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Se sentaron en el patio interno

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Se sentaron en el patio interno. Jaz y tacho juntos. Lleca y Lia estaban sentados en la mesa, y los hermanos estaban abrazados.

Cada uno estaba recordando todo lo que vivieron con Bartolomé y Justina. Todo el dolor, todo el sufrimiento que habían vivido. De cómo siendo tan chicos habían vivido tanto.

–Piensen que esto ya se terminó, que a partir de hoy vamos a poder comenzar de cero. –dijo Lía con optimismo sacándole sonrisas a los chicos, quienes asentían.

–Pero el dolor está, Lía y eso no se puede borrar de un día para el otro. –dijo Rama.

–Miralo de esta manera: vamos a poder sanar, Ramita, y nos tenemos a nosotros. –le sonrió y entró Mar al patio. –Mar, ¿Te enteraste?

–25 años. –dijo Lleca sin poder creerlo.

–Si, me enteré por ahí. –Mar se fue a sentar al lado de Lía, decaída. La rubia la miró fijamente y se dio cuenta de que estaba mal, la morocha venía de hablar con Thiago, quien le había confesado algo que le había dejado el corazón roto.

–¿Estás bien, morocha? –le pregunto en un susurró. Mar asintió sonriendo, saliendo más como una mueca que como una sonrisa.

–Se terminó chicos, nunca más. –Rama hablo y Nico y Cielo, que venían entrando asintieron.

–Asi es, chicos, nunca más. –de a poco cada uno se fue acercando a sus tutores y los abrazaron, un abrazo en donde todos transmitían la misma vibra y el mismo sentimiento.

[...]

En una ronda, Nico hablaba mientras que los chicos escuchaban y asentían.

–Miren, solamente la gente especial como ustedes puede soportar lo que soportaron, son muy valientes. –sonrió orgulloso. –Mira lo que sos Lía, una mujer. –la nombrada sonrió. –Mar, Jaz ustedes también, otras dos mujeres hermosas. Y estos dos machotes. –miro a Tacho y a Rama. –dos hombres, siempre poniendo el pecho. –miró a Lleca y a Monito. –A ustedes les falta un poquito más pero ya van a llegar. –bromeó y los chicos sonrieron. –Estoy muy orgulloso y feliz. –le acarició el pelo a Lleca.

–Yo también estoy feliz. –dijo Cielo con la cara toda roja por el llanto. –Y también un poco triste, por no haberme dado cuenta antes de en donde estaban. –los chicos negaron, ella no tenía una bola de cristal como para saberlo.

–Si, es verdad, es verdad, hay noches que con Cielo no podemos dormir, pero ya está, ya se terminó, ya pasó, ya pasó todo lo malo que pasaba en esta casa.

–Y es de ustedes. Hoy cambiaron sus vidas. –Cielo miro a los chicos y todos estaban llorando en silencio, o tenían lágrimas en los ojos.

–Y quiero que recuerden algo, la memoria sirve. Recuerden esas palabras, y otra más que hace un rato dijo Rama, nunca más. Nunca más. Ustedes merecen ser felices 

𝗡𝗘𝗪 𝗛𝗜𝗦𝗧𝗢𝗥𝗬, 𝖼𝖺𝗌𝗂 𝖺𝗇𝗀𝖾𝗅𝖾𝗌 ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora