[YOUNG AND BEAUTIFUL;
LANA DEL REY]
❛ 𝗾𝘂𝗲𝗿𝗶𝗱𝗼 𝘀𝗲𝗻̃𝗼𝗿, 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗹𝗲𝗴𝘂𝗲 𝗮𝗹 𝗰𝗶𝗲𝗹𝗼 𝗱𝗲́𝗷𝗲𝗺𝗲 𝘁𝗿𝗮𝗲𝗿 𝗮 𝗺𝗶 𝗵𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲 ❜Me hallaba en la cocina, viendo la ventaba, el día de hoy era hermoso, el cielo estaba nublado y olía a lluvia, deseaba que el diluvio comenzara pronto, para que dejara a su paso la magnifica sensación de humedad en esta caluroso verano. Seguí tomando mi te mientras observaba el patio, el césped necesita un corte, de pronto escuche pasos que bajaban las escaleras, era mi esposo.
—Buenos días, ¿qué haces despierta tan temprano?— hablo cuando estuvo a mi lado, sus delgados brazos se enroscaron en mi cintura también apoyo su mentón en mi hombro, dejando todo su peso sobre mi.
—Quería pasar mas tiempo contigo antes de que te fueras a la academia.
—Hoy es mi día libre, te levantaste por nada. — abrí mi boca sorprendida, hoy es sábado, que tonta.
—Lo olvide. — el castaño se separo de mi y aproveche para voltearme quedando delante de él. — ¿Qué haremos?
—Podemos armar un pequeño pícnic en el jardín antes de que empiece a llover o pasar todo el día acostados, tú decides. — ofreció Viktor, lo pensé un poco y decidí que el pícnic no era una mala idea.
Comenzamos a preparar bocadillos, específicamente unos emparedados de jamón, junto unos pastelillos que fui a comprar a la par del vino. Viktor coloco una manta en el césped, sentándose y acomodando todo de una forma limpia y ordenada, muy lindo siendo sincera.
Me senté frente a el, tomando las copas y llenándolas del liquido rojo purpúreo, le pase la copa a mi acompañante y este enseguida le dio un trago, me reí ya que Viktor no era bueno tolerando el alcohol y probablemente termine dormido sobre el suelo.
—Despacio velocista, si te duermes te dejare aquí y pronto lloverá, así que te enfermaras y yo no te voy a cuidar. — me observo con una sonrisa burlona.
Seguimos bebiendo hasta acabarnos la botella, también nos acabamos los panecillos que eran cómo pequeños pay de fresas. Acabamos acostados en la manta, Viktor apoyado con su antebrazo y yo con mi rostro a su dirección, viéndonos mutuamente, su mano se posó en mi mejilla, cerré los ojos al sentir su cálido tacto.
—¿Me seguirás amando aunque ya no tenga nada más que mi alma adolorida?— abrí mis ojos de nuevo por su pregunta, asentí frenéticamente y respondí con otra pregunta.
—¿Tú me seguirás amando aun cuándo ya no sea joven y hermosa? —lo observe asentir también mientras observaba mis labios. Me levante un poco, apoyándome con mi antebrazo, dirigiendo mi rostro al suyo, di un pico en su mejilla, con su mano libre tomo mi mejilla llevándome a sus belfos, uniéndolos en un beso lento y delicado.
Él es mi sol, me hace brillar como diamantes.