Capítulo 33: La verdad ~Lo oculto~

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Shou realmente no entendía por qué hacía estas cosas. Si realmente quería mantener alejado a Shigeo de Ritsu. ¿O quería ayudar a aquellos dos? Ya no sabía si lo movía un sentimiento altruista o egoísta. Sentado en el comedor, observaba a Ritsu preparar el desayuno, algo ligero antes de salir a correr. Amaba el verano porque su pareja usaba menos ropa y aquella camiseta sin mangas y el pantalón corto le daban un aspecto más sensual. Estaba por hacerle una propuesta cuando el teléfono del pelinegro sonó. Aquel observó la pantalla con el seño fruncido antes de contestar.

—Hola, mamá.

Hola, Ritsu. Perdona que te llame tan temprano, pero quiero confirmar si Shige se quedó a dormir allí.

El entrecejo de Ritsu se arrugó aún más y miró a Shou culpándolo de lo que sucedía.

—No, mamá. Pero sé dónde está. Le diré que te llame.

Gracias, Ritsu.

Terminó la llamada y el pelinegro lanzó otra mirada acusadora a su novio.

—Mi hermano no fue a dormir a casa.

—¿Por qué siento que me estás culpando?

—¿Lo llevaste con Reigen?

—Tu hermano es un adulto. Puede pasar la noche con quien quiera.

Molesto con la respuesta, Ritsu se cambió rápidamente y salió del apartamento, seguido de Shou.

Reigen despertó antes que Mob. Continuaban abrazados el uno al otro, aunque en una posición diferente a la inicial. Reigen buscó su celular que aún estaba en el bolsillo del pantalón. Quería desactivar la alarma antes que interrumpiera el sueño del azabache, pero fue en vano porque el movimiento le despertó.

Mob abrió los ojos perezosamente, llevándole algo de tiempo darse cuenta de dónde estaba y con quién. Miró a Reigen y a su alrededor, alarmado, revisando que aún estuvieran vestidos, cosa que causó gracia en el rubio.

—Buenos días, Mob—sonrió porque no podía disimular que le hacía feliz despertar junto a él.

—Bu... Buenos días, Reigen—el joven era un manojo de nervios.

—¿Pudiste dormir? Tus párpados están muy rojos—extendió una mano hacia el otro, tomándole el rostro, para acariciar bajo su ojo con el pulgar—. Te prepararé algo tibio.

—Esto... No... No es necesario —al incorporarse, Reigen vio que algo había escapado del bolsillo de Mob.

—Se te cayó—dijo tomando el condón y devolviéndolo a un muy sonrojado Mob. Notó, además, que era el mismo que sobró de su pequeña aventura en el hotel del amor.

—Ah... No es lo que piensas. Olvidé que lo traía...

—Por supuesto, Mob—comenzó a molestarlo—. Eres un chico muy responsable.

Se levantó y salió hacia la cocina. Mob se apresuró a levantarse y seguirlo, dándole alcance en el pasillo.

—Reigen, yo lamento las molestias que te causé anoche.

El mayor le sonrió.

—No es una molestia, Mob. De ninguna manera te iba a dejar salir en ese estado. Además, somos amigos desde hace mucho tiempo, puedes confiar en mi.

«¿Amigos?»

Las presencias esper de Shou y Ritsu alertaron a Mob quien se apresuró a marcharse.

—Debo irme.

—Espera, Mob. No tienes que irte aún. Te prepararé un té.

Pero Mob cambió su camino y volvió a la habitación. Un par de segundos después, se escuchó el sonido del timbre con lo que Reigen entendió lo que sucedía. Con calma, se acercó a la puerta y le abrió a la pareja que llegaba más temprano.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora