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Writer! AU
Two-shot

(Chuuya's POV)

Como ya era costumbre, las velas que adornaban mi estudio cada vez se derretían más y más. La verdad no quería salir de la comodidad de mi hogar para ir a comprar otras velas, y además, no utilizaba tantas, tan solo con 3 me bastaba. Quizá después de lo sucedido acostumbró a tener las luces apagadas. Y bueno, no le gustaba pagar tantos impuestos ¿a quién engañaba?

La tenue luz de luna que se colaba por el rabillo de mi ventana hacía que mis ojos parpadearan buscando acostumbrarse al reflejo de esta. Estaba escribiendo algo, algo muy preciado para mi. Pero había una parte en estos versos...que no me gustaba del todo. Y era el final, necesitaba un final perfecto ¿Cuál sería mi final perfecto?

Vivía solo, así que poco a poco me acostumbré a no tener nada ni nadie quien me apoyase en mi carrera de autor. Claro, tenía varios amigos, que conocía en las editoriales a donde iban mis obras, pero tan solo eso. Y tampoco es como si fuera tan apegado a ellos, casi ni hablábamos. Mi vida se resumía entre documentos sin guardar, hojas arrugadas y lapiceros por todos lados.

Era triste, si, no tenía a nadie, más que todo, no tenía a alguien que me hiciera querer continuar escribiendo. Y eso...eso me dolía. Toda mi vida pensé que llegaría el momento en donde pudiera escribir sobre alguien. Claro, mis poemas consistían en vidas de otras personas ¿Pero por qué nunca de mi propia vida? ¿Qué tipo de poeta no habla de su vida en sus poemas?

Era normal, supongo. Cuando empezó mi amor por la lectura, que luego se convirtió a amor por escribir, mi familia decía que era raro, era extraño, que incluso era una deshonra para ellos, que el 'heredero' fuera un simple y asqueroso autor. Acostumbré a sentirme fuera de lugar, y a encontrar un mundo nuevo entre letras que yo mismo creaba. Y me gustaba ese sentimiento, obvio, porque tenía sobre qué escribir. Y era solo un niño, que buscaba consuelo entre mundos ficticios.

No me gustaba para nada tener que sentirme frustrado al poner palabras que tuvieran sentido, pero, oh, era la cuestión que más me molestaba. Sí, era un autor, sí, tengo talento para escribir. Pero sí, a veces solo quiero dormir hasta no levantarme, y dejar a un lado todo esto que me sacó y básicamente me salvo de caer en un oscuro abismo sin fin. Amaba escribir, pero no amaba escribir sin un propósito. Sin alguien en específico.

Mi apartamento era pequeño, lo necesario para una sola persona, incluso alcanzaba para dos. Cosa que era cierta, ya que lamentablemente hace pocas semanas, la dueña de los apartamentos me comunicó que alguien estaría acompañándome, como un compañero de cuarto. Al principio me negué, pero dijo que me iba a pagar por dejarlo quedarse ahí, y bueno, acepté. Soy ambicioso, y no lo niego. Siempre espero más de lo que debería, cosa que al final, siempre me afectaba negativamente.

Eran más o menos las seis de la tarde, cuando escuché un estruendo abajo, en mi cocina. No me alteré, ya sabía que era mi...¿Vecino? ¿Compañero? Lo que sea, así que ni me molesté en ver que había pasado. Lo normal era encerrarme en mi habitación, donde estaba mi pequeño estudio y ponerme a escribir estrofas y versos sin parar. Eso me ayudaba a olvidar que ya no estaba del todo solo. Que ahora alguien estaba invadiendo lo que una vez fue mi espacio. Y me aterraba, aún que fuera solo lo material, me aterraba.

Oí leves golpes en mi puerta, avisando que alguien llamaba a esta. Le hice caso omiso mientras pude, no quería lidiar con lo que sea que fuera lo que mi estúpido compañero de casa me tenía que decir.

-Oye...abre-. Su voz era molesta, necesitaba silencio para concentrarme.

Lo volví a ignorar, poniendo toda mi atención al verso que ahora se encontraba incomoleto,

Soukoku: The SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora