Capítulo 2

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Mientras este intercambio de agudezas tenía lugar entre los otros dos, Ralph Touchett se alejó un poco, con aquellos andares suyos desgarbados, las manos en los bolsillos y el pequeño terrier juguetón pegado a los tobillos. Con el rostro vuelto hacia la casa y la pensativa mirada fija en el césped, el joven era objeto de la atención de una persona que acababa de aparecer en la amplia entrada momentos antes de que aquel se percatara de su presencia. Lo que atrajo su atención hacia ella fue la conducta del perro, que había salido disparado de repente entre toda una pequeña salva de agudos ladridos, en los que, sin embargo, se apreciaba más una nota de bienvenida que un tono amenazante. La persona en cuestión era una joven dama, que pareció interpretar de inmediato el recibimiento del pequeño animal. El perro avanzó hacia ella con gran rapidez y se detuvo a sus pies, mirándola y ladrando con fuerza; ante lo cual, sin titubeos, ella se agachó, alargó las manos para cogerlo y lo levantó hasta que sus rostros estaban a la misma altura sin que el animal cejase en su rápido parloteo. El amo había tenido ya tiempo de ir tras él y ver que la nueva amiga de Bunchie era una muchacha alta con vestido negro, que a primera vista parecía bonita. Llevaba la cabeza descubierta, como si residiese en la casa, hecho que llenó de perplejidad al hijo del dueño, consciente como era de la ausencia de visitantes que la mala salud del anciano había hecho necesario desde hacía algún tiempo. Entretanto, los otros dos caballeros anuncio advertido también la presencia de la recién llegada. ella se agachó, alargó las manos para cogerlo y lo levantó hasta que sus rostros estaban a la misma altura sin que el animal cejase en su rápido parloteo. El amo había tenido ya tiempo de ir tras él y ver que la nueva amiga de Bunchie era una muchacha alta con vestido negro, que a primera vista parecía bonita. Llevaba la cabeza descubierta, como si residiese en la casa, hecho que llenó de perplejidad al hijo del dueño, consciente como era de la ausencia de visitantes que la mala salud del anciano había hecho necesario desde hacía algún tiempo. Entretanto, los otros dos caballeros anuncio advertido también la presencia de la recién llegada. ella se agachó, alargó las manos para cogerlo y lo levantó hasta que sus rostros estaban a la misma altura sin que el animal cejase en su rápido parloteo. El amo había tenido ya tiempo de ir tras él y ver que la nueva amiga de Bunchie era una muchacha alta con vestido negro, que a primera vista parecía bonita. Llevaba la cabeza descubierta, como si residiese en la casa, hecho que llenó de perplejidad al hijo del dueño, consciente como era de la ausencia de visitantes que la mala salud del anciano había hecho necesario desde hacía algún tiempo. Entretanto, los otros dos caballeros anuncio advertido también la presencia de la recién llegada. El amo había tenido ya tiempo de ir tras él y ver que la nueva amiga de Bunchie era una muchacha alta con vestido negro, que a primera vista parecía bonita. Llevaba la cabeza descubierta, como si residiese en la casa, hecho que llenó de perplejidad al hijo del dueño, consciente como era de la ausencia de visitantes que la mala salud del anciano había hecho necesario desde hacía algún tiempo. Entretanto, los otros dos caballeros anuncio advertido también la presencia de la recién llegada. El amo había tenido ya tiempo de ir tras él y ver que la nueva amiga de Bunchie era una muchacha alta con vestido negro, que a primera vista parecía bonita. Llevaba la cabeza descubierta, como si residiese en la casa, hecho que llenó de perplejidad al hijo del dueño, consciente como era de la ausencia de visitantes que la mala salud del anciano había hecho necesario desde hacía algún tiempo. Entretanto, los otros dos caballeros anuncio advertido también la presencia de la recién llegada.

—Dios nos asista, ¿quién es esa desconocida? —Había preguntado el señor Touchett.

—Tal vez sea la sobrina de la señora Touchett, la joven independiente —aventuró lord Warburton—. Creo que debe de ser ella, por la forma en que sostiene al perro.

El collie, por su parte, también había permitido que su atención se desviase, y salió al trote en dirección a la joven de la entrada, meneando lentamente la cola al acercarse.

El retrato de una dama - Henry JamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora