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Amelia iba corriendo hacia la casa de su… Dylan, mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos. Se había tomado un colectivo para llegar a la casa del morocho, hace unos días que no sabía nada de él y tampoco le contestaba las llamadas, y últimamente a la única persona que quería ver era al morocho, pero Dylan no estaba.
Cuando llegó a la casa de Dylan, tocó el timbre y como era de esperarse le abrió Lucrecia.
–Señorita Amelia. –le dijo educadamente y se hizo a un lado con un poco de pena. Empezó a detallar a Amelia y se dio cuenta de las lágrimas secas en sus ojos, las ojeras que tenía y como estaba vestida, que no era muy común verla así, tan apagada. Tenía unas calzas negras, con un buzo largo negro. Tenía el pelo despeinado y no llevaba ningún accesorio, solo su collar que siempre llevaba, con su nombre Amelia.
–Lu. –la saludo Amelia con un intento de sonrisa. –¿Está Dylan? –pregunto cuando ya estaba adentro de la casa.
–El niño Dylan no está presente, pero…
–Amelia. –le dijo Mara apareciendo con una sonrisa alegre, como era de esperarse. –¿Lucrecia nos dejas solas, por favor?
–Por supuesto. Con permiso. –respondió Lucrecia agachando la cabeza.
–Tengo que darte algo. –empezó a tirar de la mano de Amelia hasta que llegaron al living. –¿Me esperas acá? Tengo que buscar algo. –le dijo y Amelia asintió. Mara salió corriendo hacia las escaleras, y en un momento apareció con un sobre. –Dylan me dijo que te de esto cuando vengas, él sabía que vos ibas a venir.
Amelia agarró confundida el sobre y lo abrió despacio. –Yo antes de que lo leas, quiero que sepas que yo te quiero y te ganaste mí cariño, conta conmigo para lo que quieras, Ame, ¿Si? Porque me tenés a mí de amiga. –le dijo Mara dulcemente, mientras la abrazaba y se levantaba. –Yo me voy para que tengas privacidad. Te quiero, Ame.
–Yo también, Mara. –le respondió Amelia, ignorando el nudo en la garganta, todo últimamente le recordaba a ella, y más si la frase era “Conta conmigo para lo que quieras, me tenés siempre”. Mara le sonrió y se fue para darle privacidad al leer la carta.
Amelia abrió el sobre por completo y de ahí salió una carta, le pareció lo más lógico que de un sobre saliera una carta.
La abrió y empezó a leer.
Lili, bebe:
Seguro cuando leas esto yo ya voy a estar lejos, y si estás leyendo esto es porque me estás buscando. No me busques, ¿Si?
Bueno, seguro estás con una mueca confundida y te lo voy a explicar.
Quiero que sepas que primero que todo te amo, que sos un tesoro para mí y que sos lo mejor que me pasó, pero yo no pude apreciar eso.