- 47 -

1.2K 144 9
                                    

...

El día anterior, lo que quedó de él, fue bastante aburrido. Si se podía considerar un avance, conseguimos un alma, de un chico que intentó atacarme y Sunghoon lo neutralizó antes. Lo que hizo que ya tuviéramos mil setecientas cincuenta y cinco. Con todo, aún debíamos reunir mil doscientas cuarenta y cinco. Sin embargo, estábamos felices por los avances.

No dejaba de pensar en la conversación que tuve con Jungwon; ¿Cuántas veces me habría escuchado decirle que no iba a morir, y me habría presenciado hacerlo?
Él, Sunghoon, y todos los amigos que hubiera tenido en cada vida, todas las personas a las que conocía en ellas antes de que Sunghoon apareciera para intentar salvarme de una maldición que no sabía que tenía; amistades, padres, hermanos, tal vez...

Me sentía mal, aunque mi "yo" de esa vida no hubiera tenido la culpa, si no la Minyeo ángel de hacía cientos de años que ni siquiera se llamaba así.

Ya no podía remediar sus acciones, aunque para ser sincera, no quería. Tal vez era ser egoísta con él y los demás, pero si no hubiera sido por las decisiones de ella y Sunghoon en el pasado, en ese momento no podría estar con él.

Mis vidas me daban cada vez más curiosidad, y no por la forma de morir ni nada por el estilo, si no por las personas con las que compartí cada una de ellas y después las dejé atrás. Revivía y no las conocía, aún cuando habían formado parte de mí. Esa maldita maldición tenía muchas consecuencias además de las adicionales.

Quería ver algo sobre el pasado, y para ello tenía que vislumbrar una sombra. Me levanté de la silla de escritorio, dejando de lado los deberes de artes oscuras. Sunghoon estaba acostado sobre la superficie rígida de su ataúd y cuando me escuchó levantarme me miró.

— ¿A dónde vas? — me preguntó.

— Al bosque. Quiero descubrir cosas.

Él desapareció y reapareció frente a la puerta.

— ¿Tengo que recordarte que la última vez casi te metes en una Imera y mueres? — arqueó una ceja.

Negué —. Esa no fue la última vez. Hace poco lo hice de nuevo, y aunque me enfadé, estoy bien. Las sombras me hablaron y me pidieron que las siguiera hasta el corazón del bosque. Allí me mostraron una imagen de cómo moría en una vida en la que era una chica inglesa. — le conté, haciendo que me mirara, anonadado —. Debería habértelo dicho, pero no fue una imagen que me gustó, y no quería indagar más en ello porque tú lo viviste. — me crucé de brazos.

Sunghoon suspiró y volvió a teletransportarse hasta su ataúd, agarrando de nuevo el libro que estaba sujetando.

— Yo te aconsejaría que no fueras. El simple hecho de que la última vez saliera bien, no significa que vaya a ser así de nuevo. Igual que ese día quisieron mostrarte algo, hoy podrían intentar matarte, que es algo que les gusta mucho, como pudiste observar. Porque en esa vida que viste, te mataron ellas, y me sorprende que no te dé miedo. — hizo una pausa —. Incluso si intento retenerte, vas a ir igual, ¿Cierto?

Él tenía razón.
Lo mejor era quedarme allí si no quería morir antes de lo esperado. La última vez fui ingenua y me dejé llevar. Afortunadamente salió bien, pero no tenía por qué ser así.

— Vale, es cierto. — fui hasta mi ataúd —. Me quedaré sin ver nada. Aunque podría...

Me moví hasta el centro del cuarto, donde solíamos meditar.

— ¿Podría invocar una?

Él volvió a apartar el libro. Negó con la cabeza riendo por lo terca que era y asintió.

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐈𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐈𝐑 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora