Capítulo 24

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La cabaña se había vuelto nuestra nueva casa. Al día siguiente que llegamos me encontré con varios cuadernos que tenían dibujos míos. El paso del tiempo volvió a Dexter un menor dibujante y pintor, sus dibujos parecían retratos vivos. Sus pinturas estaban sacadas de la realidad, los paisajes parecían camuflarse con los reales y los rostros parecían fotos imprimidas.

Black y Moon se adueñaron de una esquina del living al instante en que entramos, su cama se la dejamos al lado de la chimenea y sus platos de comida en la cocina.

- ¿Has hablado con Sean? – pregunté aceptando el vaso con jugo que traía.

- No, tiene que estar recuperándose – respondió sentándose a mi lado.

Estaba sentada en el piso mirando una película. Después de largos minutos de quejas por parte de mi lobito aceptó que me sentará en el suelo. Sentí su mano en mi espalda, lo miré y me corrí con cuidado un poco hacía delante. Se levantó y se sentó a mi espalda, quedé entre sus piernas y recosté mi cabeza en su pecho.

- Quedó con varios golpes después de la pelea – murmuré.

- Pero ganó y la manada quedó en sus manos oficialmente – respondió con tranquilidad – son golpes menores para todos lo que ha sufrido –

Hubo un silencio mientras la película avanzaba, sus manos acariciaban mi vientre y su barbilla reposaba en mi cabeza.

- ¿Por qué es tan difícil que estemos juntos? – murmuré.

- Lo difícil es lo mejor – respondió – aprendes a valorar lo que tanto esfuerzo de costo –

- ¿Y si nunca podremos estar juntos? – pregunté.

- Escapamos y creamos otra realidad – sentí su sonrisa – feliz estaría si debo crear nuestro propio mundo –

Fruncí mi ceño al sentir sus manos aferrarse con tanto cariño a mi vientre.

- ¿Y tu nuevo mundo incluye monstruos pequeñitos? – pregunté mirándolo.

- Si aceptas, por supuesto – sonrió amplio.

- Sigue soñando – murmuré seria desviando la mirada a la televisión.

- Sería bonito tener a un mini yo o una mini tú revoloteando por ahí – murmuré – o puede que ambos y no uno, o más – sonrió con esperanza.

- El jugo está rico – hablé cambiando de tema.

- Algún día – susurró haciendo un puchero.

- Seguro – rodé los ojos.

- Decías que nunca me ibas a querer y que no me soportabas – comenzó a hablar – y ahora te tengo en mis brazos – sonrió – la vida da vueltas locas – se encogió de hombros.

- Ya deja de hablar y déjame ver la película – hablé divertida.

Flexioné una de mis piernas y dejé la pierna herida extendida. La mano de mi lobito viajo automáticamente a mi muslo jugando con la grasa que había en el, fruncí el ceño mirando su mano.

- ¿Qué tienes con mis muslos? – pregunté mirando su mano apretarlo.

- Son esponjosos y suaves – respondió como niño pequeño.

- Son más grandes que tus manos – murmuré.

- Son bonitos – respondió apretando.

- ¿Aun son bonitos con una futura cicatriz? – la pregunta salió de mis labios por sí sola.

Luna Negra [... El Final]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora