Capítulo 39: Sólo dos enamorados ~Exorcismo~

333 36 11
                                    

Con el pasar de las horas, la tensión aumentaba. La señora Kageyama, Tome y Serizawa se habían marchado. La madre de Reigen había conseguido entrar en la estación de policía y dormitaba en una silla. Y, tal y como lo prometió, Mob permanecía también en el lugar, haciendo guardia desde una banca junto al estacionamiento y comiendo lo que había comprado en una máquina expendedora. Ritsu no quiso dejar solo a su hermano así que Shou no tuvo más remedio que quedarse también.

Acordaron tomar turnos para dormir en el asiento trasero del auto del pelirrojo aunque Mob realmente no lo hizo a pesar de llevar dos días enteros sin dormir. No podría hacerlo mientras Reigen siguiera allí dentro.

El reloj marcaba las cuatro y quince de la madrugada. Mientras Shou tomaba su turno en el auto y Ritsu buscaba donde comprar café, Mob continuaba su guardia. A esa hora hizo su aparición nuevamente Nakamura Kaito. Mob se irguió con sólo sentir la energía maligna de los espíritus al aproximarse. Incluso Shou se despertó sentándose de golpe, observándolo atentamente desde el auto.

—Buenos días, Shigeo-chan—le saludó con voz melodiosa.

—Buenos días, Nakamura-san—Mob contestó cortés y, al tiempo, seco.

Al ver que el mayor se disponía a continuar su camino, Mob se apresuró a detenerlo. Debía hablar con él y encontrar una solución. Se puso de pie, dándole alcance y cortándole el paso.

—Nakamura-san, ¿por qué hace esto? Me prometió que no le haría nada al maestro Reigen si yo me alejaba de él.

El otro rio, con esa risa escalofriante.

—Precisamente porque sé que no te has mantenido lejos de él, Shigeo-chan. Reigen es un criminal y yo sería un cómplice de su crimen si ocultara la evidencia.

Mob tragó pesado.

—Por... Por favor, sólo retire la denuncia. Se lo suplico.

Cómo odiaba tener que suplicarle a este sujeto.

—¿Y qué me darás a cambio, Shigeo-chan?

El azabache dejó de respirar. Ni siquiera quería pensar en una respuesta. Nakamura lo hizo por él.

—Sal conmigo, Shigeo-chan. Sé mi novio.

Mob sintió que iba a vomitar. Su rostro palideció a la vez que su cuerpo se paralizó. Cualquier cosa menos eso. Aún cuando estaba dispuesto a darlo todo por la libertad de Reigen. Dio un paso hacia atrás al ver a Nakamura acercándose a él. Aquel sujeto colocó una mano en el hombro de Mob y acercó su rostro al del más joven que alejó la cabeza sin moverse de su lugar. Nakamura le habló al oído.

—No debemos interferir en la justicia, Shigeo-chan.

Y se alejó, entrando en la estación. Mob tuvo que correr hacia los arbustos más cercanos a vomitar.

Nakamura no le dio mucha importancia a la reacción de Mob. Sólo buscaba hablar con su amigo, aquel oficial que le ayudara a arrestar a Reigen y que ahora le presionaba pidiéndole todas las pruebas del caso.

—Debemos llevar a ese charlatán a la estación central antes de que llegue el jefe.

—En verdad quieres deshacerte de él, oficial Jodo.

—Ese sujeto es un farsante. Por culpa de sujetos como él es que los psíquicos reales como mi tío pierden credibilidad.

Nakamura ocultó sus manos en el haori y le sonrió con malicia.

—Era de esperarse del sobrino de Jodo Kirin.

—¿Trajiste el resto de las pruebas?

Era difícil interpretar el gesto de Nakamura, entre serio y retorcido. Sinceramente, el oficial Jodo comenzaba a arrepentirse de unirse a este tipo para acabar con la carrera del autoproclamado mejor psíquico del siglo XXI, Reigen Arataka.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora