Cuando recobro la cordura, abro los ojos y alzo la mirada buscando a mi destinado. Él se aparta de mi cuello. Emilio tiene una expresión muy tierna. Frota su nariz contra la mía, se apoya en los codos, y tomando mis manos entre las suyas, las coloca junto a mi cabeza. Creo que lo hace para evitar que lo toque. Lo entiendo, no puedo ir tan deprisa. Me besa los labios mientras sale de mí.
- Había extrañado esto – dice en voz baja.
- Yo también – susurro.
Me coge de la barbilla y me besa con fuerza. Un beso apasionado y suplicante, ¿qué me quiere pedir? No estoy seguro.
- No vuelvas a dejarme – me implora, mirándome con seriedad – Por favor, Joaquín.
- No lo haré – murmuro, y le sonrío. Me responde con una gran sonrisa, ya se encuentra aliviado – Gracias por el iPod y por las otras cosas.
- No son necesarias, Joaquín... Te daría cualquier cosa.
- Prefiero tenerte a ti, Emi – susurro.
Le acaricio la mejilla y él cierra los ojos durante un instante.
- ¿Cuál es tu canción favorita de todas las que hay?
- Eso sería darte demasiada información. – Sonríe – No sea tan curioso, Bondoni. Ve, prepárame algo de comer, omega, me muero de hambre – añade, incorporándose de la cama y arrastrándome con él.
- ¿Omega? No me gusta cómo lo dices – digo y me cruzo de brazos.
- ¿Omega precioso? – pregunta con una gran sonrisa – Comida, ahora, por favor.
Entrecierro un poco los ojos y él me sigue sonriendo.
¿Cómo le digo que no a esa linda sonrisa?
- Creo que tienes razón – digo.
- ¿En qué? – arquea una ceja – Bueno, siempre tengo razón.
Me río.
- Sí, claro... Tienes razón cuando dices que soy precioso – le digo bromeando.
Me mira y niega con la cabeza.
Dirige su mano a mi cadera y la acaricia, causándome un cosquilleo.
- Eres más que precioso, Joaquín – susurra en mi oído y deja un beso en mi mejilla – Ahora, comida, por favor. Estás muy flaco.
Evito poner los ojos en blanco. Rompió el momento cursi.
- Está bien, solo porque me lo pides con tanta amabilidad. Y si tú cocinas, comeremos mañana – le digo y me río de él.
Al levantarme rápidamente de la cama siento una ligera molestia que ignoro, la almohada se mueve y aparece debajo el globo desinflado del helicóptero. Emilio lo coge y me mira.
- Ese es mi globo – digo mientras cojo mi bata y me la pongo.
Genial, ya lo descubrió. ¿Por qué tuvo que encontrarlo?
- ¿En tu cama? – pregunta.
- Sí – murmuro y suspiro – Necesitaba algo tuyo, la verdad... Me hizo compañía.
Me mira, abre la boca, pero se detiene. Mueve la cabeza y mira nuevamente el globo.
Creo que está meditando algo, no está seguro si decirme algo o no. Finalmente, abre la boca.
ESTÁS LEYENDO
Mi alfa y sus sombras más oscuras (Adaptación)
FanfictionJoaquín Bondoni llegó a la vida de Emilio Marcos para darle un giro de 180°, poniendo su mundo de cabeza y todo lo que creyó que no necesitaba, ahora necesita. Emilio sigue teniendo demasiadas sombras, demasiados traumas y demasiadas cicatrices que...