29. Apártate

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Los ojos de Mauricio tienen un destello azul muy oscuro, y sonríe con aire despectivo mientras mira con lascivia mi cuerpo de arriba abajo. Provocando que de alguna forma me sienta desnudo ante él.

¿Qué es lo que quiere?

Mi omega se inquieta... ahí está ese presentimiento que he tenido durante todo el día. ¡Diablos! Me equivoqué al pensar que él no intentaría nada más.

A pesar de la angustia que empiezo a sentir, recuerdo todo lo que aprendí en mis clases de autodefensa, y lo más es importante es hacer que sigan hablando para ir ganando tiempo. Papá siempre me enseño eso. Siempre se enfoco en prepararme para varios escenarios.

- Mauricio, no creo que ahora sea el mejor momento para eso. Recuerda que tu taxi llegará dentro de diez minutos, y todavía no te he dado todos los documentos que necesitas – digo, aparentando tranquilidad, pero mi voz ronca me delata.

Él sonríe, y cuando finalmente esa sonrisa alcanza a sus ojos, tiene un aire que da miedo. Su mirada brilla bajo la cruda luz del tubo fluorescente sobre nuestras cabezas en este cuarto gris y sin ventanas. ¡Maldita sea! Solo podría escapar por la puerta, pero él está cerca de ella. Si intento algo, él podría ser más rápido que yo y alcanzarme antes de llegar al pomo de la puerta.

Da un paso hacia mí, sin apartar sus ojos de los míos. Lo miro, y veo sus pupilas dilatadas, el negro está ocultando el color de su iris. Y su aroma también se intensifica.

- ¿Sabes?, tuve que pelearme con Renata para darte este trabajo...

Se le quiebra la voz y se acerca un paso más, y yo retrocedo hasta alcanzar los armarios de la pared. Debo de hacer que siga hablando. Necesito ganar tiempo hasta que llegue mi Emi.

- ¿Cuál es tu problema exactamente, Mauricio? Si quieres presentar una queja, quizá deberíamos decirles a recursos humanos que estén presentes para que puedan tomar cartas sobre el asunto. Podemos hablarlo con Renata en un entorno más formal. No tengo ningún problema.

Mierda. ¿En dónde está el personal de seguridad? ¿Habrá alguien más en el edificio?

- Descuida, no necesitamos a recursos humanos para gestionar esta situación, Joaco – dice, haciendo una mueca – Cuando te contraté, creí que trabajarías duro. Creí que tenías potencial. Pero ahora... no lo sé. Te has vuelto distraído y descuidado. Y me pregunté... si no sería tu novio el que te está llevando por ese camino. Ya sabes, cuando los omegas encuentran a un alfa se vuelven... distraídos.

Pronuncia "novio" con un gran desprecio.

- Decidí revisar los movimientos de tu computadora, para ver si encontraba alguna pista, y me encontré con tu cuenta de correo electrónico, ¿Y sabes qué encontré, Joaco? ¿Sabes lo que no encajaba? Los únicos correos personales de tu cuenta eran para ese alfa egocéntrico que tienes por novio. – Se para y evalúa mi reacción. – Y me puse a pensar... ¿dónde están los correos que le envía él? No hay ninguno. Nada. Cero. Dime, ¿qué está pasando, Joaco? ¿Cómo puede ser que los correos que él te envía no aparezcan en nuestro sistema? ¿Eres una especie de espía empresarial que ha colocado aquí la organización de Marcos? ¿Es eso?

¡MIERDA! Los correos. Por favor, que no sean los correos que revelen algo importante. Por favor que sean los correos que solo dicen que quiero que me recoja.

- Mauricio, ¿de qué estás hablando? – pregunto, tratando de parecer confundido, y creo que resulto bastante convincente.

Esta conversación no va por donde esperaba y no me fío de él. Su aroma en serio está prendiendo todas las alarmas de mi omega. Alertándolo y queriendo que Mauricio se aparte.

Mi alfa y sus sombras más oscuras (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora