- 49 -

1.1K 154 46
                                    

...

- ¿Y qué se supone que hiciste? - preguntó Heeseung mientras me ayudaba a quitarme los guantes, que al ser de cuero se me quedaron pegados por el sudor.

- Pues matarla. - me encogí de hombros -. Si se aparece una Imera de la nada en mi cuarto, ¿Qué esperas que haga?

- ¿Vislumbrarla, tal vez?

- Eso sería peligroso. - intervino Jay -. Fue mejor que no lo hicieras.

- Podría haberlo hecho, pero lo hice hace poco y no me gustó lo que vi. En realidad, solo sirve para ponerme triste, remover los recuerdos de Sunghoon y hacerme odiar la situación, aún más. - suspiré -. Por eso me deshice de ella y ya está. Aunque no entiendo por qué vino mientras meditaba, es decir; no hice nada para llamarlas.

- Que últimamente tengas más control con ellas, no significa que vayan a esperarse a que a tí te apetezca invocarlas para aparecer. Recuerda que estás maldita. Te estaba atacando, igual que lo hacían tus primeros meses aquí. - explicó Jay.

- Además, - fue a añadir Heeseung. - si vislumbraste una que invocaste en tu propio cuarto hace poco, como nos dijiste, lo más normal es que por eso hayan empezado a aparecer ahí y por los dormitorios haciendo trastadas... Aunque solo tú y Sunghoon podáis verlas, a esas en concentro.

Así que era por eso.

Lo que pensé era cierto. Podían empezar a acostumbrarse a presentarse por allí con regularidad porque invoqué a una desde la sombra de la lámpara. Y que ya hubiera habido una que se metió en el reloj, fue tan solo una casualidad. A lo mejor esa ni siquiera venía de la maldición.

- Que la he cagado, vamos. - resumí.

- Un poco. - admitió Heeseung -. Pero bueno... Harán un par de cosas y viendo que son asesinadas, dejarán de hacerlo. Tienen inteligencia, al fin y al cabo.

- Lo cuál es escalofriante. ¿Dónde se supone que tienen el cerebro, si algunas son hasta semi transparentes? - pregunté con angustia.

Jay tosió de forma falsa -. Te recuerdo que soy de su misma especie.

- Ya, pero tú tienes el cerebro ahí, en la cabeza. - le señalé.

- El recipiente lo tiene. ¿Te crees que lo uso? - rodó los ojos -. Los demonios que somos masas de humo, espectros y esas cosas, incluyendo a las Imeras, no tenemos cerebro. Nuestra inteligencia viene del poder y la magia. Ya deberías de haber aprendido que en este mundo la lógica brilla por su ausencia, y que no hay explicación científica para todo.

- Pues es verdad... - suspiré -. Bueno, podéis iros. Voy a prepararme para el cumpleaños de Hoyeon. - sonreí y les hice un ademán con la mano, hacia la puerta.

- Hasta luego. - musitó Heeseung, agarrando su mochila.

Mientras tanto, Jay dejó la bolsa de las almas sobre el escritorio y se despidió de mí con una sonrisa y la palma de su mano.

Y salieron.

Acabábamos de volver de robar almas. Cincuenta, en concreto. Había pocas en los dormitorios ya que el mes acabó el día anterior y aún no habían restaurado los almacenes. Esas y las treinta que le dio tiempo a robar a Sunghoon el otro día, hacían ochenta más que fueron para la bolsa. Teníamos mil ochocientas treinta y cinco.

Me quité todo el conjunto ajustado y negro que me cubría. A veces pensaba que eso solamente haría que fuéramos mucho más llamativos, ir así, incluso con las manos y cara cubiertos, se veía ligeramente sospechoso. Pero los chicos me obligaban para meterse más en el papel. Parecían niños pequeños.

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐈𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐈𝐑 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora