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The gala party
One-shot

Una de las cosas que más aterraban al pequeño hombre pelirrojo, era tener que cambiar de género, aunque fuera tan solo una noche. Ese temor vivió dentro de el desde que empezó a salir con la momia andante. Y es que le daba miedo que el antes mencionado le pidiera vestirse de colegiala, pero ahora, no tiene de otra que usar vestido largo, tacones altos, maquillaje y llevar su cabello arreglado. Todo por la maldita misión que Fukuzawa y Mori les habían puesto a sus respectivas organizaciones.

Y el sabía muy bien que el castaño no iba a ceder para hacer el rol de chica, poniendo la excusa que era más alto y mas masculino, pero de eso masculino solo tenía esa cosa entre sus piernas, pensaba el pobre ojiazul.

-Nakahara-san-. Escuchó la voz de su subordinado, Akutagawa.

-Que quieres-. Respondió de mal humor porque no sabía como había llegado a la situación de tener que aplicarse maquillaje.

-Jinko dice que si necesita ayuda-. Habló.

-¿Atsushi? Ah, el también irá de mujer. Por dios, ojala ustedes dos se pudran en el infierno-. Suspiró resignado, el menor solo se limitó a toser, como era de costumbre-. Dile que no, se hacer estas cosas-.

-Okay, si necesita algo más no dude en llamarme-. Dijo saliendo del cuarto en donde estaba Chuuya, arreglandose.

Mierda, solo quería que esta basura de fiesta de gala terminara ya. Quien sea el bandido que haya que atrapar, ojala se lo lleve el diablo a su casa porque por culpa de esa persona el tiene que hacer estas cosas.

En su mesa tenía todo puesto, las extensiones de cabello, el maquillaje y sus accesorios. Los miraba con resignación, no sabía ni porque cedió a hacer el papel de mujer.

Para colmo, quien menos quería ver ahorita, entró por esa maldita puerta que según el estaba puesto el seguro. Que si no.

-Chuuya~ mi bella dama~-. Caturreo cierto pelicafe.

-Te callas o te pateo los huevos, bastardo infeliz-. Espetó enojado.

-Te queda bien el vestido, aunque hubiera preferido que fuera corto. Así enseñabas tus hermosas piernas-. Sonrió divertido.

El mas bajo solo se dió la vuelta, dándole la espalda a Dazai, para seguir con sus asuntos. Se colocó las extensiones de pelo perfectamente bien, haciendo que su cabello rojizo se mirara aún mas largo y hermoso, se sonrió a el mismo por el espejo. Quizá no fuera tan malo.

-¿Acabas de coquetearte a ti mismo?-. Soltó risadas.

-Cállate, no puedo mentir, me veo genial-. Dijo aún sonriendose en el cristal.

-Claro, mi doncella preciosa-. Dijo sentandose a un lado de el, en otra silla que había ahí.

El castaño observaba como su pareja se ponía el maquillaje, y no se lo ponía para nada mal. Como si supiera hacer eso, como si lo hiciera todos los días.

-¿De verdad me tengo que poner pestañas postizas?-. Cuestionó el  ojiazul desanimado.

-Te quedarán bien. Te has puesto todo ese maquillaje como si lo hicieras todos los días-.

-Ha...-. Suspiró. No había de otra.

Terminó por ponerse las pestañas, para luego finalizar con labial rojo. Pero un rojo bastante fuerte, haciendo resaltar sus finos labios. Volvió a coquetearse en el espejo, sin importarle las burlas de la persona a su lado.

-Yo si me daría y no consejos-. Soltó de repente. Comentario que hizo que el castaño se hundiera en un mar de risas, casi que soltando lágrimas de alegría-.¿Qué? Tu también me darías así que has silencio idiota-. Dijo con un notorio sonrojo. Cosa que hizo enternecer al más alto.

Soukoku: The SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora