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Me encontraba acostada, fingiendo estar dormida.
Mi ataúd estaba abierto, no lo había cerrado la noche anterior y debía pretender que seguía soñando, ya que escuchaba a Hoyeon hablar con Sunghoon cerca de la puerta sobre mi cumpleaños; no quería arruinarles la charla o lo que estuvieran preparando.

Además, no tenía muchos ánimos por el evento.
Seguía pensando en muchas cosas al mismo tiempo. Tantas que, aunque quisiera, no podía dejar mi mente despejada un solo minuto. En ese caso, me preguntaba cómo es que el haberme convertido en vampira afectó tanto en mí, hasta el punto de que mi agresividad aumentó a tales niveles.
Tal vez no se lo mostraba excesivamente al resto, pero muchas veces, cuando estaba molesta, me daban ganas de matar a alguien y de paso conseguir su alma. De morder un cuello o encontrarme una Imera y estrujarla tanto como pudiera. Incluyendo también mi leve piromanía que apareció de la nada. Ya que Sunghoon me dijo que usara el fuego a mi favor, lo haría. En cuanto tuviera la oportunidad, fabricaría un mechero con ayuda de Mina o lo robaría.

También estaba pensando en pedirle a Heeseung que se aliara conmigo, Sunghoon y Jay para seguir robando almas. Él era muy poderoso, ya pude verlo, y estaba segura de que ese día no mostró ni el diez por ciento de su poder. Además, su trastorno sería muy útil ya que le haría aumentar más aún sus ganas de ayudarme, ya que implicaba atacar gente.

Además de todo, era Miércoles, lo que quería decir que tendría una llamada con mis padres, como todos esos días de la semana. No era nada importante ni nuevo, simplemente no me apetecía. Sabían que era mi cumpleaños y probablemente empezarían con sus tonterías, los conocía demasiado bien.

Finalmente, decidí hacer como que bostezaba y me levanté poco a poco. Cuando los vi con claridad en la puerta, me hice la sorprendida. Saludé y fui hasta el baño a cambiarme el pijama por un conjunto normal.
Opté por un vestido de hombros y espalda descubiertos, corto y de color negro. Unas botas altas y me hice una cola de caballo que esperaba que hubiera salido bien. Eso de no poder mirarme en los espejos era un fastidio y, cada vez que pasaba frente a uno y no veía mi reflejo, mi mente colapsaba por un segundo. Me quedaba en blanco; aún no estaba acostumbrada.

Me teletransporté junto a ellos por la pereza de andar desde el baño hasta allí, lo que sí hice fue coger un sobre de plasma ya que el armario donde lo guardábamos estaba al lado de la puerta.

Volví a dirigirme a ellos y Sunghoon iba a decir algo, cuando Hoyeon se adelantó.
Se abalanzó sobre mí a abrazarme con una sonrisa de oreja a oreja que dejaba mostrar sus dientes y encías. Sus ojos se cerraron, también.

- ¡Feliz cumpleaños! - exclamó mientras me estrujaba en un abrazo que no me dejaba respirar.

- ¡Ay, Hoyeon! - me quejé aún riéndome.

Ella me soltó, se disculpó y yo igualmente le di las gracias. Entonces miré a Sunghoon, que permanecía quieto observándome, sonriente.

SUNGHOON

Minyeo estaba preciosa con ese vestido.
Quería abrazarla, tal y como lo hizo Hoyeon. Decirle que la quería y poder otorgarle el mejor cumpleaños de su vida, pero no podía y la primera razón era que su piel estaba muy al descubierto, y yo iba en manga corta; no podía abrazarle.

Me limité a sonreírle, acercarme un poco con los nervios a flor de piel, pero tratando de ocultarlos, y decirle:

- Feliz cumpleaños.

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐈𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐈𝐑 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora