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- ¿Por qué nos mandas esto a nosotros? ¿Qué se supone que estás haciendo tú mientras tanto? - interrogué al rubio frente a nosotros.

- Distraerla y estar con ella como si no pasara nada. Vosotros estáis de un lado para otro todos los días, pero si me ve a mí marcharme sospechosamente al mundo humano, se va a dar cuenta. - contestó Riki -. Y cuando tuvo clase ayer, decidí el menú con Sunoo y reservamos la comida que íbamos a servirnos. También vamos a sacar los altavoces del sótano con ayuda de Jay y conseguir una bola de discoteca, porque la que había la rompieron.

- Me sigue pareciendo indignante que a nosotros dos nos toque lo peligroso. - me crucé de brazos.

Sunghoon pasó el brazo detrás mía y me apegó un poco a él mientras se reía por mi indignación. A él en realidad le daba igual. Y lo comprendía, era una excusa para hacer cosas conmigo en esta vida. No, no me lo tenía creído, de hecho me costaba. Él ya me lo había dicho más de una vez en alguna de esas noches de acurrucarse junto al otro, dormir abrazados... Y realmente me gustaba recordarlo.

- Sois los más capacitados para hacer esas cosas. - se excusó él.

- Sunghoon sí, ¿Pero yo? - negué -. Solo me toca porque soy su novia.

- Eres más fuerte de lo que crees. - dijeron ambos a la vez.

- Uy... - musité mientras una sonrisa escapaba de mi rostro -. Bueno, lo que sea. Si quieres que vayamos a hablar con el director para convencerlo, lo haremos. Pero eso de manipular su mente... Me niego.

Riki suspiró -. Tendré que confiar en que lo vais a conseguir de la forma tradicional.

- ¿Con quién te crees que estás hablando? - Sunghoon rodó los ojos -. Soy Park Sunghoon.

Lo miré.

- Ah, sí, y Minyeo. - sonrió.

...

- ¿Qué vamos a hacer exactamente?

- Tú te quedas fuera si quieres, solamente tengo que entrar y pedírselo. Aunque me llevará un rato. Si le doy toda una explicación de por qué debería permitírnoslo, acabará aceptando simplemente para que me calle. El problema es que es un proceso largo. Cuando lo hice para tu cumpleaños, me costó la vida.

Estábamos ya en la puerta de su despacho, el tecleo frecuenge y frenético en el ordenador se escuchaba desde fuera y no poco. Hacía calor, esa zona siempre estaba así aunque tal vez eran los nervios de hablar con el nombre. Sunghoon estaría acostumbrado porque además se llevaban hasta bien, el simple hecho de que le dejó entrar para buscarme, lo demuestra. Yo nunca lo había hecho aún y no quería. Era un demonio de unos tres mil años que originalmente fundó el reformatorio para conseguir presas fáciles, pero después mantuvo la idea de escolarizar a quienes aún estuvieran viviendo con sus padres y dependiendo de ellos, independientemente de la edad, y estos decidieran mandarlo ahí. Por eso había gente que tenía, fácilmente, miles de años.

- Voy a entrar. - afirmó posando delicadamente la mano en la puerta, antes de dar varios toques -. Te diría que esperes aquí, pero pensándolo mejor, haz lo que quieras. Este hombre es terco como sí solo y me va a llevar un rato conseguir superar el primer obstáculo: que no se centra en lo que digo porque está escribiendo en el ordenador. Y eso ya son minutos.

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐈𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐈𝐑 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora