Capítulo 18: Promesa ~Barrera~

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El fin de semana que Shou pasaba junto a Ritsu se convertía en una pesadilla. Desde el momento en que el pelinegro se subió al auto no hacía más que hablar del viaje de su hermano con Reigen, haciendo las casi cuatro horas de distancia entre Ciudad Condimento y Ciudad Legumbre aún más largas. Trató en varias ocasiones de cambiar el tema, pero su novio siempre encontraba la forma de volver al de su hermano.

Llegaron a casa de los Suzuki.  Ritsu ya era parte de la familia, aceptado hace mucho como la pareja del único heredero, por la madre de Shou y el personal de servicio.

Fueron recibidos con la cena y un baño tibio que tomaron juntos. Entraron a la habitación de Shou y el pelirrojo sacó a Mofletes II de la jaula para jugar con él, esperando a que el otro chico hiciera lo mismo. Sin embargo, seguía con el mismo molesto tema.

—En serio no sé en qué puede estar pensando mi hermano. Cómo no se da cuenta que debe alejarse de Reigen, por su propio bien. Ese tipo es un farsante...

—Ritsu.

—Por lo menos, siguieron mi consejo y aún no han revelado esa relación. 

—Ritsu.

—Falta menos de un año para que mi hermano se gradúe. Tengo que encontrar la forma de detenerlos...

—¡Kageyama Ritsu!—gritó finalmente, exasperado.

El aludido quedó rígido en su sitio. Shou nunca le había alzado la voz.

—¡Ritsu, basta! Ya no quiero oír nada más sobre Shigeo. Este es nuestro fin de semana juntos y lo estás arruinando. Ni siquiera te das cuenta que Mofletes está en la misma habitación.

—Shou...

—Tienes que superar lo que sientes por tu hermano—Ritsu quiso negarlo, pero Shou no lo permitió—. Deja de meterte en su vida. Mírame, Ritsu, yo estoy aquí—tomó la mano del pelinegro la puso en su pecho—, lo que siento por ti es real y me estás perdiendo por una loca fantasía de tu infancia.

Shou esperó por la respuesta de Ritsu, pero el pelinegro estaba tan avergonzado que no sabía qué decir, excepto por un "lo siento", que salió en un susurro. El pelirrojo se calmó, pero se mantenía sujetando la mano de su pareja, como si pudiera perderlo al soltarlo.

—Perdóname por gritarte, Ritsu.

El pelinegro negó con la cabeza.

—Entiendo que estés enojado—apretó la mano de Shou.

—Deberías, ya, de dejar de meterte en esa relación, Ritsu—continuó Shou con una voz más serena—. Entiendo que te preocupa tu hermano, pero con esa actitud sólo vas a conseguir que él se enoje contigo. Hasta podrías colmarle la paciencia a Reigen.

El otro asintió.

—No quiero seguir enojado contigo, Ritsu. Nuestro tiempo es tan corto... 

Con los ojos vidriosos, Ritsu abrazó a Shou, disculpándose una y otra vez. Estaba en lo cierto, su tiempo era muy corto y valioso como para gastarlo en una discusión sobre un tema que no tenía solución. El pelirrojo continuó.

—Está bien. Vamos a olvidarlo, pero debes compensarme—le dijo con una sonrisa ladina.

Ritsu se limpió las lágrimas y le sonrió aceptando su propuesta.

Un rato después, Shou empujaba con fuerza, embistiendo a Ritsu a medida que se acercaban al clímax.

—Shou... Ahí... Más...

—Estoy por llegar...

—Yo también...

Sus auras comenzaban a vibrar, a sincronizarse, intensificando su excitación hasta llegar al orgasmo.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora