Capitulo 33- Deja vú.

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Alison Morgan

Me siento tan cómoda que ni siquiera quiero moverme para poder alcanzar mi teléfono. La alarma está sonando, pero se siente tan lejana que no me importa.

-Alison... apaga esa cosa, quiero dormir.

Pero que.

Abrí los ojos y me incorporé de golpe, separándome de Daniel, quien estaba durmiendo conmigo. Me llevé un susto horrible ¿Y él? Simplemente puso sus manos detrás de su cabeza, acomodándose mejor en mi cama.

-¿Que haces aquí?- pregunté molesta, seguido de tomar mi teléfono y apagar la alarma.

-Dormir.

-¡Te dejé quedarte en el cuarto de visitas!

-Si. Pero está muy lejos y no quería dormir solito.

-No puedes simplemente entrar a mi habitación y meterte a mi cama, eres un estúpido- tomé una almohada y comencé a golpearlo con ella.

Me asusté cuando lo vi, porque por un momento sentí algo parecido a lo de aquel día. Esa mañana estaba perdida, desconcertada, y lo que más temía era que Jack siguiera a mi lado. Y al ver a Daniel... solo pude pensar en eso. Aunque no sea ni remotamente parecido.

-¡Ya! ¡Perdón!- gruñó, tomando la almohada y arrebatándomela de las manos- Lo siento por asustarte, aunque no creo ser tan feo- sonrió- Además estábamos durmiendo abrazaditos, te veías cómoda.

-Eso es porque soñaba con alguien más.

-¿Con Ethan?- preguntó burlón- Entonces era una pesadilla, una muy violenta.

-Jodete- dije fastidiada.

-Yo puedo ser muchas cosas, Ali. Pero jamás he tratado así a una mujer- dijo mientras se levantaba de la cama, ni siquiera se molestó en ponerse una camiseta- Tengo algunos valores intactos, los que mi abuela me enseñó, y que él claramente no tuvo- murmuró eso último y salió de mi habitación.

Decidí ignorarlo. Me di una ducha y me puse un conjunto rojo, iré cómoda, una blusa y una falda a juego, tengo una sesión de fotos en unas horas así que no debo preocuparme de maquillaje ni nada de eso. Simplemente me puse los tacones y salí de mi habitación para poder tomar un café antes de salir.

Un aroma a café recién preparado inundó mis fosas nasales, mi estómago rugió de hambre, al llegar a la cocina pude ver a Daniel moviéndose rápidamente de un lado a otro.

-¿Que haces?- pregunté apoyando mis codos sobre la isla.

-Oh, ya llegaste- dijo con una sonrisa, tomó un par de platos y los dejó frente a mi- hice el desayuno. Falta el café, espera.

Yo observé todo, eran unas tostadas con huevos revueltos y tocino. Huele bien, debo admitirlo, no quemó nada, eso me impresiona teniendo en cuenta su historial de diva "tráiganme el desayuno a la habitación" Volvió con dos tazas de café y se sentó frente a mi.

-Vamos, siéntate- me alentó.

Me senté lentamente, algo desconfiada. Esto no es normal ¿o si?

-¿Le pusiste algo al café? ¿Veneno a la comida quizá?- pregunté como una paranoica.

-¿Porqué haría algo así? ¿Que clase de monstruo crees que soy?- preguntó divertido.

Ja. Que divertido.

He aprendido a no confiar en las personas, Daniel. Y lamentablemente no eres la excepción.

-No tengo hambre- mentí, corriendo el plato hacia él.

Todo comenzó con un contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora