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...

- ¿Por qué tuviste que escogerme a mí?

La pregunta que me hacía continuamente a mí misma, en mi mente. La que se repetía una y otra vez sin dejarme dormir o dar paso a pensamientos más efectivos. Si no hubiera sido yo, nada de aquello estaría pasando.

Me miró confundido. No era la primera vez que discutíamos en el día, pero sí la primera vez que lo hacíamos a consciencia, hablando sobre el tema, aunque no pretendía recriminarle nada.
Últimamente las discusiones eran frecuentes y no se podía hacer nada al respecto. No estábamos en nuestro mejor momento, y cuando uno estaba mal y el otro también, existía un choque. No había una parte positiva que restaurara a la negativa. Todo era negatividad que se vertía en el otro y así sucesivamente. Sin embargo, yo lo entendía, y estaba segura de que él también.

Aunque en ese momento me arrepentí de preguntar aquello por su expresión dolida.
Nunca nos hacíamos daño el uno al otro a propósito. Además de, bueno, morir y esas cosas que no eran planeadas ni deseadas.

- ¿Crees que no sé que tal vez eso haya sonado egoísta, enrevesado, o puede que demasiado monótono? ¿Estás cansado de escucharlo? Para que lo sepas, no me imagino estar sin ti, pero si jamás hubieras decidido estar conmigo ni yo contigo, esto no estaría pasando. No puedo evitar pensar en ello. ¿Por qué a mí, Sunghoon? ¿Por qué no pasaste de mí? ¿Por qué siempre vuelves? - pregunté con la voz quebradiza.

- ¿Otra vez con esto? - logró decir -. Si... Si no acudiera a ti, vivirías atormentada hasta los diecinueve y morirías. Al menos lo intento, ¿Sabes? Me cuesta creer que de verdad me estés diciendo esto.

No sabía a dónde mirar ni qué hacer. Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta, pero las sacó. Se cruzó de brazos y los soltó hacia los lados unos segundos después, hasta que optó por sentarse en la silla de escritorio y escrutarme con la mirada en busca de una respuesta.

Pero no podía darla.
Él tenía razón, y todo lo que yo estaba haciendo era ser egoísta incluso cuando en alguna ocasión había creído fugazmente que era él el egoísta por volver siempre a mí "por amor".

- ¿De verdad crees que lo hago porque estoy enamorado de ti? Por supuesto que sí. Pero acepté hace mucho que puedes perder todos tus sentimientos. No quiero que las sombras te atormenten en cada vida, seas humana, elfa, vampira o ángel. Como si eres un demonio. Eso no cambiaría nada. Sufrirías a costa de lo que tu primera versión y yo hicimos, de lo irresponsables que fuimos. Y a pesar de que eres la misma persona, todas estas versiones han aparecido a causa de esos sucesos y no tienen la culpa de ellos. ¿Y sabes por qué no lo considero un error? Porque no me arrepiento. Tú eras un alma libre y yo también. Si tuvimos algo fue porque lo sentimos, y a la vista está que es amor real. Al menos, de mi parte, lo sigue siendo. Y quiero creer que de la tuya también incluso cuando aún no lo sabemos. ¿Crees que esto es ser egoísta? ¿Que estoy trabajando contigo para librarte de esa condena aún sabiendo que puedo no salir beneficiado? A mí ni siquiera me importa que me ataquen las sombras. Lo tengo asimilado. Podría vivir con ello si hiciera falta, pero no quiero porque eso significaría que tú permanecerías sufriendo.

Lo explicó todo tan detalladamente, palpando el dolor en cada palabra, que me sentí demasiado mal conmigo misma y todas las versiones de mí que pudieron pensar algo parecido y hacerle daño. ¿Cuántas veces habría escuchado lo que le dije? ¿En cuántas ocasiones habría tenido que repetir ese discurso? ¿Por qué era yo tan estúpida y él tan perfecto, y qué había hecho en algún momento para merecerle?

Que fuera solamente una víctima de lo que hice hacía cientos de años no quería decir que mis errores pudieran ser justificados, e insinuarle que él era el culpable y un egoísta, fue un grave error que no quería repetir. Pero tampoco sabía qué decir. No iba a excusarme, pero, ¿Tenía que disculparme cuando ni siquiera terminaba de entender el concepto de alma y cómo pasaba de vida en vida? Mis palabras fueron fruto de la confusión y el miedo y, de eso, esa Minyeo no tenía la culpa.
Estaba hecha un lío. Me contradecía.

Aunque... ¿Podía culparle a él? ¿Y a mi yo del pasado?
Dos jóvenes vampiro y ángel que estaban en contra de una sociedad retrógrada y normas anticuadas aún cuando se estaba formando una alianza entre clanes y especies... ¿Tenían ellos la culpa simplemente por desobedecer a los que reinaban, o era el resto del mundo el que estaba contra ellos? ¿Cuánta más gente habría que hubiera querido tener la valentía que tuvieron ellos para hacer lo que hicieron, pero fueron consumidos por el miedo antes de intentarlo?

- ¿Sabes qué, Sunghoon? - me atreví a mirarle. No iba a contestar a lo que me dijo porque estaba avergonzada y no tenía justificación, pero esperaba que mis palabras pudieran ayudar de algo -. Ni tú ni mi yo del pasado tenemos la culpa de todo esto. Fuimos valientes, ¿No? Al fin y al cabo, simplemente quisimos lograr hacer posible lo que hoy en día sí se puede hacer; enamorarnos de alguien independientemente de su especie, su raza, su apellido o su clan... Todas esas cosas que antes estaban mal vistas y que eran una ridiculez inmensa. ¿Qué culpa teníamos de que en ese entonces se penalizara sin razón, y unos años más tarde sí se concediera el derecho a hacerlo sin más? Para mí, fuimos valientes. Aunque me cuesta incluirme porque no fue esta versión de mí... No puedo atribuirme a mí misma ese mérito de desafiar a la estúpida ley, pero a ti sí. - suspiré sonriente y dándome cuenta de lo triste que era eso -. Lo siento por lo que te he dicho.

Sunghoon analizó mis palabras mientras me miraba y terminó por esbozar una sonrisa y estirar los brazos hacia mí.

- Eso es algo en lo que ni siquiera yo mismo había pensado. Me sentía culpable, y por eso no me he tomado bien tu pregunta. - explicó. Aunque no tenía que hacerlo.

Seguía convencida de que fue un fallo mío, pero ya no importaba. ¿Por qué iba a preocuparme por eso, cuando solamente me haría más daño? Además, Sunghoon ya me estaba invitando a abrazarlo y sentarme en su regazo, y yo accedí yendo sonriente hasta él.

Y teníamos cosas más importantes de las que preocuparnos.
Las almas para anular la maldición y acabar con cientos de años de preocupación y reencarnación de una vez.

Ya teníamos mil novecientas. Las que teníamos el día anterior, y algunas que conseguimos juntos antes de que ocurriera la discusión. Que al principio estaba convencida de que estaba siendo inútil y la había fastidiado, pero terminó sirviendo de algo.

Le alivié un poco la culpa, haciendo que ambos nos diéramos cuenta de que no hicimos nada malo en un pasado.
¿Qué culpa teníamos de que no se pudiera amar con libertad?

Pero en ese entonces que estábamos viviendo sí se podía.

Ya estaba sentada sobre él y siendo aguantada por sus brazos, mientras observaba su rostro sonriente. Como si nada hubiera pasado, como si no nos hubiéramos hecho daño durante cientos de años. A veces, esas cosas no podían arreglarse. Pero nosotros éramos, en cierto modo, víctimas. Era mejor pensar así y evitar sufrir crisis como la de hacía unos minutos. Después de todo, era algo tan complejo que era preferible no profundizar en ello.

Atravesé sus ojos con la mirada, veía el infinito. Eso era lo que yo quería para nosotros; un futuro sin fin, una vida eterna, tranquila y pacífica a su lado. Quieta, en un solo cuerpo.

Lo conseguiríamos.
Y podría amarle después de anular la maldición.
Al fin y al cabo, conservaba el mismo alma que el ángel que se enamoró libremente de él y se sometió a sí misma a una condena por amor, ¿No?

...

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐈𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐈𝐑 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora