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Dreams
Three-shot

El castaño despertaba cada día con un pesar en el pecho. Con los retumbos de sus latidos que sonaban tan fuertes, que hasta el vecino los escuchaba. Y eran ese tipo de día, en el que más odiaba estar vivo. Porque de por sí su vida era una miseria, monótona y simple, no se quejaba. Pero deseaba en lo más profundo una razón para vivir.

Porque esa razón se había ido. Hace mucho tiempo. El hombre que una vez amó, había desaparecido de su existencia. Y claro está que lo extrañana con toda su alma. Anhelaba que volviera, que pudiera estar a su lado repitiéndole que todo iba a estar bien. Era lo único que deseaba.

Pero quizá sus deseos eran un poco egoístas. Porque sin saber, dejando la mafia, yéndose como un traidor. Dejándo de lado algo, más bien alguien, que no tenía ni idea de que se convertiría en sus sueños irrisorios. Cargados de angustia y melancolía. Preguntándose "¿Me extrañará a mi también?"

Sabe que su mejor opción era dejar ese oscuro y terrible lugar. Que lo hacían lastirmarse tanto psicológicamente como físicamente. Odiaba, detestaba ese lugar. Pero en ese entonces no tenía una razón suficiente para irse. Luego de que esa persona que tanto amaba muriera y le repitiera esas palabras. Tuvo la valentía suficiente para largarse de ahí.

Quédate del lado de los buenos.
Protege a los débiles.
Cuida a los huérfanos.

Esa noche pensó todo en demasía. Dándole vueltas a ese dicho una y otra vez. El quería irse. Era obvio, era lo que siempre esperó. Lo anhelaba. Lo deseaba. Y lo hizo, se fue. A costa de dejar a unos ojos tristes y un corazón roto.

Pero en ese entonces no le importaba. Porque sus sentimientos se habían quedado con su difunto compañero. No con este otro chico, que lo amaba con toda su alma. Y el mismo sabía que algún día sería traicionado por el castaño. Pero aún así lo amo, lo amo tanto al punto de odiarlo. Era un odio natural, ese que se siente luego de ser abandonado por esa persona especial para ti. Porque a pesar que lo seguía odiando. Quería verlo, quería ver esos orbes cafés que habían perdido su brillo. Quería ver si por fin estaba feliz, luego de tanto tiempo. Y si era así, si estaba feliz, sin él o con él. Se iría de su vida, lo olvidaría y lo dejaría a un lado. Porque era un mafioso, un asesino, un insensible, pero tenía la humildad necesaria para dejar de lado algo que la vida le había negado.

-Dazai-. Llamó un rubio.

-Oi~ Kunikida-kun~-. Saludó el castaño.

-Tengo una duda-. Dijo serio, cosa que le consternaba al pelicafe.

-¿Quién es Nakahara Chuuya?-.

Dazai abrió los ojos sorprendido. Nunca pensó que alguien de la Agencia le preguntara quien era el pelirrojo. Así que dio un suspiro, y sin ánimo le dijo,

-alguien-. Levantándose de su asiento, salió del edificio. Yendo a un lugar más tranquilo, solo.

El rubio se limitó a hacer una mueca, pues él sabía de la sorpresa que le esperaba al bajar. Pero no quizo detenerlo. Sea quien sea este chico, Dazai tiene que aprender a solucionar sus problemas.

El de orbes cafés tarareaba una canción mientras a paso lento se acercaba a la entrada. Que por cierto, del otro lado de esta le esperaba cierto pelirrojo, de ciertos ojos azules, con cierto odio hacia él. Pero ninguno de los dos sabía que se encontrarían ahí. Bueno, Dazai, por sus admirables predicciones, sentía una corazonada, algo no esperado, quizá una serendipia. Pero le hizo caso omiso, no tenía ganas de pensar en nada más que intentar sacar de su mente y alma al pelirrojo. Cosa que cada día que pasaba más imposible se le aparecía hacer eso. Pareciera que este habitaba ahí como si fuera gratis. Y nunca se iba.

Soukoku: The SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora