con todas sus fuerzas que ese matrimonio jamás llegue a consumarse, soy yo. La duquesa me regala una sonrisa sincera, sé que ha extrañado mucho a Max. Puede ser una urraca, ahora mejor combinada, gracias a mis buenos gustos; pero eso no quita que adore a su hijo. Le devuelvo el gesto, digamos que se ha vuelto más tolerable.

-Buenos días, Sieglinde, me alegra verte de pie. _Inquiere con sinceridad y asiento en completo acuerdo. Cuando comencé a dar mis primeros pasos después del accidente, me resultó imposible no romper en llanto. Los brazos de mi madre estuvieron para mí y las felicitaciones por parte de la duquesa no se quedaron detrás_

-A mí también, que no le quepa la menor duda.

Un diálogo corto, tampoco es que seamos mejores amigas. Aún sigo pensando que su falta de neuronas es contagiosa. Bajo los escaleras con cuidado y mi mamá me espera al pie de esta con una sonrisa nerviosa. No he querido atormentarla más con mis preguntas sobre el comportamiento del rey con ella durante la cena. Hace aproximadamente ocho meses que no he visto a Maximilian, y sí, lo he extrañado como jamás había extrañado a alguien en mi vida. No me avergüenza admitir internamente que he llorado algunas veces. La carta que me envió, yace bajo mi almohada. Meneo la cabeza, hace meses tenía demasiada preguntas en mi mente como para emitir una respuesta a lo que él dijo con seguridad: <<<Sí, Sieglinde, estoy completamente enamorado de ti>>> Estoy enamorada de Maximilian, y tengo claro que existen muchísimas posibilidades de terminar con el corazón lastimado; aun así, quiero intentarlo. Dejaría de ser Zoe Lewis si me rindo ante la primera adversidad. Por desgracia esa adversidad se llama Lizzabetta, sin olvidar a la duquesa por supuesto; dudo mucho que le permita a su hijo único tener una relación con la hija de su cocinera. Es cierto que está muy agradecida conmigo por haberle salvado la vida; pero dudo mucho que permita que entre él y yo exista algún tipo de relación romántica. Observo los árboles, personas, y demás. El viaje fue bastante largo. Alrededor de seis horas, incluso tuvimos que detenernos para que los equinos descansaran. Me mantuve en silencio toda la trayectoria, mi progenitora observaba el paisaje por la ventana. ¿Qué le sucede? ¿Cuál es la causa de su angustia y nerviosismo los últimos meses?

-Hemos llegado, duquesa. _Informa el cochero. Un nudo se instaura en mi garganta. Muerdo mi labio inferior, y con ayuda de mi madre, bajo las escalerillas del coche. La fachada del palacio era sin lugar a dudas, impresionante. Observo a mi progenitora con una sonrisa, no encuentro sorpresa alguna en su rostro. Meneo la cabeza, cuando estoy a punto de decir algo, escucho esa voz que acelera mis pulsaciones:

-Madre.

La duquesa camina dando zancadas hasta Maximilian, Lizzabetta se encuentra a su lado con una sonrisa de boca cerrada. Max está vestido de color gris y tiene el cabello perfectamente peinado. Casualmente, yo también opté por un vestido gris el día de hoy. Busco su mirada con desesperación, y me frustro al notar, que no piensa mirarme. Caminamos en silencio y suspiro con resignación al ver la enorme cantidad de escaleras que debo subir. Todos suben y yo me quedo abajo, los guardias ni siquiera me reparan. Entonces, alguien me extiende su mano con cortesía, me volteo y descubro que se trata del rey Archer. La duquesa, el duque, Lizzabetta y mi madre observan la escena con sorpresa. ¿Acaso es extraño que el rey ayude a una joven incapacitada a subir las escaleras? No tengo mucho conocimiento de la monarquía, aun así, un rey debe relacionarse con aquellos a los que gobierna. ¿De qué otra manera podría dirigir el reino, sino entiende a sus súbditos? Acepto su ayuda, porque en verdad mi pierna dolería muchísimo si subo todos esos escalones sin apoyarme en nadie.

-Continúen, que mi presencia no los detenga. Yo puedo ayudar perfectamente a la señorita Evans. _Musita, todos asienten y acatan con lo que pidió al pie de la letra. Él tiene mucho poder sobre las personas, ¿cómo sería yo si tuviera semejante poder en mis manos? Creo que nunca sabré eso_

-Gracias, su alteza. _Agradezco, hago una pequeña reverencia y él niega con una sonrisa. Frunzo el ceño, ¿dónde he visto esa sonrisa antes?

-No es necesario, Sieglinde. Y dime, ¿cómo te sientes? _Cuesitona y vuelvo a fruncir el ceño. ¿Por qué actúa de esa forma conmigo? Por muy amable que sea, los nobles suelen ser demasiado arrogantes con aquellos que no pertenecen a su mismo círculo social. Él único que me ha tratado bien, por así decirlo, es Maximilian_

-Bien, todavía me resulta algo difícil caminar, pero supongo que necesito un poco de tiempo. _Respondo, él asiente. Tropiezo ligeramente y el rey me sostiene con fuerza. Suspiro aliviada, maldigo al responsable del mantenimiento de ese candelabros. Por su culpa, tendré problemas con mi pierna por el resto de mi vida. ¡Genial! Nos indican nuestras habitaciones, por desgracia la de mi madre queda muy lejos de la mía.

Me doy un baño y me coloco un camisón blanco. Es bastante transparente, sin embargo, no pienso salir de la recámara en toda la noche. Leves toques en la puerta me sobresaltan. Camino hasta esta y giro el picaporte. Lo primero que siento al abrir la puerta son los labios de Maximilian besarme con desesperación, tardo unos segundos en corresponderle el beso. Sus manos me aferran a su cuerpo, el cual tiembla ante mi tacto. Escucho los latidos de mi corazón en mis oídos. Al separarse de mí puedo distinguir que tiene las pupilas dilatadas.

-Te necesito, Sieglinde.

-Me tienes, ya estoy aquí. _Aseguro, y él me regala una sonrisa. Observa lo que llevo puesto, no siento vergüenza. Maximilian me provoca demasiados sentimientos.Vuelve a besarme y caminamos hacia la cama. Coloca su cuerpo sobre el mío y yo rodeo su cuello con mis manos.

-No..._Jadeo, muerdo mi labio inferior. Nunca había sentido la necesidad de sentir el contacto de otro ser humano con mi piel, como lo estoy sintiendo ahora, sin embargo, no puedo hacer esto, no cuando él está comprometido con otra chica.

-Está bien, me conformo con dormir a tu lado, por ahora.

¿Por ahora? ¡¿Por ahora?!

Redención✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora