25. Perdiendo el control

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No puedo creerlo.

Está ahí, mirándome con una expresión inexpresiva e inquietante, y con una pistola en la mano.

Mi omega no sabe qué hacer o cómo reaccionar ante algo así, solo sigue sintiendo la desesperación por correr.

Parpadeo varias veces mirando a María, mientras no logro concentrarme en un solo pensamiento. ¿Cómo logro entrar? ¿En dónde está Azul? ¿Azul está herida? ¿Por qué no percibo ningún aroma? ¡Dios! ¿Le habrá hecho algo a mi amiga?

Tengo miedo. Siento un escalofrío que me recorre toda la columna vertebral y se me erizan todos los vellos del cuerpo.

En serio espero que Azul no haya sido su víctima. Mi respiración empieza a acelerarse y la adrenalina y un pánico paralizante invaden todo mi cuerpo. Necesito mantener la calma. Necesito mantener la calma. Me repito varias veces mentalmente, tratando de tranquilizarme.

Ella ladea la cabeza y me mira como si yo fuera alguien extraño, como si nunca hubiera visto a alguien como yo... Como si fuera un extraterrestre o algo por el estilo, y eso me desconcierta.

Siento que han transcurrido varias horas desde que ingrese al departamento, pero estoy seguro de que no es así, y es que no logro procesar todo lo que está ocurriendo. El semblante de María sigue totalmente inexpresivo, y su aspecto tan descuidado y enfermizo como la última vez que la vi, no ha cambiado. Sigue llevando el mismo abrigo mugriento, y parece que necesita una ducha cuanto antes. Se nota que su pelo está completamente grasoso y lacio pegado a la cabeza, y sus ojos castaños se ven apagados, sin luz, sin esperanza.

A pesar del miedo que estoy sintiendo, intento hablar.

- Hola... ¿María, cierto? – alcanzo a decir.

Ella sonríe, pero no es una sonrisa verdadera; sus labios se curvan de un modo desagradable y hasta cierto punto, escalofriante.

- Él habla – susurra, y su voz es un sonido extraño. Es suave y ronco. Algo desconcertante.

- Sí, hablo – le digo tranquilamente, como si le estuviera hablando a una cachorra - ¿Estás sola aquí? ¿Dónde está Azul? ¿La has visto?

¡Dios! En serio espero que mi mejor amiga no esté herida. Tiene que haber otra razón razonable por la cual no percibo el aroma de mi amiga, y tampoco el de María.

- Sola – susurra – Sola.

No sé por qué, pero eso me da mucha pena. No lo entiendo. ¿A qué se refiere? ¿Yo estoy solo? ¿Ella está sola? ¿Está sola porque le ha hecho daño a Azul?

- ¿Qué estás haciendo aquí? – pregunto, aguantando el miedo asfixiante que me oprime la garganta al pensar que mi mejor amiga podría estar herida o... - ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?

A pesar del miedo que estoy sintiendo, trato de apartar cualquier sentimiento como ese, logrando hablar de la mejor forma.

Ella frunce el ceño como si mis preguntas la aturdieran por completo, pero no hace nada, solo permanece inmóvil en su mismo sitio. Sigue sosteniendo la pistola con gesto relajado. Yo trato de apartar cualquier pensamiento relacionado a eso, e intento otra táctica. Necesito que ella permanezca tranquila.

- ¿Deseas tomar algo? Te podría ofrecer un café, té... Me parece que también hay jugo de naranja.

Ay, ¿por qué le estoy preguntando eso? Estoy seguro de que si mi papá viera esto le daría un ataque, ya que he olvidado todas mis clases de defensa personal. Sí, sin duda le daría un ataque. Él ya la hubiera desarmado... en realidad yo podría hacer lo mismo. Técnicamente estoy preparado para hacerlo, pero... esto es demasiado para procesar.

Mi alfa y sus sombras más oscuras (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora