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Christmas Special
One-shot (NSFW)

Dazai llevaba más de una semana leyendo revistas, un poco explícitas, donde habían todo tipo de lencería y trajes eróticos. El pelirrojo lo había cachado leyendo una día de esos, no se impresionó, pues sabía que de una u otra forma su novio era un completo fetichista. No le tomó importancia, claro, hasta que le hizo esta pregunta.

-¿Si te dijera que voy a regalarte una cosa de estas, aceptarías ponertelo?-. Lo vió a los ojos, con una pizca de lujuria en ellos, pero no quitaba el hecho de que sólo le estaba molestando.

-Si me regalas algo así, te juro por todas las cosas en este mundo, que te castro y te hago tirarte de un puente-. Sus ojos azules lo vieron con enojo.

-Chuuya~ por fin cumplirás mi deseo-. Siguió fastidiando.

-Haz silencio, antisocial-. Insultó.

-Aaah Chuuya, vamos, di que si lo usarías-. Se levantó de su asiento, y se acercó al más pequeño.

-No, y aléjate de mi, no quiero darte una patada en los huevos-. Se volteó a la cocina.

-Chuu, no seas así conmigo-. Fingió estar ofendido.

-Dazai...olvidalo, si quiero darte una patada en los huevos-. Camino hasta el y levantó la pierna para poder pegarle, pero el castaño lo esquivó.

-Nunca podrás lastimarme, te conozco demasiado-. Río.

-Vete al infierno-. Contestó.

-Si es contigo voy a donde sea mi amor-. Habló meloso.

El ojiazul decidió callar, tan sólo movió sus piez en dirección a la cocina, en busca de algo para beber, mientras el castaño dejaba la revista encima del sofá en donde antes estaba acostado. Chuuya eligió su bebida, solo era un jugo de manzana, y sumergido en sus pensamientos, una idea asquerosa cruzó su mente.

¿Y si le regalaba eso él a Dazai?

Al principio lo negó, no se vestiría de esa forma tan vergonzosa, no perdería su dignidad tan fácil. Pero que mejor que darse a él mismo como regalo para su pareja. Al final, le salía más barato. Le pediría a una de las compañeras de trabajo de Dazai, Naomi Tanizaki, que le prestara uno de sus trajes de lencería, que por alguna razón Chuuya sabía de la existencia de éstos. Y se pondría un moño en la cabeza para simular ser un regalo.

Era una idea asquerosamente buena, pero, Dios, ¿se atrevería él, Nakahara Chuuya, un ejecutivo de una Mafia, a usar lencería y darse como regalo de navidad?

La respuesta era simple, si lo haría.

Realmente no haría esto con alguien más, hablando pues, que tuviera otra pareja que no fuera el castaño, hombre o mujer, nunca haría algo así, si esa persona no fuera Dazai Osamu. Lo amaba y lo aceptaba, por más vergonzoso que le resultara el hacer eso, el vestirse así, sobre todo ponerse un moño en la maldita cabeza, lo haría porque quiere verlo feliz. Por todas esas navidades que sólo vio un destello de tristeza y soledad en sus ojos, quiere verlo feliz. Y si ponerse esos trajes es lo que lo hará sentir así, lo haría.

Días después, Naomi y Chuuya quedaron para verse en algún lugar, el pelirrojo poniendole la excusa a Dazai de que iba a ir a comprar vinos, para poder safarse de él y poder hablar tranquilo con la chica. No tardó mucho, la pelinegra le dió unos consejos al momento de usar el traje, así mismo que le prestó su lencería favorita. Era un corsé blanco con listones rojos a los costados, con un amarre en la espalda, una moña de color rojo también en la parte del pecho, medias blancas, con listones traspasados por los lados de esta, una mini falta de tul que caía como vuelitos en la cadera. Era muy bonito, y los colores le encantaron.

Soukoku: The SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora