Capítulo 24: Luz celeste ~Confidente~

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Después de su encuentro con Mob, Reigen llegó a la oficina con una sonrisa tan brillante que habría podido iluminar la habitación en un corte de electricidad. Aun cuando el esper no fue a correr con ellos los días posteriores, o que Hoyuelo volvió a la oficina, la sonrisa permanecía en su rostro, algunas veces acompañada de alguna canción que el falso psíquico tarareaba en voz baja.

El buen humor de Reigen no pasaba inadvertido para Tome y Serizawa, en especial la chica que lo interrogó sin éxito. La respuesta vino de boca de Shou.

—Es porque ya vio a Shigeo.

—¡¿Qué?!—gritó con emoción y corrió hacia Reigen quien estaba de pie junto a su escritorio —. ¿Cómo te fue? ¿Qué te dijo? ¿Por qué no me dijiste?

—No sucedió nada. Hablamos poco. Y no te conté porque sabía que ibas a reaccionar así.

—Le hizo la broma de fingir un desmayo—añadió Shou—. Consiguió hacer reír a Shigeo.

—¡¿En serio?!—exclamó tan fuerte que Reigen cerró los ojos—. Ya entiendo por qué Mob-kun también ha está de buen humor.

Sonrió con cierta malicia mientras giraba su rostro hacia Reigen para no perderse su reacción. Consiguió ver un pequeño sonrojó antes de que el mayor se diera la vuelta para caminar hacia su silla.

Mientras Tome molestaba a Reigen, Ritsu empacaba sus cosas para salir con Shou. Esa noche irían a cenar en casa de los Kageyama.

—Todo esto te divierte, ¿verdad?—le dijo Ritsu, serio.

—Sí—contestó asintiendo con una falsa seriedad.

El pelinegro suspiró y salió en compañía de su pareja. Tras unos minutos de viaje en auto, llegaron a su destino. Permanecieron un rato en la sala, conversando de diversos temas, a la espera del hijo mayor que aún no llegaba de la universidad.

—¿Cómo va el trabajo, Shou?— preguntó el padre.

—Muy bien. Ayer tuvimos una reunión para revisar el presupuesto de las tres nuevas sucursales que abriremos en los próximos meses.

—Te felicito—continuó el padre—. Tu empresa va progresando.

—Eso significa más dinero en tu futuro—dijo la madre a su vez—. Tienes tu vida asegurada, ¿verdad, Ritsu?

El aludido no quería responder, ni siquiera opinar. Odiaba el inmenso interés que sus padres tenían en "la empresa de Shou", como llamaban a la multinacional cuya propiedad estaba en manos de poco más de cien socios, aunque Shou fuera el principal y mayoritario. ¿Cuándo fue la última vez que preguntaron por la madre de Shou? ¿O por sus estudios? ¿O por Mofletes? Para suerte de Ritsu, no fue necesario decir nada pues justo en ese momento llegó su hermano mayor y él mismo salió a recibirlo.

—Bienvenido a casa, hermano.

—Hola, Ritsu. ¿Cómo estás?

Esa sonrisa que acompañaba a la pregunta le demostraba a Ritsu el interés genuino de Mob, pues de la misma manera saludó a Shou en cuanto entró a la sala.

—¿Cómo está Mofletes?

—Bien—le respondió Shou—. Igual de gordo que la última vez que lo viste.

Ambos chicos rieron.

—Iré a dejar mis cosas arriba, ya regreso.

Al pasar junto a su madre, ella pareció recordar algo.

—Por cierto, Shige. Hoy recibiste una llamada. No dejo ningún mensaje, sólo que te dijera que te llamó Nakamura Kaito.

Mob se petrificó en su lugar y su rostro palideció. Sabía bien que Ritsu se percataba de su reacción y aparentó tranquilidad.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora