Capítulo XXVI

6 4 0
                                    

Maratón 2/5.

Zoe;

Abro los ojos y me incorporo en la incómoda cama. Reparo en la habitación en la que me encuentro, y no tardo mucho en descubrir que es la que comparto con las otras sirvientas. Masajeo mis sienes, ¿qué me sucedió? Los recuerdos del día anterior regresan a mi mente como si fueran las piezas faltantes de un rompecabezas. ¿Fue tanta la impresión que me causó ver a la verdadera Sieglinde con Byron? Mis manos están hechas puños, ¿lo curioso? Ni siquiera me molesta la posibilidad de que puedan estar intimando en mi antigua habitación en estos momentos, lo que realmente me enoja y mucho, es que ella tiene el control absoluto de su nueva vida; mientras que yo soy la sirvienta de una duquesa que solo espera el más mínimo desliz de mi parte para enviarme a la horca. También está Maximilian, ese duque que no soportaba y que ahora... Meneo la cabeza, ¡ni hablar! Aún no estoy preparada para admitir algo así, mucho menos después de verlo besarse con Lizzabetta. A mi mente llegan recuerdos fugaces de su rostro afligido. ¿Le importa realmente que algo me suceda? De ser así, ¿por qué compartió saliva con esa daltónica con complejo de bombillo fosforescente? Suspiro con pesadez y decido levantarme de la cama. Me sorprende que los gritos de la urraca no se escuchen por toda la casa, esa mujer ya no puede elegir un par de zapatos sin mi ayuda. ¿Qué puedo decir? Soy perfecta en todo lo que hago, y considerando que se trata de moda, puedo asegurar que no existe nadie en este siglo que pueda darle mejores consejos que yo.

-¿Sieglinde?

Frunzo el ceño al escuchar leves toques en la puerta. No tengo que ser adivina para saber de quién se trata. Conocería esa voz entre miles, ruedo los ojos ante mis pensamientos. ¿Desde cuándo soy tan poética? Tomo una bocanada de aire y abro la puerta. Maximilian tiene puesto un traje de color azul, resaltando con mayor intensidad el color de sus ojos. Podría quedarme admirando las facciones de su rostro por horas, sin embargo, obligo a mis ojos a alejarse de su figura. Repara mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies.

-¿Puedo pasar? _Pregunta y frunzo el ceño, ¿no se suponía que en su casa él entraba donde quería sin pedir permiso? Asiento y camino hasta mi cama. Mi madre debe haberse preocupado mucho, el enorme reloj en la pared me confunde, ¿dónde están todos los demás? Es el horario de descanso_

-¿Te quedarás ahí parado sin decir nada? De ser así, puedes marcharte, debo ir a la recámara de la duquesa. _Mascullo, dejándole ver el enojo que siento, ¿cómo pudo? ¿Por qué sigo dirigiéndole la palabra? No sé qué me está pasando con él, son completamente desconocidos los sentimientos y emociones que el duque despierta en mí, lo cual me asusta en demasía_

-Veo que ya te encuentras bien, sin embargo, no comprendo tu actitud tan hostil conmigo. _Musita y me cruzo de brazos, ¿no comprende mi actitud hostil? Supongo que no es de su conocimiento que yo lo vi besándose con Lizzabetta. La imagen de ellos dos sonriendo y besándose es asquerosa. ¡Me rehúso!_

-Oh..., disculpe usted, señor, debo dirigirme a su persona con más respeto y ocultar la enorme molestia que me causa que...

Detengo mis palabras, ¿qué demonios tengo en la cabeza? ¿En verdad iba a decirle que me molestó verlo besarse con su futura esposa? ¡Zoe del siglo XXI! ¿Dónde quedó la Zoe fría e inexpresiva que podía ocultar lo que realmente sentía frente a todos? Me aterra pensar que estoy cambiando y que la persona que elegí para hacerlo no es precisamente la correcta. Aunque si debo quedarme toda mi vida en un siglo completamente desconocido para mí, rodeada de hipócritas interesados, él y mi madre son los únicos seres en los que confiaría con los ojos cerrados. Maximilian enarca una ceja, espera pacientemente a que yo termine de hablar y cuando se percata que no lo haré decide hacerlo él.

-¿Nos viste, cierto? Beautiful, ¿te molestó que me besara con Lizzabetta? _Cuestiona y niego frenéticamente, ¿molestarme? Esperen, ¿él acaba de llamarme hermosa? ¡Santa madre de Dios! Mis palpitaciones se disparan al darme cuenta del término que utilizó para referirse a mí. Aprieto la mandíbula y recupero la compostura en segundos. Tengo que alejarme de él, debo hacerlo antes de que sea demasiado tarde_

-¿Acaso no te das cuenta, Sieglinde? _Camina hasta quedar muy cerca de mi cuerpo, su mano derecha sujeta mi cadera, mientras que la izquierda acuna mi rostro con delicadeza. Puedo sentir los latidos de mi corazón en mis oídos. ¿Qué me está sucediendo? Ni siquiera la cercanía de Byron lograba que mi corazón palpitara tan rápido. Observa mis labios y yo hago los mismo con los suyos. Acerca su rostro al mío, empeorando más la situación. _A la única mujer que deseo besar, es a ti. _Susurra sobre mis labios, ¿quiere besarme? ¿Lo dejaría besarme? Sus labios están a punto de tocar los míos y...

-Cariño, te traje tu dulce favorito, espero me quedara bien.

Mi madre se detiene cuando observa la situación. Max y yo nos alejamos unos centímetros. ¿Acaso existe algo más vergonzoso que el hecho de que tu madre te pille en fraganti a punto de besar al hombre con el que supuestamente no sucedería nada? Siento mis mejillas arder y en estos momentos lo único que deseo es ser tragada por la tierra. Mi progenitora carraspea y coloca la charola sobre una de las mesas.

‐Duque, podría dejarnos a solas. _Pide con respeto, Max asiente y se retira de la habitación como el caballero que es. La tención que se crea a nuestro alrededor una vez nos quedamos solas es muy incómoda. ¿Dónde están mis brillantes ideas cuando las necesito? Paso saliva con dificultad.

-¡Jamás pensé que mi hija sería capaz de mentirme! ¡¿Qué hubiera sucedido si en mi lugar los descubriera una empleada, la duquesa, o la prometida del duque?! No permitiré que cometas mis mismos errores y si tengo que poner mano dura contigo, lo haré. Prefiero que sufras ahora, y no después. _Masculla con enojo, abro los ojos en demasía, nunca había conocido esta faceta suya. Una vez más saca a relucir que no piensa permitir que yo cometa sus mismos errores. Mi lado curioso hace acto de presencia y siento la necesidad de preguntarle; pero decido mantener mi boca cerrada. Siento que de hablar ahora, mi situación empeoraría_ Desde hoy tienes estrictamente prohibido dirigirle la palabra al duque, si lo haces me temo que tendremos que marcharnos de la casa. _Asegura y el miedo que siento por sus palabras es casi imposible de ocultar. ¿Alejarme de la mansión Fleminguer, del espejo y de Maximilian? No sé que voy a hacer, pero no pienso irme de aquí y mucho menos alejarme del duque.

Redención✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora