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En el auto íbamos escuchando música mientras que hablábamos de cosas tribales. Estaba emocionada, nunca había ido a una cita y que la primera sea con Dylan me pone muy feliz.
Entramos a una zona que estaba llena de casas grandes y de plata, era obvio que Dylan iba a vivir en un barrio así. No era feo, es más era muy bonito el barrio pero sabiendo a qué se dedican su papá no era muy difícil que el quería lo mejor.
Estacionó enfrente a una casa blanca con detalles con piedras, realmente era muy linda y sofisticada la casa. Me bajé del auto y él me agarró de la mano para guiarme hacía el interior de la casa.
La casa por dentro era aún más linda que por fuera. Tenían gustos muy finos y delicados, las paredes negras y blancas con el piso de mármol.
-Bienvenida a mí humilde morada. -dijo viendo mi sorpresa hacia su casa.
-Si esto es humilde no me quiero imaginar lo que es algo llamativo o elegante. -dije mirando impresionada la casa.
-La cita no es acá adentro, es el patio. -Dijo guiándome por su casa. Llegamos a la cocina y me encantó, era negra con una isla inmensa que te daban ganas de comer. El paso de largo llevándome con él ignorado mis ganas de quedarme en la cocina y me llevó al patio y me sorprendí más de lo que ya estaba.
Había una mesa decorada con unos pétalos de flores, había una vela en el centro de la mesa y estaba todo preparado para que nos sentáramos a comer. Había dos sillas y había velas alrededor de la pileta que tenían, esto era muy cursi y cliché, pero no me disgustaba.
-Me parece precioso todo. -le dije acercándome a la mesa. -¿Lo hiciste todo vos?
-Eh, bueno, no todo, recibí un poco de ayuda de Lucrecia. -dijo rascándose la nuca.
-¿Lucrecia?
-Es la empleada de mí casa, le tengo mucho cariño y ella me ayudó en casi todo. -dijo sonriendo mientras se acercaba a la silla para que me pueda sentar.
-Que caballero, eh. -dije sacándole una sonrisa. Yo nunca había tenido tales actos de cariño y el cariño que había recibido era de mis papás, por eso no sabía que decir o qué hacer. Esto era nuevo para mí y no sería raro si me sintiera un poco confundida.
-Me acuerdo que una vez me dijiste que te gustaban los canelones. -dijo cuando una mujer se acercó con dos platos. -Bueno y también Jaz y Mar me ayudaron un poco con tus gustos.
-¿A sí? ¿Ellas sabían de esto? -pregunte curiosa.
-En realidad no del todo, los únicos que sabían son Thiago y Nacho.