8. Señora Lincoln

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No puedo creerlo.

- Greta, ¿con quién está hablando el señor Marcos? – pregunto entre dientes.

Mi omega se siente tan molesto y celoso. Una parte de mí quiere abandonar el salón y mandar al diablo a Emilio, al menos por unas horas; mientras que mi omega quiere correr a su lado e impregnarlo de mi aroma hasta que esa Alfa se aleje de mi Emilio, y se de cuenta de que ya tiene un omega y no necesita a una rubia teñida.

Trato de relajarme, pero creo que no lo consigo.

Uno, dos, tres...

- Ah, es la señora Lincoln. Es una de las propietarias. El señor Marcos es el otro dueño.

Me parece que Greta no se ha dado cuenta del cambio que ha tenido mi aroma, porque su actitud no ha cambiado y se muestra indiferente.

- ¿La señora Lincoln? – cuestiono.

Creí que la señora Robinson estaba divorciada. Quizá se volvió a casar con algún ingenuo que no sabe realmente lo que ella hace, porque dudo mucho que alguien que sepa su historial estaría con ella como si nada... Meterse con un menor de edad e hijo de una de sus amigas... es demasiado. Además, llevarlo a ese mundo, cuando todavía era un adolescente con varios problemas. Es aprovecharse de él, aunque Emilio no lo vea de esa forma.

- Sí. No suele venir, pero el día de hoy uno de nuestros estilistas está enfermo, y ella lo está reemplazando – me cuenta – Es muy buena en lo que hace.

Sí, en corromper a menores de edad. Es muy, pero muy buena.

- ¿Conoces el nombre de la señora Lincoln? – cuestiono a regañadientes.

Necesito confirmar mis sospechas, aunque ya estoy 99.9% seguro.

Greta levanta la vista, me mira con el ceño fruncido y no quita su mirada, molestándome un poco por la intensidad.

Sí, en este momento me molesta todo.

- Elena - dice de mala gana.

Al verificar mis sospechas, mi omega se siente demasiado enfadado y no puedo evitar soltar un gruñido. La beta me mira como si me hubiera vuelto loco de repente, y empieza a olfatear el aire que nos rodea. Sí, creo que no logre controlar mis feromonas, pero cómo podría si es que mi Alfa está con esa.

Los Alfas siguen inmersos en su conversación, ajenos a mí. Emilio le cuenta algo a Elena, como si fueran grandes amigos que se han reencontrado y la simple idea me desagrada.

La señora Lincoln parece preocupada, asiente, hace muecas y menea la cabeza. Alarga la mano y le acaricia el brazo con cariño mientras se muerde el labio. Asiente de nuevo, me mira y me dedica una sonrisa.

Frunzo el ceño y me cruzo de brazos.

¿Me está sonriendo? ¿Cómo se atreve? No, ¿cómo es que Emilio se atreve a dejar que lo toque?

Yo casi no lo puedo tocar, en cambio ella...

Creo que mi aroma se ha vuelto muy desagradable, porque logre alejar a la beta que estaba a mi lado y un par de personas me han volteado a ver, sin entender que es lo que sucede.

Y yo solo les dedico una mirada de: Métanse en sus asuntos. Por lo que voltean y siguen en sus actividades como si nada.

Mi omega está furioso y no sé cuánto tiempo más pueda soportar esta situación.

Elena le susurra algo a Emilio, que dirige la mirada brevemente hacia donde yo estoy, y luego se vuelve hacia ella y le contesta. La Alfa asiente y creo que le desea suerte, pero mi habilidad para leer labios no es muy buena, así que no estoy seguro.

Mi alfa y sus sombras más oscuras (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora