Capítulo IX

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    [Pov: Zoe]

Un silencio incómodo inunda la pequeña y polvorienta habitación. Mi labio inferior tiembla y sigo negándome a creer las palabras que han salido de la boca de la verdadera Sieglinde, que ahora ocupa mi perfecto cuerpo. Una sonrisa se plasma en su rostro. Ahora mismo quisiera golpearla por haber provocado todo esto. Mi vida era perfecta, no necesitaba nada. Quisiera salir corriendo de ahí, pero mi cuerpo no responde ninguna de mis órdenes.

-Entiendo tu confusión, Sieglinde, pero debes afrontar tu nueva realidad. Ya conoces los riesgos de no hacerlo _Inquirió la rubia con dulzura. Estaba enojada, muy enojada. ¿Por qué demonios tengo que aceptar una realidad que no me tocaba vivir?

-¡Devuélveme mi vida, Zoe! _Espeté con evidente enojo en cada palabra. Retrocedí varios pasos al darme cuenta que la había llamado por mi nombre. La usurpadora que no sabe peinar mi hermoso cabello comenzó a reír. ¿Cómo osa burlarse de mí? Sin pensar en lo que hago impacto mi puño contra el espejo. Solo logro que se rompa un poco más de lo que estaba. La sangre brota de las heridas recién hechas por mi estupidez, por dios no soy Lizy. Yo si pienso.

-¡Estás loca! Si rompes el espejo jamás podríamos hablar de nuevo _Agrega Sieglinde. ¿Quién la dijo que quería hablar con ella? Jamás había detestado tanto a alguien.

-Estás alterada. Entiendo tu frustración, pero de nada sirve que te molestes porque eso no cambiará tu situación _Alega y desaparece de mi campo de visión. Salgo de la habitación y maldigo internamente por el dolor que me causa la herida, y si es cierto que estoy en el siglo XIX no debe haber ningún medicamento para el dolor. Trato de escullirme por el jardín, pero la urraca estaba interponiéndose en mi camino. Sé que yo soy una dramática, pero esa señora ganaría un Oscar en mi época ya que al ver una gotita de sangre caer al suelo cayó más ronda que las torres gemelas. El duque de mierda que últimamente intenta ganar mi atención, aunque finjo que no me doy cuenta, aparece para socorrer al tucán. Hoy está más colorida que nunca. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre ponerse un vestido purpura con marbellín rojo? Deberán apresarla, su mal gusto va contra las personas decente incluyéndome. La mierda andante zarandea a su madre con desespero. Trato de irme, pero él comienza a gritarme como si yo tuviera la culpa de que tenga una madre tan dramática.

-¡¿Qué le hiciste, loca de mierda?! _Espeta como sea que se llame la basura con botas y en vez de asustarme terminé actuando como loca al romper en sonoras carcajadas porque recordé el trabajo colectivo de idiotez del día anterior. Ignoro sus gritos porque en verdad me duele la mano. Mi madre, aún es un poco extraño para mí llamarla así. En mi época apenas veía a mi madre. Era un cero a la izquierda en su vida. Podría decir que no tenía. Consuela me impide entrar a la cocina porque al parecer el imbécil quiere una explicación del porqué del desmayo de esa payasa de circo desempleada. ¡Qué bueno que sea así, los niños no tienen por qué sufrir tal tortura! Camino con el mentón en alto.

-Considero una insolencia y falta de respeto haberme dejado con la palabra en la boca. He sido muy benevolente contigo. Si le llega a suceder algo a mi madre me encargaré que seas ejecutada en la guillotina a primera hora _Agrega y aprieto ligeramente los puños. ¡Será hipócrita! No soy tan estúpida como para no notar que cada vez que puede arruina mi trabajo de horas. Sé que mi comportamiento con él no ha sido el mejor, pero no es mi culpa que su excelencia sea tan imbécil.

-Su madre estará bien, solo fue un desmayo. Denle a oler alcohol y despertará como nueva. Si me disculpa tengo cosas mucho más importantes que hacer como para perder mi tiempo en reclamos sin sentido. Además, usted y yo sabemos que no ha sido tan benevolente como asegura _Le respondo con la elegancia que me caracteriza. Me iba a ir, por supuesto que lo iba a hacer, pero ese hombre se interpuso en mi camino dejándome inhalar su horrible perfume. Ok, no era para nada horrible, pero eso es algo que jamás admitiré en voz alta. Creo que me afecta mucho más de lo que pensé su parecido con Byron. Maximilian reparó mi rostro por unos minutos. Estábamos en silencio. Un silencio que estaba lejos de ser incómodo. Consuela interrumpió el duelo de miradas como solo ella sabe hacerlo. Comenzó a gritar como gallina recién sacada. El duque la miró desconcertado.

-Usted no se meta señora. Coloque su trompa en asuntos que sean de su incumbencia. Jamás vuelva a gritar de esa manera tan vulgar en mi presencia _Sermonea Max y ella se retira de la habitación con la cabeza baja. Sé que más tarde se desquitará conmigo. Debí dejar que la duquesa la colgara cuando tuve la oportunidad. A parte de narizona, entrometida.

Debo reconocer que el duque no es tan de mierda como pensaba. Puso en su lugar a esa vieja histérica. Con razón tiene tantas arrugas, maldita pasa canosa. Me estiré tanto como pude, sintiendo el sufrimiento recorrer cada parte de mi ser a medida que mis huesos crujían tras un duro día de trabajo sin descanso. Sin duda alguna, me merezco el mejor descanso de todos y pretendo cobrármelo después de que este par de indeseables me estuviese tocando las narices cada vez que podían. Me disponía a buscar mi descanso cuando escucho un bostezo realmente exagerado, me volteo y presencio como el hijo de la bruja se estiraba como se le daba la gana y golpeaba uno de los jarrones de adorno que yo con tanto trabajo había limpiado hoy. La vasija cayó al suelo, rompiéndose en mil pedazos y el agua y las flores que tenía en su interior ensuciaron la alfombra a la que le removí el polvo con todo el dolor de mi espalda. Permanecí en silencio por unos instantes en los que le veía con un tic en el ojo y el muy descarado solo se encogía de hombros y se iba por ahí con su madre a cuestas.

-¡Maldito duque de mierda! _espeté dando pisotones en el suelo con todo el berrinche que una persona puede hacer. Lo odio, lo odio demasiado, ahora tendré que reparar esa basura y poner todo en orden de nuevo. Me las va a pagar_

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