Emilio me abre la puerta, y yo ocupo el asiento del pasajero.
- Gracias – le digo en cuanto se sienta a mi lado – No era necesario, pero te lo agradezco, Emi.
Él sonríe satisfecho.
- Lo hago con mucho gusto, Joaquín. Me gusta consentirte, en realidad lo haría más seguido si eso no representara un gran problema, porque me imagino que no lo aceptarías fácilmente, ¿cierto?
- Tienes razón – acepto – Me pregunto cómo te podría consentir a ti.
Emilio enciende el motor y vuelve a sonar la música.
- Ya lo haces – afirma, viendo hacia la autopista.
- Yo siento que no, pero si tú lo dices...
Tendré que pensar en algo para consentirlo.
- Por cierto, ¿tienes hambre? Me parece que no terminaste el desayuno – recuerda. No se le escapa nada.
Ni siquiera me acordaba de mi desayuno incompleto, desde que Emilio está en mi vida mi apetito ha cambiado mucho. No sé si eso es bueno o no...
- Eh... Sí, un poco.
- Entonces comamos primero. No quiero que te enfermes, pequeño omega.
Emilio conduce hacia los muelles y después hacia el norte, por el viaducto Alaskan Way. Es un día precioso en Seattle, está soleado y parece que no habrá ninguna tormenta, lo cual es bueno, porque Seattle suele ser una ciudad muy gris y lluviosa.
Emi parece feliz y relajado mientras circulamos por la autovía escuchando la dulce voz de la cantante. Estamos en silencio, pero no es un silencio incómodo, al contrario. Me gusta sentirme cercano a él sin tener que hablar. Sin duda siento una conexión y mi omega se siente completamente augusto con el alfa de Emilio.
Veo por la ventana. Emilio gira a la izquierda, por la carretera de la costa, y finalmente deja el carro en un estacionamiento frente a un puerto deportivo enorme. En los años que llevo viviendo en Seattle, nunca había venido a este lugar.
- Comeremos aquí. Espera, te abriré la puerta, nene – dice, y lo veo rodear el carro.
Siempre tan caballeroso. ¿Quién se lo hubiera imaginado? Como él a veces es un poco cortante, pero nadie conoce a este Emilio. Espero que se logré abrir con su familia, él los quiere y se preocupa por ellos, pero no sabe cómo demostrárselos. Veré que puedo hacer al respecto...
Caminamos tomados de la mano hacia la zona del muelle, donde el puerto se extiende frente a nosotros.
- ¡Wow, cuántos barcos! – comento.
Hay centenares, de todas las formas y tamaños, meciéndose sobre las tranquilas aguas del puerto deportivo. Fuera, en el estrecho de Puget, hay docenas de veleros oscilando al viento, gozando del buen tiempo.
Hay un poco de viento, así que me pongo la chaqueta sobre los hombros.
- ¿Tienes frío? – me pregunta, y me atrae hacia él.
- No, no te preocupes, Emi.
- Mmm... De acuerdo, ven por aquí.
Emilio me lleva a un bar inmenso situado frente al mar y se dirige hacia la barra. La decoración es más del estilo de Nueva Inglaterra que de la Costa Oeste: paredes blancas, mobiliario azul claro y adornos de la marina colgados por todas partes. Es un local luminoso y alegre. Me gusta.
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Mi alfa y sus sombras más oscuras (Adaptación)
FanfictionJoaquín Bondoni llegó a la vida de Emilio Marcos para darle un giro de 180°, poniendo su mundo de cabeza y todo lo que creyó que no necesitaba, ahora necesita. Emilio sigue teniendo demasiadas sombras, demasiados traumas y demasiadas cicatrices que...