Sonaba la alarma en el teléfono de Arataka anunciando un nuevo día. El mayor la apagaba y se acercaba a Shigeo quien se arrellanaba bajo las cobijas pidiendo cinco minutos más. Arataka depositaba un beso sus labios y susurraba palabras en el oído del más joven que lo invitaban a levantarse.
Finalmente, Shigeo se levantaba para vestirse y tomar el café juntos. Algunas veces se les hacía tarde y los Suzuki debían pasar por ellos al apartamento. Corrían en grupo por una hora antes de iniciar sus respectivas rutinas.
Y así, cada mañana.
En las noches las cosas podían variar. Turnándose para preparar la cena y lavar los platos. Escogiendo alguna película o iniciar una maratón con alguna serie. Para terminar haciendo el amor y dormirse abrazados el uno al otro.
Y así, cada día. Pero eran perfectos. Estar juntos y amarse libremente y sin miedos.
El tiempo corría dejando tras de sí hermosos recuerdos en una relación que cada día crecía y se fortalecía más. Transcurrieron cerca de dos años desde que Shigeo pasara a formar parte de la familia Reigen o, dicho de forma más simple, desde que se casara con Arataka.
Era domingo. Arataka vestía de manera informal, de pie frente al espejo, repasaba un poco su apariencia antes de salir. Hizo un gesto de molestia al ver aquellas hebras blancas asomándose entre su cabello. Suspiró. Ya pisaba los cuarenta, era inevitable. Shigeo se acercó, abrazándolo por detrás. Lo observó a través del reflejo del espejo, aún rebozante de juventud. No pudo evitar sentir algo de envidia. Ojalá fuera algún tipo de espíritu que se alimenta de la juventud de su víctima.
—¿Ocurre algo, Arataka?
El mayor se rio de sus pensamientos absurdos.
—No es nada importante, Shige—respondió negando con la cabeza—. Estoy listo, es hora de irnos.
Salieron juntos y bajaron hasta el aparcamiento a buscar el auto, un viejo modelo de segunda mano que aún estaban pagando.
—Yo conduciré—dijo el azabache quitándole las llaves con sus poderes.
—Ok, como quieras—refunfuñó mientras abordaba por el lado del copiloto.
Luego de conducir por un rato y tras una discusión porque Arataka no paraba de darle recomendaciones sobre cómo manejar, finalmente llegaron a su destino. Habían hablado mucho sobre ello: Era hora de incluir un miembro más a la familia Reigen.
Caminaban por un pasillo, entre maullidos y ladridos, observando a los pequeños animales en jaulas que hacían un esfuerzo por llamar su atención. Los ojos de Shigeo brillaban al observarlos y Arataka temía que quisiera adoptarlos a todos. Una chica muy joven era la encargada de guiarlos.
—Creo que este chico será de su agrado—dijo deteniéndose frente a una jaula.
Los hombres se acercaron y observaron al pequeño cachorro de color beige y blanco que les miraba con emoción robándoles el corazón inmediatamente.
—Sí, nos llevamos éste—dijeron al tiempo.
—Será un lindo compañero para una pareja como ustedes—observó los anillos a juego en las manos de los dos hombres que se ruborizaron un poco. La chica rio feliz por el cachorro y les pidió que la acompañaran a llenar unos documentos para oficializar la adopción.
Shigeo observaba al pequeño en sus brazos que le devolvía la mirada con curiosidad. El cachorro comenzó a menear la cola buscó el rostro del joven para lamerlo.
—… Deberás sacarlo a pasear en las mañanas y en las noches. No le sirvas demasiada comida, debes enseñarle a tener horarios de alimentación. Y debes educarlo para que no haga sus necesidades dentro de la casa…
El joven sólo asentía a todas las recomendaciones que le hacía Arataka sin prestarle mucha atención. Muy seguramente las había leído en internet la noche anterior.
—Shige.
—…
—Shige, dame las llaves. Supongo que querrás que yo conduzca de regreso.
—Ah… Sí…
Pero Arataka no esperó y metió la mano en el bolsillo del pantalón ajeno, tanteando todo a su paso antes de tomar las llaves. Shigeo sólo le lanzó una mirada de reproche.
—Podemos terminar más tarde, si quieres—le susurró en el oído a Shigeo y aprovechó para acariciar al cachorro que aprovechó para lamerle la mano.
—¿Qué nombre le pondremos?—preguntó el esper una vez en el auto.
—No lo sé. ¿Pochita?
—Así se llama el perro del vecino de al lado. Eso causará confusiones.
El mayor dejó salir una risa.
—Tienes razón. ¿Qué tal Hoyuelo II? Sería el reemplazo de Hoyuelo ya que desapareció.
—No—contestó tajante.
El cachorro se durmió en los brazos de Shigeo, mientras Arataka continuaba con la lista de nombres.
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Saludos.
Gracias por llegar hasta aquí, por la paciencia ante mis largas ausencias y por el apoyo a mi trabajo.
Debo admitir que no fue tan fácil escribir esta parte como lo fue la primera. Sin embargo, me divertí mucho escribiéndola y compartiéndola con ustedes.
Así mismo espero que ustedes también la disfrutaran.
No creo que sea mi último trabajo, tengo una historia corta ReiMob que aún no he terminado y, posiblemente, volvamos a encontrarnos en poco tiempo.
No siendo más, me despido, no sin antes compartir el video que dió inicio a mi amor por este ship.
Nos leemos luego.
LadyMoon.
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El hilo rojo del destino
FanficSegunda parte de "El significado de un beso". Cuatro años después de comenzar su relación, las cosas entre Reigen y Mob han cambiado mucho. Sin embargo, a donde sea que los lleve la vida, siempre acabarán encontrándose el uno con el otro, como si un...