Soukoku: The Series

66✨

Petals...falling (Hanahaki AU)
One-shot
Warning [major character death]

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Vivía con el remordimiento de no darle vergüenza a los demás, sino a sí mismo ¿Qué tan enfermo era cómo para obsesionarse con algo de ese tipo? Ni siquiera sabía la razón por la cual espinas comenzaron a crecer dentro de él. No hacía sentido. Mejor dicho, no le encontraba sentido. Hace tiempo dejó de importarle ¿Por qué ahora tenía que volver todo ese sentimiento?

El olor a pétalos lo hacía querer vomitar, un poco bastante literal. Los ataques de tos sucedían de vez en cuando, cada vez más fuertes, cada vez dejándole con tan sólo un hilo de vida. Pero a quién le importaba, ¿No él mismo decía que quería morir siempre? Sería irónico que en el momento de la muerte quisiera seguir viviendo. Pero el humano es tan frágil; termina olvidando que hay más vida en la muerte que vida en la vida.

Temblorosas manos secaban la línea de sangre que salía por sus labios, era la segunda o tercera vez que sentía ese líquido rojo correr por su boca. No era su culpa, quería pensar que moriría sabiendo que le amó. Más que a nada. Más que a nadie. Le dolía en lo profundo de su alma no poder...compartir tan grata felicidad. Ya no tenía importancia, en cualquier segundo dejaría de respirar y para el universo sólo sería uno menos en la cuenta.

La luz que salía de su ventana anunciaba que había llegado la hora de poner pie en la tierra, pero se sentía agotado, sentía su cabeza dar vueltas, y sobre todo, sentía sus pulmones infestados de raíces. Si antes no podía considerarse a sí mismo humano, ahora simplemente tendría que decir que hacía fotosíntesis y la gente dejaría de verlo como alguien sensato. Porque, literalmente, se estaba volviendo una hermosa flor.

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La noche caía cuál velo de novia por los edificios de Yokohama. Él apenas salía de trabajar, con abrigo en hombros, congelandose por el frío que había estado haciendo. Tenía un lugar importante al cual ir hoy, no quería llegar tarde. Aunque, no sabe por qué, su pecho se sentía oprimido por una fuerza sobrenatural, que lo privaba de inhalar normal. La puerta del bar se abría anunciando la llegada de otro cliente, para su suerte, solo habían otras dos personas aparte de la que él buscaba.

—Hey—. Saludó en voz baja—¿Querías verme?

—Hey—. Sonrió, tanteando el banco a la par de él en un gesto para que el otro se sentara.

—Una copa de vino tinto, por favor.

El barman sacó de la estantería el vino que sabía que era el favorito de dichoso cliente, pues era frecuente que éste viniera al bar. Su acompañante ya tenía un vaso con whisky, por lo que se limitó a esperar que su compañero tuviera a mano su bebida. Una vez la tuvo, comenzó a hablar:

—Quería decirte algo—. Golpeó suavemente los dedos en el vidrio del vaso.

—Dime.

—Bueno, es más bien una pregunta—. Sonrió apenas—¿Es cierto...es cierto que vas a mudarte?—. Bajó el tono de su voz.

En efecto, tenía miedo de la respuesta que el otro le fuera a dar, pero pensaba que se volvería un desquiciado si no hacía esa pregunta. Le estaba consumiendo día a día, desde su más pequeña neurona hasta el atomo más diminuto de su cuerpo, tan simple pregunta y tan simple respuesta podía arruinarle la vida en cuestión de segundos. Pero se arriesgó a perder por primera vez.

—Si, es verdad—. Llevó la copa de vino a sus labios.

Pasaron dos minutos antes de que pusiera en orden sus sentimientos y respondiera sin tartamudear a la persona que estaba a su lado.