12. Un pequeño baile

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Salimos al jardín y veo que toma otro camino. Creí que iríamos a la casita del embarcadero de la otra vez, pero no lo hacemos.

Emilio me lleva a la parte de atrás de la casa y abre una puerta que da un salón enorme que yo no había visto cuando vine la vez pasada. Atravesamos la sala hacia una escalera que tiene una barandilla de madera pulida.

Me toma de la mano nuevamente y me lleva al segundo piso, y luego por el siguiente tramo de escaleras hasta el tercero. Abre una puerta blanca y me da espacio para que entre a un dormitorio.

- Esta era mi habitación - dice en voz baja, se queda junto a la puerta y luego la cierra.

Es una habitación grande, pero hay muy pocos muebles. Las paredes son blancas, al igual que los muebles. Hay una cama grande, una mesa, una silla, y un par de estantes llenos de libros y diversos trofeos. Las paredes están decoradas por algunos carteles de cine y afiches de Michael Jackson. Sobre el escritorio hay un corcho que está cubierto con diversas fotos, banderines de los Mariners y entradas a conciertos. Volteo y busco a Emilio con la mirada, quien se encuentra en el centro de la habitación.

- Nunca había traído a otra persona aquí – murmura.

- ¿Nunca?

Niega con la cabeza.

- Me da mucho gusto ser el primero – confieso – Espero ser el único.

- Lo serás, Joaquín. No quiero traer a otra persona aquí.

- Yo tampoco lo quiero, Emi.

Necesito tenerlo cerca, quiero acercarme y refugiarme en su cuello. Tanto tiempo sufriendo con ese juguetito que ahora toda esa ansiedad y deseo acumulado, quiere salir y mi omega desea lanzarse sobre él.

- Lamentablemente, no tenemos mucho tiempo, Joaquín. Aunque creo que por la forma en la que nos encontramos, no necesitaremos de mucho. Déjame que te quite el traje – se acerca a mí y me susurra al oído – Déjate la máscara puesta.

- ¿Es un nuevo fetiche, señor Marcos? – me burlo.

- Puede que sí, nene.

Gimo y mi cuerpo se tensa.

- Espera – lo detengo.

Retrocede y parece un poco sorprendido.

- Yo me quito la ropa, tú hazlo con la tuya, así será más rápido.

- Parece que alguien está desesperado, de nuevo... – dice divertido.

- Te voy a poner esas bolas durante más de dos y haré que estés en un evento con más de cien personas para que veas lo que se siente, y después me dices si estás desesperado o no – digo con algo de irritación.

Se acerca más a mí y me toma de la cintura.

- Vamos a hacer algo para remediar eso, nene.

Se desata la pajarita, se desabrocha los tres botones de arriba de la camisa y se detiene.

- Pensé que querías que nos desvistiéramos rápido – murmura al ver que sigo en el mismo sitio y con la misma cantidad de ropa.

Empiezo a quitarme prenda por prenda hasta quedarme solo con mi pequeño bóxer.

- ¿Sabes, nene? – dice en voz baja – Estaba tan molesto cuando compraste mi lote en la subasta que se me vinieron varias ideas a la cabeza... Pero tuve que recordarme a mí mismo que ya no tenemos ese tipo de relación.

Mi alfa y sus sombras más oscuras (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora