[BORN TO DIE; LANA DEL REY]
❛ 𝗱𝗲́𝗷𝗮𝗺𝗲 𝗯𝗲𝘀𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗳𝘂𝗲𝗿𝘁𝗲 𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗹𝗮 𝗹𝗹𝘂𝘃𝗶𝗮, 𝗺𝗲 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗰𝗵𝗶𝗰𝗮𝘀 𝗮𝗹𝗼𝗰𝗮𝗱𝗮𝘀 ❜
El día estaba muy nublado, por lo que decidí no salir de mi cama, tenía frío y las cobijas no estaban siendo suficientes para mantenerme caliente. Escuché que tocaron mi puerta, era Ekko.—Buenos días, payasa. — gruñí por el apodo.
—Ve a molestar a alguien más, shu! shu! largo de aquí.— le tire a la cara lo primero que encontré, que fue un vaso de vidrio. Lo esquivó y escuché el estruendo del vaso rompiéndose.
—Tú limpias, adiosito.
Me levanté enfadada de mi cama para limpiar el desastre que hice, vaya forma de comenzar el día de mierda.
Termine y me arreglé un poco, salí de mi habitación, viendo a Ekko en la mesa apuntando algunas cosas.—Sólo espero que ella no esté allí. —lo escuche murmullar.
—¿Con quién hablas? — volteó asustado hacía mi, puse mi mejor sonrisa burlesca.
—Sabía que estabas loco, pero no tanto como para hablar sólo.—Cállate, estaba repasando el plan de mañana y lo más probable es que Jinx este ahí. Prepárate.— me observó con nerviosismo.
—No puedo, sabes que no puedo, Ekko. No iré, punto final.— pase mis manos sobre mi cara, entrando en un estado de impotencia. Cada que se trata de Jinx pierdo los estribos, soy incapaz de hacer algo si ella está involucrada, soy débil e inútil con su presencia cerca. Jinx es mi debilidad.
—Tienes que superarlo, _____. —Ekko me miró con reproche. Lo miré, cerré los ojos y negué.
—Te apoyaré desde aquí, no me necesitas ahí.
Salí del lugar, dejando al albino con la palabra en la boca. Me dirigí a mi lugar seguro, una casa abandonada, era un lugar muy hermoso, lamentablemente el día de hoy no se veía tan linda debido a lo nublado de este. Se miraba deplorable y demacrado, justo como yo.
Me senté en un sillón viejo, recostando mi cabeza en el respaldo pensando en ella.
—Miren quien está aquí. — abrí mis ojos sorprendida, mi respiración comenzó acelerarse y sentía que en cualquier momento entraba en pánico. Allí estaba ella apoyada en la desgastada puerta de la vieja casa, observándome con una sonrisa lasciva.
—¿Qué?, ¿qué haces tú aquí?—tartamudeé, estaba estupefacta viéndola caminar hacia mí, con unos pasos muy elegantes y seguros. Se puso de cuclillas frente a mi, con un arma entre sus manos mientras seguía con esa sonrisa, esa sonrisa que me hacía sentir una y mil cosas.
—Observé a una ratoncita muy solita y pensé en quedarme contigo un ratito, para que no te vueles los sesos o algo así.
—Que considerada, gracias...—seguía alterada por su presencia. Al parecer lo notó por que sonrió, se levantó comenzando a dar vueltas por la habitación, viendo el alrededor y yo solo podía pensar en lo bonita que se veía. Carraspeó y escuche su voz.
—Además, necesito hablar contigo. — le dirigí una mirada confusa.
—¿De qué quieres hablar?
—Sobre Silco ¿sabías qué el sabe, que ustedes mañana van atacar su mercancía? Y una pregunta más importante, ¿qué somos?—Jinx habló tan rápido que apenas entendí, sólo descifre su última pregunta, que me dejó helada.
¿Qué somos? Más que amigas, menos que amantes, eso es seguro. Si bien tuve varios encuentros con ella, que siempre correspondía a su manera, y que estaba más que enamora de Jinx, nunca me puse a pensar si éramos algo. Ser de bandós diferentes complica las cosas mucho más.
—¿Quieres que seamos algo? — pregunté cohibida.
—Me encantaría que seamos algo. — se sentó a mi lado en el sofá con una sonrisa que se fue borrando poco a poco. — Pero... Ekko me mataría y Silco te descuartizaría, es complicado ser algo.
—Entonces aléjate de él, sabes que está mal, todo lo que te manda hacer esta mal, Jinx, mereces más. — solté bruscamente, intentando liberar el desagrado que me daba saber que ella trabaja para Silco.
—Lo sé, pero él es como mi papá, fue el único que estuvo para mi, no quiero abandonarlo. — sus palabras se escuchaban tristes y me partió el alma enterarme lo encariñada que estaba.
Escuché como las fuertes gotas comenzaban a caer en el techo de la casa, anunciando la llegada de una tormenta. Con nerviosismo acerque mi mano a la suya, tomándola y apretándola.
—Yo estaré para ti, solo tienes que aceptar y venir conmigo, podemos irnos lejos. ¿Qué opinas? — No se veía confiada pero aún así me sonrió y asintió.
Tomé su mano, arrastrándola fuera de la casa observando el cielo grisáceo que lloraba.Terminamos abrazadas con el agua cayendo sobre nosotras, empapándonos.
Me acerqué al hermoso rostro de la peliazul, con nuestras respiraciones mezclándose tomé sus labios entre los míos, sintiendo el mar de emociones que me hace sentir. Las manos delgadas de Jinx estaban en mis mejillas tomándolas con fuerza, mientras nuestros labios danzaban a un compás desenfrenado, cargado de sentimientos que no podíamos decir.Apreté mis manos en su cadera, los labios contrarios se sentían cálidos a pesar de estar bajo la helada lluvia. Una mano de la peliazul paso a mi cuello acariciando y apretándolo un poco, un jadeó salió de mi boca.
—¿Estás segura de hacerlo?—le pregunté a la peliazul, quien había puesto su cabeza en mi hombro, sentí que movía su cabeza de arriba hacia abajo.
—Quiero estar contigo, no importa si muero en el intentó. De todos modos, tú y yo estamos echas para morir.