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Me encaminé hacia la biblioteca, decidida a que entraría en el lugar sin sufrir daños físicos o mentales. Investigaría de una vez todas esas cosas que me interesaban e incluso alguna más si es que me daba tiempo. Tenía todo el día, era sábado.

Pasé por el pasillo hasta tratar de recordar cuál era la puerta sin letrero entre tantas que conducía hasta la biblioteca. Cuando entré por primera vez, mi oportunidad de buscar algo fue nula, así como mi capacidad para recordar dónde estaba, ya que ni siquiera salí por la puerta.
Estuve andando durante unos diez minutos hasta dar con algo. Cerca de la entrada principal y salida a los jardines, esa misteriosa puerta de doble entrada, hecha con madera vieja. Era bastante obvio, no sabía cómo no fui capaz de darme cuenta la primera vez. Aunque tal vez la razón por la que creía que estaba claro, era porque ya lo sabía.
De cualquier modo, empujé uno de los lados con fuerza, era pesada. Entré en el cálido lugar que daba un gran ambiente, así como de estar en una de esas películas en las que la protagonista es una chica rubia en pleno otoño, que viste con cárdigan y gorro con colores templados y se toma una taza de café caliente mientras lee un libro. La única diferencia es que yo no era la chica; no era rubia, no llevaba puesto eso y no me gustaba el café. La única similitud: Era otoño. Probablemente por eso la situación se me hacía similar.

Pasé por los grandes pasillos rodeados de estanterías con libros, no sin antes saludar a la bibliotecaria elfa de aspecto anciano. Pasando por la estantería sobre criaturas, decidí quedarme. Ahí también estaba el chico pelirrojo, de nuevo. Me dió un poco de vergüenza, principalmente por el espectáculo que presenció sólo él la otra vez. Aún así, mis ganas de indagar en las profundidades de aquellos libros eran mucho mayores que cualquier sentimiento de encogimiento.
Busqué entre la multitud de libros para así pararme en uno que a diferencia del resto, no hablaba sobre historia o algo por el estilo, simplemente enumeraba las características de algunas criaturas, entre otras cosas que ya no me interesaban tanto. Agarré ese y uno titulado "Ángeles y Demonios, la tregua."
Me senté por fin y abrí primero el libro de aspecto técnico con una función clara y definida.
Busqué entre los diferentes temas hasta lograr llegar a poderes, buscando así entre todas las criaturas las que eran mis amigos. Me impresionó, había cíclopes. Incluso sirenas. Criaturas como los centauros que se creía que se quedaron en la mitología, pero que aún se conservaban algunas que mantenían la existencia de la raza.

Mi mente me ordenó inmediatamente dirigirme hasta la página de los ángeles, eran unas criaturas de lo más interesantes y por eso le hice caso.
Llegué hasta esta que estaba junto a los demonios, comencé a leer las características enumeradas:

"- Leer recuerdos.
- Borrar memorias.
- Modificar recuerdos.
- Telequinesis.
- Telepatía.
- Fuerza extra.
- El poder de volar con sus exuberantes alas.
- Invisibilidad.
- Persuasión.
- Teletransportación.
- Poder sobre la gravedad y los elementos.
- Atraversar objetos.
- Resistencia al fuego."

No me extrañaba que, además de ser hermosos, fueran extremadamente poderosos. Podía decir que eran la criatura más espectacular.
Fui hasta la página de los vampiros, junto a la de los Demonios que dejaría para la última:

"- Fuerza extraordinaria y sobrehumana.
- Control mental.
- Capacidad de disolverse dejando un rastro de humo o niebla.
- Transformación en lobos, ratas y murciélagos.
- Comunicación telepática con seres de su misma especie.
- Telequinesis.
- Regeneración tanto de ellos mismos como para el resto.
- Belleza extraordinaria.
- Duermen en ataúdes.
- No pueden atravesar agua, les causaría quemaduras.
- Incapaces de reflejarse en los espejos.
- Debilidad a la plata, el ajo, el sol y y los crucifijos.
- Inmortales a excepción de si se les clava una estaca en el corazón."

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐈𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐈𝐑 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora