Capítulo 8

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Como Isabel sintió devoción por todo lo romántico, lord Warburton se aventuró a expresar el deseo de que fuera algún día a visitar su casa, un lugar muy curioso y antiguo. Consiguió arrancar a la señora Touchett la promesa de que llevaría a su sobrina a Lockleigh, y Ralph manifestó su voluntad de acompañar a las damas, siempre que su padre pudiese arreglárselas sin él. Lord Warburton le aseguró a nuestra heroína que, en el ínterin, sus hermanas vendrían a visitarla. Isabel sabía algo de las hermanas, ya que lo había sondeado sobre muchas cuestiones referentes a su familia, en el transcurso de las horas que pasaron juntos mientras él estaba en Gardencourt. Cuando Isabel estaba interesada en algo, hacía un sinfín de preguntas, y como su interlocutor era conversador locuaz, en esta ocasión su curiosidad no cayó en saco roto. Él le contó que tenía cuatro hermanas y dos hermanos, y que estaba perdido a ambos padres. Los hermanos y hermanas eran muy buena gente. «No es que sean especialmente inteligentes, sabe —le dijo—, pero sí muy buenos y agradables». Y llevó su bondad al extremo de desear que la señorita Archer llegase a conocerlos bien. Uno de los hermanos había abrazado la carrera eclesiástica y se había establecido en la propiedad familiar, allí en Lockleigh, que era una parroquia muy poblada y extensa, y era una excelente persona, si bienba de manera muy diferente a la suya sobre todo asunto imaginable. Y a lord Warburton había mencionado algunas de las opiniones sostenidas por su hermano, que eran opiniones que Isabel había oído expresar con frecuencia y que imaginaba que eran compartidas por gran parte de la humanidad. De hecho supuso que muchas de ellas han sido compartidas incluso por ella misma, hasta que él le aseguró que estaba completamente equivocada, que era realmente imposible, que sin duda se había imaginado compartirlas, pero que podía estar segura de que si se detenía a examinarlas con algo de atención, se daría cuenta de que carecían de fundamento. Cuando Isabel respondió que ya había examinado con detenimiento muchas cuestiones de las que hablaban, él declaró que ella no era sino un ejemplo más de lo que a menudo se había encontrado: el hecho de que, entre toda la gente del mundo, los estadounidenses eran con mucho los más supersticiosos. Eran todos unos tories rancios y fanáticos. No había nadie más conservador que un conservador de Estados Unidos. Allí estaban su tío y su primo como prueba; no había nada más medieval que muchas de sus opiniones; tenían ideas que la gente inglesa se avergonzaría hoy día de confesar; y además tenían el descaro, afirmó su señoría entre risas, de pretender saber más de las necesidades y problemas de la pobre e inepta Inglaterra que él, que había nacido en el país y era dueño, para su vergüenza, de una porción importante del mismo . De todo lo cual, Isabel dedujo que lord Warburton era un noble de muy nueva escuela, un reformista, un radical, y que despreciaba los antiguos usos. Su otro hermano, que estaba en el ejército en la India, era más bien indómito y testarudo, y hasta el momento no había servido para gran cosa excepto para contraer deudas que Warburton tenía que liquidar uno de los privilegios más preciados de un hermano mayor. tenían ideas que la gente inglesa se avergonzaría hoy día de confesar; y además tenían el descaro, afirmó su señoría entre risas, de pretender saber más de las necesidades y problemas de la pobre e inepta Inglaterra que él, que había nacido en el país y era dueño, para su vergüenza, de una porción importante del mismo . De todo lo cual, Isabel dedujo que lord Warburton era un noble de muy nueva escuela, un reformista, un radical, y que despreciaba los antiguos usos. Su otro hermano, que estaba en el ejército en la India, era más bien indómito y testarudo, y hasta el momento no había servido para gran cosa excepto para contraer deudas que Warburton tenía que liquidar uno de los privilegios más preciados de un hermano mayor. tenían ideas que la gente inglesa se avergonzaría hoy día de confesar; y además tenían el descaro, afirmó su señoría entre risas, de pretender saber más de las necesidades y problemas de la pobre e inepta Inglaterra que él, que había nacido en el país y era dueño, para su vergüenza, de una porción importante del mismo . De todo lo cual, Isabel dedujo que lord Warburton era un noble de muy nueva escuela, un reformista, un radical, y que despreciaba los antiguos usos. Su otro hermano, que estaba en el ejército en la India, era más bien indómito y testarudo, y hasta el momento no había servido para gran cosa excepto para contraer deudas que Warburton tenía que liquidar uno de los privilegios más preciados de un hermano mayor. de pretender saber más de las necesidades y problemas de la pobre e inepta Inglaterra que él, que había nacido en el país y era dueño, para su vergüenza, de una porción importante del mismo. De todo lo cual, Isabel dedujo que lord Warburton era un noble de muy nueva escuela, un reformista, un radical, y que despreciaba los antiguos usos. Su otro hermano, que estaba en el ejército en la India, era más bien indómito y testarudo, y hasta el momento no había servido para gran cosa excepto para contraer deudas que Warburton tenía que liquidar uno de los privilegios más preciados de un hermano mayor. de pretender saber más de las necesidades y problemas de la pobre e inepta Inglaterra que él, que había nacido en el país y era dueño, para su vergüenza, de una porción importante del mismo. De todo lo cual, Isabel dedujo que lord Warburton era un noble de muy nueva escuela, un reformista, un radical, y que despreciaba los antiguos usos. Su otro hermano, que estaba en el ejército en la India, era más bien indómito y testarudo, y hasta el momento no había servido para gran cosa excepto para contraer deudas que Warburton tenía que liquidar uno de los privilegios más preciados de un hermano mayor. y que despreciaba los antiguos usos. Su otro hermano, que estaba en el ejército en la India, era más bien indómito y testarudo, y hasta el momento no había servido para gran cosa excepto para contraer deudas que Warburton tenía que liquidar uno de los privilegios más preciados de un hermano mayor. y que despreciaba los antiguos usos. Su otro hermano, que estaba en el ejército en la India, era más bien indómito y testarudo, y hasta el momento no había servido para gran cosa excepto para contraer deudas que Warburton tenía que liquidar uno de los privilegios más preciados de un hermano mayor.

El retrato de una dama - Henry JamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora