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...

"¿Y qué se supone que va a pasar ahora?", me pregunté.

Aún nos quedaban como mil quinientas almas o, mejor dicho, menos de mil cuatrocientas. Jay nos dejó las suyas de su reserva, que eran cien, y en ese momento teníamos mil seiscientas treinta y nueve, lo que hacía que necesitáramos mil trescientas sesenta y una.

Agradecía la amabilidad y ofrecimiento de Jay, ya que además fue voluntario. Me gustaba ver que poco a poco se abría más tanto conmigo como con el resto, porque siempre había sido muy reservado. Sunghoon decía que era porque mi llegada fue como una unión para todos, ya que él solía ir principalmente con Jay y Jungwon, mientras que el resto iban un poco más apartados, y Hoyeon siempre tiraba más por el lado de Riki aunque era amiga de todos. Me alegraba oír eso, para ser sincera. Todo me daba aún más ganas de sacarles a todos de allí.

En ese momento mi cabeza solo pensaba en dos cosas; el pasado de Yuna, curiosidad la cual fue causada por lo que dijo Sunghoon teniendo su alma, y conseguir almas para pagarle. Todo estaba muy relacionado con almas últimamente, para mí, cuando antes ni siquiera sabía que realmente existían.

Sin embargo, estábamos en un descanso que no iba a terminar aún, porque además debíamos planear el siguiente ataque. Claro que era más fácil ir por ahí a casas ajenas robando almas, pero eso solamente dejaba sospechosos.

Yo tenía un plan, algo lento, pero efectivo, solo que aún no se lo había dicho a Sunghoon. Y ese era el momento perfecto, porque ambos estábamos sentados dentro de su ataúd, acurrucados el uno con el otro y hablando tranquilamente. Me estaba contando algún lío en el que se metió Jungwon hacía muchos años.

- Y así fue como acabó limpiando las calles del pueblo durante una semana. - finalizó.

Reí por la historia, y viendo el silencio que se formó después, decidí aprovechar.

- Oye... Tengo una idea para robar almas. - comenté.

Me miró atentamente y sonrió con... ¿Orgullo, tal vez?
Pasó su brazo por detrás mía y se apegó un poco más.

- Cuéntame.

- Robarlas de una despensa o almacén. Ya sea el almacén del reformatorio, donde tiene que haber millones, o ir poco a poco asaltando los dormitorios en los que sepas que hay demonios. - le conté -. Tal vez es mejor eso que arriesgarnos a otro ataque del nivel del último, no es que casi te mataran, es que lo hicieron.

- Ya... - rió irónico -. Pues creo que tienes razón.

Sonreí -. Empezaremos en unos días.

Él asintió -. Diría que es lo mejor para recuperar todas las fuerzas por completo.

Pasó su otro brazo por delante mía, abrazándome así y sumergiéndome en su pecho.

- Sihyeon me dijo que también quería salir de aquí. - informé.

Noté cómo movía su cabeza de arriba a abajo en señal de asentimiento.

- Por cierto, te he visto muy pensativa estos días y aunque siempre lo estés, quiero preguntarte por qué es. - me dió un beso en la cabeza -. Ya sabes que me puedes contar cualquier preocupación que tengas.

- No es eso. - negué -. Es que cuando Yuna te prestó su alma, dijiste que habías visto "fuegos artificiales" cuando reviviste todos los recuerdos de ella, y me da mucha curiosidad... Me da vergüenza preguntarle, no somos tan amigas como para que me meta de esa forma en su vida, pero no puedo evitar pensar en ello. ¿Cómo de importante sería ese recuerdo, como para que sea lo que recordaste cuando despertaste del trance?

- No puedo ayudarte, no sé nada de eso y no recuerdo nada más. - suspiró -. Yuna ha dicho alguna vez ser huérfana y haber estado en un orfanato, ¿Pero qué tendrán los fuegos artificiales de importantes en eso?

- Eso es lo que me genera más curiosidad aún... Déjalo, ya me enteraré. Tal vez me arme de valor y se lo pregunte, como ayer con Jay.

- ¿Jay ya te contó qué le trajo hasta aquí?

Asentí -. Y creo que no será tan complicado sacarlo. El problema es Hoyeon. Ni siquiera podrá escaparse por la maldita pulsera.

- Debe de haber alguna forma de romperla, ¿No? A ver. - agarró delicadamente mi muñeca y comenzó a examinar el objeto -. ¿De verdad son necesarios tantos botones y lucecitas? Menuda exageración. - se quejó haciendo una mueca de disgusto.

- Ya... Y mira, dale golpes. - lo hizo -. ¿A que está dura como una piedra?

- Esto va a ser difícil... - suspiró.

...

Fuimos a la cafetería con los chicos después de esa charla, y Sunghoon no dejaba de mirar mi brazalete y ponerse a pensar en cómo podría romperse, para el de Hoyeon. Ya que el mío me lo quitarían cuando nos fuéramos. Ya que mis padres no recordaban mi existencia, lo único que tendría que hacer sería pedir yo misma mi salida, junto a Sunghoon. Ya que todo el profesorado y el director sabían la situación de sobra, no tendrían de problema en ello.

- Atentos, voy a decir algo. - anunció Riki.

- Como digas algo relacionado con cualquier abuela del mundo, te juro que me levanto y me voy, pero de la galaxia. - advertí poniendo las manos sobre la mesa, lista para ponerme en pie.

- No iba a decir eso. En el fondo sé que me quieres. - rió.

- Bueno...

- Me quiere a mí. - recordó Sunghoon, apegándose a mí y pasando un brazo por detrás mía cuando me senté, haciéndome reír.

- ¿No te molesta tener un novio tan celoso? - me preguntó el mismo.

- ¡Vino a hablar! ¡Si les contara yo cómo eres tú! - intervino, Hoyeon.

- No, mejor calla. - sonrió nervioso -. Déjame que diga lo que quería decir...

- Adelante, métete con mi abuela. - se prestó Heeseung.

- ¡Que no! ¡Dejadme que hable! - exclamó, dejándonos a todos en silencio -. Mamá, mamá, ¡la abuela se ha caído al suelo! La madre le responde: ¿Y tú le has ayudado? y él le dice "no, que va, se ha caído ella sola."

- Mira que lo sabía... - susurró Jay.

Por otra parte estaba Heeseung muriéndose de risa, probablemente por las pastillas, musitó "ese sí ha sido bueno". Sunoo estaba ocultando la sonrisa que se le escapaba y Riki suspiró, diciendo "a pocos les gusta el buen humor".

- Riki, no sé. Búscate otra cosa; pulpos, profesores, seguro que hay muchos sobre gallinas. Pero deja a las abuelas ya. - pidió Jake.

- Últimamente eres tú el que dice cosas sin sentido, ¿Te lo ha pegado Jungwon? - le pregunté, mirando burlona al nombrado, que se escondía tras sus manos, riéndose.

- Lo de las abuelas en el horno fue una duda que me surgió de verdad, y lo otro se me escapó por la costumbre de llamarte su novia, a él también le pasaba.

- Pero yo tenía cuidado. - recordó Sunghoon -. No pongas excusas, Yang Jungwon. - le lanzó una mala mirada.

- Ese día casi me mata. - aquello lo dijo con un tono entre nostálgico y atemorizado, como si estuviera recordando tiempos de guerra.

- Lo que yo no entiendo es cómo se te puede escapar algo así, si soy un cuerpo y cara diferente a todas las vidas anteriores, solamente tengo el mismo alma. - me encogí de hombros, sin comprenderlo.

- No tienes un alma, eres un alma, lo que tienes es cuerpo. - explicó levantando el dedo índice.

- Muy sabio, a ver si eres igual de inteligente para resolver cómo se mete una abuela en el horno. - habló Sunghoon, mientras se levantaba para ir a pedir otra copa de sangre.

- ¡Que te calles ya con eso!

...

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐈𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐈𝐑 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora