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Después de salir del juicio de Nicolas, confundido a la mansión para poder festejar el cumpleaños de Cristobal.
Estaban todos bailando y tratando de distraer a Cris, que estaba un poco afectado por todo lo qu estaba pasando.
– Cris. – Lo llamo Amelia a Cristobal.
– Lia, ¿Qué pasa?
– Te tengo un regalito. – dijo y Cristobal sonrió. – Ya se que te puedo dejar el regalo allá, pero yo quiero ver tu reacción cuando lo abras.
– Bueno, podemos hacer una excepción, ¿No?
– Qué idea maravillosa. – le dijo Amelia sacándole una sonrisa a Cristóbal. Desde lejos Nico y Cielo miraban cómo interactuaban los chicos. – Bueno la verdad no me podía decidir por cual comprarte, así que te compre los dos.
– ¿Dos? Sos una genia. – dijo Cristobal mientras abría los regalos. Cuando abrió el primero se emocionó. – ¡Walkie talkies! Me encantan.
– Que bueno que te gusten, chiquito, no sabía si te iban a gustar o no.
– ¡Yo le había pedido unos a mí papá! – dijo y empezó a abrir el otro regalo. Cuando lo abrió, sonrió otra vez. – ¡Me encanta!
El segundo regalo era un juego de mesa de arqueólogos. Nico le había dicho a Amelia que le encantaban ese tipo de juegos, y más si eran de pistas, secretos, misterios. Entonces Amelia se encargó de ir de juguetería en juguetería para encontrar ese regalo.
– ¡Ahhh que bueno! – dijo ella feliz de que sus regalos le gusten.
Cristobal abrazo a Amelia y le dio un beso en el cachete. – Gracias, Lía. Le voy a mostrar los regalos a papá.
– Dale bonito, anda.
La música empezó a sonar y Cielo la invitó a bailar. Estuvieron bailando Tan Alegre El Corazón. Cuando la música se detuvo Alex gritó. – ¡Me acordé!
– ¿De que, Alex?
Miró a Amelia, Cielo y a Luz y habló. – Cielo, Amelia y Luz son hermanas.
– ¿Que somos, que?
– ¿Cómo?
– ¿Qué?
Esa fueron las tres preguntas que tuvieron Luz, Cielo y Amelia. Las tres estaban tratando de procesar lo que acababa de decir Alex. Sin darse cuenta de que las manos de las tres estaban unidas
Justina y Bartolomé se miraron con miedo y después se empezaron a reír. – ¿Qué? Ah, ah, bue, bue, ¿Qué estás diciendo?
– ¡Es una locura!
– No, no, para, para. – dijo Nico frenando a Malvina. – ¿Qué fue lo que dijiste?
– Para, como, que, que. – dijo Cielo tocándose la cabeza.