Capítulo 32: Buscando a Reigen ~Perdón~

342 40 4
                                    

Espíritus y demás. El letrero se erguía confiado en aquella pared afuera del edificio. Mob lo miraba fijamente. Hasta ahora no le había prestado demasiada atención, aunque lo hubiera visto por años. Aquel anuncio le decía que del otro lado de esa pared estaba Reigen y, que si daba dos pasos hacia el borde de la acera, podría verlo por la ventana. Por eso estaba oculto en un punto ciego. No había visto al mayor desde que lo besara en público luego de comer ramen en su habitual restaurante. Se sentía inquieto. Tenía que hablar con él, pero le faltaba valor.

Se dio cuenta que aún no estaba listo para ver a Reigen, sintiéndose presionado por responder a su pregunta.

«¿Por qué te fuiste, Mob?»

Estaba tan inmerso en sus pensamientos, que no notó la presencia esper que se acercaba al lugar en un auto deportivo de color rojo. El conductor se bajó para acercarse por detrás dándole un buen susto.

—¿Acosando a Reigen, hermano mayor?—le dijo Shou consiguiendo que el otro se diera la vuelta de un salto.

—Esto... Yo... Vine... Bueno... Vine a ver...

A Shou le causó mucha gracias ver a su cuñado enredarse solo con sus propias palabras. Sus intenciones eran muy obvias, así que decidió darle un empujón.

—Te entiendo. Estabas cerca y quisiste pasar a saludar.

—Sí, sí... Eso...

—Bien, vamos entonces—le giró para tomarlo por los hombros y conducirlo dentro del edificio—. A Ritsu le encantará verte. También a Tome y a Serizawa—hizo una pausa—. Pero en especial, a Reigen.

Sintió a Mob ponerse nervioso y dejó de empujarlo.

—¿Viste a Reigen hace poco, Shigeo?

—Eh... Ah.. Sí. ¿Por qué?

—Porque su actitud ha cambiado mucho. Aunque no es su habitual felicidad de cuando te ve. ¿Pasó algo entre ustedes?

El azabache abrió sus oscuros ojos con marcada preocupación. Shou continuó.

—No es que no esté feliz, es sólo...—se rascó la cabeza—. Sería mejor que lo vieras por ti mismo.

En ese momento, Reigen ocupaba su tiempo en transcribir el informe de su último exorcismo. Tome, Ritsu y Serizawa buscaban ocuparse en cualquier trabajo de la oficina, sin incomodarlo ni hablar mucho. Ni siquiera Hoyuelo se atrevía a molestarlo. Y era porque Reigen estaba demasiado tranquilo para ser Reigen. Distraído y silencioso. Parecía perdido en su propia mente. A veces dejaba de teclear y miraba fijamente la pantalla. Lo que le sucedía era muy simple: Se debatía entre volver o no con Mob. Porque mientras su corazón le gritaba que lo hiciera, su sentido común le recordaba que había sido herido por el azabache. O tal vez era su orgullo. Como fuera, trataba de pensarlo todo con cabeza fría, igual que cuando comenzó a tener estos sentimientos por su, entonces, discípulo.

—¿Reigen?—la voz de Serizawa captó su atención. Miró al grupo que le veía con preocupación, incluso Hoyuelo.

—¿Eh? ¿Qué sucede?—parecía estar aún ausente.

—Dime, Reigen. ¿Es por Mob-kun que estás así?

—Por supuesto que no. Es su imaginación, estoy bien.

Ritsu se acercó con expresión grave.

—¿Viste a mi hermano? ¿Hablaste con él?

Sin embargo, Reigen ni si quiera quería admitir que había visto a Mob. No quería contarles acerca del beso ni de sus sentimientos revueltos que le tenían a la deriva.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora