Silence.[JungHope]

Amenaza.

—¿Cree que con eso nos va a calmar? Necesitamos explicaciones.

—¿Explicaciones? ¡Soy el rey! Eso es suficiente explicación.

—Señor, usted es el rey de toda una nación, su reino jamás le a visto, así que para dar una buena impresión necesita una esposa o un doncell como mínimo. Entienda que es por su bien.

—¿Mi bien? Olvidenlo, yo estoy bien así. ¡Así que olvidenlo!

—¡Señor!— el hombre golpeó la mesa llamando la atención del rey. —Si usted no consigue a alguien para que esté a su lado todos votaremos para quitarlo de ese puesto, lo quitaremos de aquí.

El rey salió de la habitación furioso, azotó la puerta saliendo lo más rápido posible, no quería ver a nadie, su humor estaba de lo más horrible, lo cual no era algo raro.

•••••

La celda era demasiado fría, estaba tirado en el suelo, lo que hacía doler más su cuerpo.

Con miedo levantó su camisa, su cuerpo dolía, miro su torso y vio que este estaba completamente lastimado, muchas marcas había en todo el cuerpo, parecía que lo habían torturado durante mucho tiempo.

Recostó su cuerpo totalmente, no sabía cuánto tiempo había pasado ya pero sin duda, ya habían pasado varias horas, nadie había pasado a verle y eso le preocupaba.

Seguro lo aclararia todo y podría ir con su madre y su padre a cenar.

¿Si podía regresar, cierto?

Un golpe en seco a su puerta lo saco de sus pensamientos, levantó la vista y con mucho esfuerzo se puso de pie, no quería molestar a aquellas personas, les tenía miedo y mucho.

—El rey quiere verte. ¡Muevete!

Con prisa corrió afuera de la celda y empezó a caminar con aquel hombre amenazándolo con un cuchillo en su espalda.

¿Porque su curiosidad tenía que ganarle a su fuerza de voluntad?

¿Porque la única vez que había desobedecido a su madre paso esto?

Cuando levantó la vista miro aquel trono tal deplorable, aún así los materiales se mostraban tan caros y lujosos.

Fijo mejor su vista notando una silueta demasiado grande, tenía miedo, el rey no era alguien de buena fama.

—Asi que tú eres el ladrón...— el tono de voz tan grave y fuerte hicieron temblar a Hoseok. —Veo que también eres un doncell, que pena.

—Mi señor, encontramos un anillo de plata en sus pertenencias, es más que obvio que un pueblerino no podría portar algo así de caro.

—¡Ese anillo es mío!— aún con miedo tenía que defenderse, no quería que le pasará algo malo.

—¡No mientas! ¿Cómo un asqueroso pueblerino podría cargar algo así? Solo eres un ladrón más.

—¡No soy un ladrón! Ese anillo es mío.

Aquel hombre salió de la oscuridad, dejando verle completamente.

Si con la sola silueta provocaba un miedo en Hoseok, ahora viéndolo directo le causaba un temblor en todo el cuerpo, ahora lo único que quería hacer era correr a los brazos de su madre.

Aquel hombre camino hasta quedar frente a Hoseok tomandolo de la mandíbula, examinando cada centímetro de su rostro.

—Asesinalo, ningún ladrón tiene derecho a vivir.