Gilbert Osmond volvió a visitar a Isabel; esto es, fue al palazzo Crescentini. Tenía también otras amistades en aquel lugar, y siempre mostraba un comportamiento irreprochable con la señora Touchett y madame Merle, pero la primera de estas damas reparó en el hecho de que, en tan solo dos semanas, había ido de visita en cinco ocasiones, y comparó aquello con otro hecho que no tuvo dificultad en recordar. Hasta entonces, dos visitas al año han sido el tributo habitual que Osmond rendía a la señora Touchett, quien había advertido que nunca elegía para tales visitas aquellos momentos, repetidos casi con periodicidad, en los que madame Merle se vieron bajo su techo. No era madame Merle la razón de sus visitas; aquellos dos eran viejos amigos y él jamás haría ningún esfuerzo especial por verla. A Ralph no le tenía simpatía, el propio interesado se lo había comentado, y no resultaba muy creíble que el señor Osmond sintiese un repentino interés por su hijo. Ralph era imperturbable; mantenía una especie de urbanidad holgada con la que se cubría como si de un gabán mal ajustado se tratase, pero de la que nunca se despojaba. El joven consideraba a Osmond muy buena compañía y en todo momento estaba dispuesto a brindarle su hospitalidad. Pero no se hacía ilusiones pensando que las visitas de Osmond se debieran al deseo de reparar injusticias pasadas; veía la situación con total claridad: Isabel era la atracción, y, con toda justicia, motivo más que suficiente. Osmond era un crítico, un estudioso de lo exquisito, y era natural que sintiese curiosidad ante una aparición tan poco común. Por eso, cuando su madre le comentó que las intenciones del señor Osmond se veían a las claras, la respuesta de Ralph fue que él compartía por completo su opinión. Desde hacía ya mucho tiempo, la señora Touchett había encontrado un hueco para el señor Osmond en su reducida lista de amistades, aunque se preguntase vagamente por medio de qué artes y maniobras (tan negativas como ingeniosas) él se las habría arreglado para imponer tan eficazmente su presencia en todas las partes. Como jamás había sido un visitante inoportuno, no había dado ocasión de resultar ofensivo, y lo que lo hacía atractivo a ojos de la señora Touchett era la sensación que daba Osmond de poder prescindir de ella en igual medida que ella podía prescindir de él, virtud esta que, por muy raro que parezca, era para la señora Touchett base suficiente para establecer una relación entre ambos. No obstante, no le produjo ninguna satisfacción pensar que se le había metido en la cabeza casarse con su sobrina. Una unión así, por parte de Isabel, resultaría de una perversidad un tanto morbosa. A la señora Touchett no se le olvidaba fácilmente que la joven había rechazado a un noble inglés, y que una muchacha con la que ni siquiera lord Warburton había triunfado se contentase con un oscuro diletante estadounidense, un viudo de mediana edad, padre de una misteriosa niña y con dudosos recursos, no respondía en absoluto a la idea que la señora Touchett tenía del éxito. Como podemos observar, la visión que dicha dama tenía del matrimonio era política, no sentimental, un punto de vista que siempre ha tenido mucho a su favor para resultar recomendable. no le produjo ninguna satisfacción pensar que se le había metido en la cabeza casarse con su sobrina. Una unión así, por parte de Isabel, resultaría de una perversidad un tanto morbosa. A la señora Touchett no se le olvidaba fácilmente que la joven había rechazado a un noble inglés, y que una muchacha con la que ni siquiera lord Warburton había triunfado se contentase con un oscuro diletante estadounidense, un viudo de mediana edad, padre de una misteriosa niña y con dudosos recursos, no respondía en absoluto a la idea que la señora Touchett tenía del éxito. Como podemos observar, la visión que dicha dama tenía del matrimonio era política, no sentimental, un punto de vista que siempre ha tenido mucho a su favor para resultar recomendable. no le produjo ninguna satisfacción pensar que se le había metido en la cabeza casarse con su sobrina. Una unión así, por parte de Isabel, resultaría de una perversidad un tanto morbosa. A la señora Touchett no se le olvidaba fácilmente que la joven había rechazado a un noble inglés, y que una muchacha con la que ni siquiera lord Warburton había triunfado se contentase con un oscuro diletante estadounidense, un viudo de mediana edad, padre de una misteriosa niña y con dudosos recursos, no respondía en absoluto a la idea que la señora Touchett tenía del éxito. Como podemos observar, la visión que dicha dama tenía del matrimonio era política, no sentimental, un punto de vista que siempre ha tenido mucho a su favor para resultar recomendable. A la señora Touchett no se le olvidaba fácilmente que la joven había rechazado a un noble inglés, y que una muchacha con la que ni siquiera lord Warburton había triunfado se contentase con un oscuro diletante estadounidense, un viudo de mediana edad, padre de una misteriosa niña y con dudosos recursos, no respondía en absoluto a la idea que la señora Touchett tenía del éxito. Como podemos observar, la visión que dicha dama tenía del matrimonio era política, no sentimental, un punto de vista que siempre ha tenido mucho a su favor para resultar recomendable. A la señora Touchett no se le olvidaba fácilmente que la joven había rechazado a un noble inglés, y que una muchacha con la que ni siquiera lord Warburton había triunfado se contentase con un oscuro diletante estadounidense, un viudo de mediana edad, padre de una misteriosa niña y con dudosos recursos, no respondía en absoluto a la idea que la señora Touchett tenía del éxito. Como podemos observar, la visión que dicha dama tenía del matrimonio era política, no sentimental, un punto de vista que siempre ha tenido mucho a su favor para resultar recomendable. no respondía en absoluto a la idea que la señora Touchett tenía del éxito. 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El retrato de una dama - Henry James
SaggisticaConsiderada una de las mejores novelas de Henry James, "El retrato de una dama" -una "historia sencilla"- gira en torno a la joven y atractiva Isabel Archer, quien se ve obligada a trasladarse a Inglaterra desde su Estados Unidos natal. Una vez allí...