Capítulo 17: Petición ~Confesiones de amor~

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Pasaron el resto del tiempo tomándose fotos y visitando un museo cercano. Al atardecer, regresaron al hotel justo a tiempo para cenar. La vez anterior, Reigen no había podido probar toda la comida y estaba impresionado con los sabores, tema del que no paraba de hablar mientras Mob se limitaba a comer y a asentir, sin decir mucho.

Mientras veían la televisión, Reigen notó que el joven esper estaba algo nervioso y esa actitud la tenía desde que regresaron de su paseo. Sólo podía pensar que tal vez quería intimidad, pero no entendía por qué no lo decía. Mob ya no era tan tímido y tomaba la iniciativa. ¿Sería por el cambio de escenario? En la mañana no tuvo ningún inconveniente. O, quizás, no sentía que tuvieran esa atmósfera...

Se acercó a Mob y lo abrazó por detrás, como en la mañana. Le mordió suavemente el lóbulo de la oreja y repartió besos en su cuello. La piel del azabache se erizó ante el contacto. Reigen deslizó una mano hacia la entrepierna descubriendo una erección.

—Así que esto es lo que me ocultabas—le susurró al oído, pero Mob no contestó—. Vamos a los futones.

Tomándolo de la mano, lo condujo a la otra estancia, acostándose en los futones y llenándose de besos. Sin embargo, la actitud de Mob no cambiaba y Reigen comenzaba a inquietarse.

—¿Pasa algo malo, Shige?

El joven lo apartó para tomar asiento sobre sus piernas, apoyando sus puños en las rodillas en una postura un tanto rígida. A Reigen lo devoraba la ansiedad, mientras mil ideas no tan buenas pasaban por su mente. Su pulso se aceleró y el sudor se formaba en su frente. Mob tomó aire y separó los labios para hablar, con la vista en el suelo.

—Arataka-san, tengo una petición.

Bueno, ahora tenía toda la atención de Reigen quien estaba un poco más tranquilo.

—¿Y qué es?

Mob tragó grueso y se sonrojó.

—Quiero...—tomó aire de nuevo—. Quiero ser yo quien te lo haga a ti—dijo tan rápido que Reigen apenas le entendió.

Hubo un silencio. Para Reigen esto no era una sorpresa del todo, ya se imaginaba que, en algún momento, Mob le pediría un cambio de roles.

—Entonces... Quieres ir arriba, eso es lo que dices.

Mob asintió, tímido.

Reigen se frotó el cuello, algo nervioso. El problema no era cambiar de lugares con Mob, sino que él no se había tomado la molestia de prepararse previamente. A diferencia del azabache, nunca se había tocado atrás él mismo... Esto sería complicado, pero no quería decepcionar a Mob. Además, tenía curiosidad por saber cómo se sentía. Sonrió.

Entre tanto, Mob, hecho un manojo de nervios, aguardaba por la respuesta perdiendo la esperanza.

—Tal vez... Fue una mala idea...—dijo encogiéndose sobre sí mismo—. Entiendo que no quieras hacerlo...

—No, Shige, no es así—contestó finalmente, sacudiendo las manos—. Quizás establecimos nuestros roles por nuestras posiciones como maestro y discípulo, pero eso no significa que no podamos cambiar. Sólo recuerda que... Yo nunca he hecho esto antes.

Vio como el rostro de Mob se encendió de emoción y sus ojos tenían un tierno brillo. Así que, luego de aclarar algunos detalles, ambos se desnudaron por completo y se acomodaron en los futones.

Mob tomó el lubricante y comenzó a tantear la entrada de Reigen. Se basaba en su propia experiencia, cuando lo hizo en sí mismo por primera vez a los quince años. Le tomó bastante tiempo lograr introducir un sólo dedo y aún más lograr introducir otros dos. Reigen estaba muy incómodo, dolía mucho y estuvo tentado a detenerlo, hasta que sintió una especie de descarga eléctrica recorrer su cuerpo, haciéndolo gemir suavemente. Mob había encontrado su punto dulce y lo estimulaba con movimientos circulares, masturbándolo al mismo tiempo para excitarlo más.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora