𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐈𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐈𝐑 | Park Sunghoon ✓

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Nos acercamos a un hombre que estaba sentado en una silla, en un extremo.
Ya podíamos escuchar los suspiros de desesperación que salían de los demás cuando su alma era robada.

Muchos de los vampiros estaban paralizados, asustados, sabiendo que iban a quedarse sin alma como un simple cuerpo moribundo. Cuando se les arrebataban los poderes, eran cobardes e inútiles en su mayoría.
Dudaba que Sunghoon fuera así sin poderes por el simple hecho de que había estado luchando con las Imeras durante cientos de años y salvándome una y otra vez, debía de estar fortalecido. Yo, en mi caso, me acababa de volver vampira, no tenía mucha experiencia para contar ni tampoco muchos recursos que utilizar para saber cómo sería sin mis poderes. Aunque supongo que normal, aún no me había acostumbrado a ellos y hasta hacía unos meses aún no los tenía.

- Espera, - interrumpió Sunghoon cuando iba a clavarle la estaca al hombre en la silla. - ¿Dónde vas a meter su alma cuando Jay la saque? ¿Y dónde las está metiendo Jay?

Sonreí y abrí mi bolso, mostrándole la tela que lo recubría.

- No podíamos traer bolsas normales pues sería muy sospechoso, además de que los vampiros no las necesitamos, así que Mina nos recubrió a mí y a Jay las paredes de nuestro bolso y maleta con la tela de la que están hechas esas bolsas. Las almas se quedan ahí capturadas.

Sunghoon asintió -. Interesante.

Miré hacia atrás para encontrar a Jay y Heeseung haciendo su trabajo, el primero ya llevaba su collar de ajos colgado del cuello, por lo que le estaba resultando muy sencillo elaborar su trabajo.

Yo le di la estaca a Sunghoon, quien ya llevaba guantes al igual que yo, y me acerqué a Heeseung con el maletín de Sunghoon en la mano.

- Toma, - abrí este y se lo mostré sin mirar y alejándolo de mí todo lo que pude. - coge el crucifijo, te ayudará.

Heeseung lo agarró y volvió a empujar lentamente el maletín hasta mí. No podía mirarlo ni sentirlo cerca. No sabía qué me provocaría, pues nunca me habían atacado con uno al igual que con ajos o plata. Sunghoon sí debía de saberlo, por eso me había advertido en varias ocasiones de que llevara cuidado con acercarme a esos objetos.

Volví a donde estaba él y le devolví su maletín, ya había neutralizado a varios vampiros, es decir; los mató.

Seguimos con nuestro trabajo, cada uno con su estaca, hasta que escuchamos que uno se puso especialmente agresivo con Jay. Hasta ahora apenas se les escuchó quejarse o gritar, pero no hacían nada. Con este, incluso escuchamos un golpe que nos hizo girarnos rápidamente para así encontrar a Jay tirado en el suelo, tocándose la cara. Aquello me enfadó bastante y aunque Sunghoon intentó frenarme, me acerqué corriendo.

El hombre reía frente a Jay mientras este se levantaba, dispuesto a luchar, cuando me interpuse en medio de ambos y miré al agresor levantando la cabeza unos centímetros.

- Déjale. - ordené.

Este se rió -. ¿Qué me va a hacer una novata como tú?

- Hagamos algo, te romperé el cuello. - propuse sonriente.

Ni siquiera sabía cómo lo iba a hacer, pero bueno, lo intentaría.