Capítulo 13: Sinceros ~Hermanos y amigos~

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El alcohol comenzaba a hacer estragos en los jóvenes, especialmente en Teruki quien no se había medido esta vez. Shou ayudó con un poco de música en su teléfono y el rubio ya flotaba sobre la mesa, bailando y cantando. Tomándolo del brazo, Mob lo jaló de vuelta al suelo, sentándolo de nuevo junto a él.

—No puedo creer que me rechazaste por Reigen y, al final, rompiste con él—Teruki le rodeó los hombros—. Pero, ¿quieres que te diga una cosa? Perdiste tu oportunidad porque ahora estoy casado con la mujer más maravillosa del mundo que me dará un hijo en otoño y ya no tengo espacio en mi corazón para ti—hundió el índice en el pecho del azabache para luego, beber hasta el fondo y atraer a él otra lata que llegó volando torpemente.

—Tal vez no deberías beber más, Teru.

—No me digas lo que debo hacer—le gruñó—. La única que me da órdenes es Kanae-chan. La mujer que elegí para compartir mi vida—su rostro se ensombreció y bebió un gran sorbo—. Hasta que ella se canse de mí y me eche a la calle como a un perro—se abrazó aún más a Mob—. Cuando eso pase, saldrás conmigo, ¿verdad?

Mob actuaba impasible, permitiéndole acercarse demasiado a su rostro. Shou se reía de la escena, también sintiendo los efectos de la bebida en su cabeza. 

—¡Vaya!—exclamó el pelirrojo—. Parece que Teruki tiene muchos esqueletos en su clóset.

Ritsu sólo observaba en silencio, algo mareado ya por el alcohol.

—No digas esas cosas, Teru—le dijo Mob—. ¿Por qué te dejaría Kanae-chan?

—¡Porque soy un idiota!—y luego bajó la voz—. Ella no me necesita.

—Teru, cálmate. No sabes lo que dices.

El aura de Teruki se elevaba suavemente. Era tan ligero que sólo Mob lo sentía, pero no era eso lo que llamó su atención. Pudo percibir una tristeza, una sensación de culpa que venía de su amigo.

—¿Teru? ¿Estás bien?

—¡Por supuesto que no! Soy un pésimo esposo y seré un padre terrible. Kanae-chan me va a dejar y tú ni siquiera te decides. ¡Deja a esa estúpida rubia! Tu no sientes nada por ella. Lo siento por Reigen... No eres fácil de olvidar... Seguramente lo hiciste pedazos... ¿Por qué eres así?... Ya no te conozco...

—No eres fácil de olvidar...

Las palabras que Shou repitió tomaron por sorpresa a los hermanos. Teruki entrecerró un poco los ojos, ya no veía bien.

—Shou...—su novio quiso intervenir, pero fue interrumpido.

—Enamoras a los demás y luego los botas... Como a viejos juguetes—el pelirrojo clavó la mirada en Mob—. Y luego te siguen como perros en celo.

—Basta, Shou—reclamó Mob, ofendido.

—Es la verdad—continuó Shou. Ritsu intentó llamar su atención tomándolo del brazo, pero él se sacudió del agarre—. ¡Déjame! Esta tarde te querías comer a tu hermano. Es obvio que tú sigues igual que antes...

—Ya no sigas más, Shou—le suplicó Ritsu—. Teruki no tiene por qué saberlo.

—¿Saber qué?—el rubio soltó a Mob para inclinarse sobre la mesa— ¿Qué te gustaba Shigeo? Eso ya lo sabía—dio un sorbo a su bebida—. Sé que intentaste besarlo.

El rostro de Ritsu se encendió, en tanto que Mob se cubrió el suyo con la mano.

—¿Por qué le dijiste eso a Teruki?—Ritsu estaba avergonzado.

—No lo sé—Mob frunció el ceño buscando la respuesta en la mesa y se encogió de hombros—. Porque es mi amigo, supongo.

Shou rió antes de intervenir de nuevo.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora