Capítulo 32

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Mis pasos eran lentos y calmados. Miré la celda de Adalyn, se encontraba sentada con la cabeza oculta en sus rodillas. Mis pies siguieron avanzando con destino a ver a padre e hija.

Había un cuerpo tendido sobre la mesa metálica, el lugar estaba en silencio. Miré al padre, su mirada estaba en el suelo, su respiración era lenta y su cuerpo estaba afirmado sobre sus rodillas con los brazos extendidos a cada lado.

- Son iguales – susurró sin moverse.

- ¿A nuestros padres? – pregunté caminando a la mesa.

- No quería el mismo dolor que ellos – murmuró – no quería perder a mi hija, y sus propios hijos siguieron la cadena – las cadenas hicieron ruido al chocarse.

- Tu hija cometió el error de entrometerse en mi vida – respondí mirando el cuerpo de la chica.

- En parte fui culpable – sus palabras llamaron mi atención – la protegí y le concedí todos sus caprichos por miedo a verla morir – su mirada perdida se concentró en su hija.

- Cometiste el error con todos tus hijos y esposa – nos miramos mutuamente – mataste a tu esposa e hijas, y a tu hijo nunca lo protegiste – hablé firme.

- Damon siempre supo protegerse solo, confié en su potencial para enfrentar la vida desde que nació – su mirada se mantuvo fija en mí – Keila era diferente, hasta la hormiga recién nacida era capaz de lastimarla –

- Keila era el cristal que podía romperse con solo tocarlo, pero sus bordes eran filosos, como navaja recién pulida – desvié la mirada ante la chica.

- Si fueran filosos no hubiera perdido – murmuró sin emoción en su voz.

- Se enfrentó contra quien no teme a cortarse – respondí.

Nos quedamos en silencio, ambos mirando el cuerpo muerto de Keila.

- ¿Puedo pedir un favor? – preguntó en voz baja.

- Te escucho –

- Déjame llevarme el cuerpo de mi hija – pidió.

- Hoy en la noche los guardias te dejarán en e bosque, te llevarás a tu hija – giré sobre mis talones.

- Gracias, Luna Alexia – susurró mientras yo cerraba la puerta.

Caminé sin prisa por el camino que siguieron mis pasos minutos antes. Me detuve mirando a quien fue mi amiga. Suspiré y me apoyé en la pared, dejé deslizar mi cuerpo hasta quedar sentada. Mi brazo se afirmó sobre mi rodilla y la otra quedó extendida.

- ¿Ya decidiste mi castigo? – preguntó en un susurró.

- No – respondí en el mismo tono.

- No pediré perdón, para que lo sepas – susurró.

- Ya lo sabía – apoyé mi cabeza en la pared – la vida da vueltas locas – murmuré soltando una risa irónica.

- De jugar juntas a las muñecas, a terminar hablando a través de barrotes – habló en el mismo tono que yo.

Se levantó y se recostó contra los barrotes. Ambas nos dimos la espalda de alguna forma en esta posición.

- Veinticuatro años viviendo con rencor, ¿no quieres descansar de ese sentimiento? – miré el techo del calabozo.

No obtuve respuesta de su parte. Me quedé unos minutos sentada. Suspiré con pesadez y me levanté.

- Alexia – murmuró interrumpiendo mis pasos – aun que lo traicioné, me encariñé con Harry – nos miramos sobre nuestros hombros – tiene una vida que vivir, no dejes que muera –

Luna Negra [... El Final]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora