31. Nuevo trabajo

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Emilio me acaricia el cuello con la nariz y me despierto poco a poco.

- Buenos días, nene – susurra, y me mordisquea el lóbulo de la oreja.

Mis ojos se abren de golpe y se vuelven a cerrar enseguida. La brillante luz de la mañana inunda la habitación y, tumbado a mi lado, él me acaricia suave y provocativamente la cintura, subiendo por el costado y vuelve a bajar. Baja hasta la cadera, me agarra y me atrae hacia él.

Me estiro, disfrutando de sus caricias, y noto su erección contra mi trasero. Oh.

- Parece que alguien más se despertó – balbuceo medio dormido, y me retuerzo sugerentemente contra él.

Noto que sonríe pegado a mi mejilla.

- Solo estoy contento de verte... no me puedes culpar – dice, y desliza su mano sobre mi vientre y más abajo, alcanzando mi miembro y explorándolo con los dedos – Definitivamente, despertarse con usted tiene sus ventajas, joven Bondoni.

- Parece que solo me quieres por mi cuerpo – susurro.

Y me da delicadamente la vuelta, hasta quedar tumbado boca arriba.

- Claro que no. Yo te amo por otras cosas, Joaquín – dice con expresión muy seria - ¿Dormiste bien?

Asiento con la cabeza.

Sus dedos vuelven a acariciarme. Me mira sonriendo... con una increíble sonrisa que me deja completamente sin aliento.

Mis caderas empiezan a balancearse al ritmo de la danza que han iniciado sus dedos, pero él se detiene, bajando más hasta alcanzar mi entrada. Me besa y luego desciende hasta el cuello, mordisqueando despacio, besando, y chupando. Gimo. Actúa con delicadeza, y su caricia es leve. Sus ágiles dedos siguen acariciando y desliza uno de ellos en mi interior, muy despacio.

- Oh, Joaco – murmura junto a mi garganta – Siempre estás listo.

Mueve el dedo al mismo tiempo que continúa besándome, y sus labios viajan por mi clavícula y luego bajan hasta alcanzar mi pecho. Con los dientes y los labios tortura primero un pezón y luego el otro, pero lo hace con mucha ternura.

Yo jadeo.

- Mmm – gruñe bajito, y levanta la cabeza para mirarme con sus ardientes ojos marrones – Te deseo ahora, ¿quieres?

Vuelvo a asentir con la cabeza. Se coloca sobre mí, apoya el peso en los codos y frota la nariz contra la mía mientras usa las piernas para separar las mías.

Me doy cuenta de algo.

- Emi... - me muerdo el labio – Creo que en serio te dejé una pequeña marca – digo, divertido.

Frunce el ceño, sin entender.

- ¿Qué?

- Me parece que te deje un pequeño chupetón – murmuro, tratando de no reírme de su cara.

- ¿En serio? – pregunta sorprendido.

Asiento con la cabeza, sonriéndole.

- Nunca había tenido uno... - dice, como si estuviera recordando algo.

- Bueno ahora tienes uno... ¿Cómo te sientes con ello?

Se encoge de hombros.

- No sé... Supongo que solo deberé de usar una camisa que me cubra esa zona... ya sabes, para que no se den cuenta en la empresa – murmura – Ahora yo soy el que quiere marcarte.

Mi alfa y sus sombras más oscuras (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora