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It was inevitable
One-shot

Estaba oscuro. Estaba muy oscuro, a pesar de que sus ojos siguieran abiertos, su vista nublada por una nube negra, no sabía ni de qué era. Simplemente era un lugar desolado, sin nadie alrededor que le diera señales de vida. Él tampoco se sentía vivo ¿En dónde estaba? ¿Qué había pasado? ¿Cómo terminó en ese horrendo lugar?

Aún así, estaba cansado, no podía mover ni un centímetro de su cuerpo, y sus manos estaban fuertemente atadas a un lazo que, quiera o no, estaba rajando su piel poco a poco. Ardía, quemaba, dolía. Sin embargo no sabía que era lo que le pasó. De verdad no tenía ni la más mínima idea de qué estaba pasando. Su cabeza descansaba en el piso, frío, duro, incómodo, al igual que todo su cuerpo adormecido.

Sentía sus párpados cerrarse, repitiéndose a sí mismo que no podía quedarse dormido. No. Estaba quedándose dormido. Sentía ansiedad, pero estaba tan exhausto, tan débil y destrozado, que esa ansiedad se volvía insignificante. Finalmente su mente se apagó, dando pasó a un profundo sueño, sus manos que se encontraban hechas un puño, ahora yacían abiertas, esperando que alguien las tomase para sacarlo de ahí.

Abrió los ojos de repente, sintiendo el pulso de su corazón acelerarse. Algo estaba mal. Algo estaba muy, muy mal. Trató de tranquilizarse, y por fuera parecía que estaba todo normal, para su desgracia todo estaba lejos de estar normal. La única persona que podía saber que le estaba sucediendo lo miró a los ojos, tratándose de comunicar por miradas, ambos entendieron.

—Kunikida-kun—. Llamó el ojiverde.

—¿Ahora qué?—. Respondió irritado.

—Dazai y yo iremos a comprar cosas al supermercado, ¿quieres algo?—. Dijo inocente.

—No ¿con qué permiso van a salir? —. Cuestionó.

—Con el de Fukuzawa-dono~—. Y ambos chicos salieron de ahí escuchando los gritos de histérica de su rubio compañero.

Ranpo vio de reojo la expresión de Dazai, sabía lo que pasaba, más él no tenía nada que ver ahí, y por supuesto, luego de haber ayudado al castaño salir de ahí, se dio la vuelta y en un gritito dijo "¡Nos vemos Dazai-kun, suerte!" a lo que el antes mencionado ignoró completamente, porque, para ser sinceros, el solo quería saber qué estaba pasando.

Tampoco es que supiera a donde ir, su mirada, que con flaqueza escaneaba por algún lugar que se mirara sospechoso, estaba cansándose, pues el temor lo estaba consumiendo poco a poco. Si bien sabía que no podía pasarle nada malo, realmente no podía, él era increíblemente fuerte, capaz de luchar por sí solo. Pero aún así...todo humano tiene una debilidad. Y al final del día, Chuuya seguía siendo humano. Por más que en su interior llevara a un dios.

El castaño comenzaba a desesperarse, por más que no lo mostrara, la desesperación crecía cada minuto que pasaba caminando en busca de alguna señal de Chuuya. Pero nada ¿Por qué Ranpo no le dijo en dónde estaba desde un principio? Claro que él tampoco preguntó, pero aún si hubiera preguntado, el de ojos verdes era capaz de ignorar su pregunta, con tal de hacer pensar un poco más Dazai. Básicamente llamándole tonto.

Era, de hecho. Era un tonto. Lo sabe, porque cuando se suponía que el pelirrojo lo necesitaba más que nunca, él estaba rascándose la panza, haciendo como si el otro nunca hubiera sido parte de su vida. El castaño no podía ni quejarse, porque también sabía muy bien que el pelirrojo siempre estuvo para él, incondicionalmente.

—Perdóname Chuuya—. Susurró, viendo hacia arriba, esperando que de milagro la ubicación del pelirrojo le cayera en alguna de sus neuronas.

Su celular vibró, anunciando una llamada de la Agencia, con cautela contestó, esperando algún grito de su compañero, más solo escucho una secuencia de números. Ranpo. Lo había llamado, en verdad le había dicho la dirección.

Soukoku: The SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora