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Amelia
–Estamos aquí reunidos para que la señorita Cielo Mágico y el señor Nicolas Bauer… –empezó a leer Cristóbal, pero fue interrumpido por Mateo.
–Los dos grosos.
–Se comprometan ante nosotros –siguió leyendo. – a respetarse, cuidarse, amarse y casarse con nobleza.
–Señor Bauer, sus votos. –habló Monito haciendo la voz muy gruesa.
–Cielo…. No puedo creerlo todavía. Yo podría hablar sobre todas las búsquedas que tuve toda mí vida, sobre los grandes descubrimientos, pero es difícil hablar sobre esto, es difícil hablar sobre el amor, pero voy a intentarlo. Yo no te busqué pero te encontré. Vos sos mí gran descubrimiento. Vos sos mí gran tesoro. –Cielo empezó a llorar y empezó a llover. –Yo quiero que seas mí mujer y te amo porque sos mí ángel.
Se iban a besar nuevamente pero Aleli los cortó. –No, no, no todavía no. Señorita Cielo, sus votos.
–Bueno…. Yo solo sé que tuve miedo por tanto amor, tanto vértigo. Pero desde el día que vi tus ojitos y cuando descubrí tu alma, sentí ganas de tirarme al vacío porque siempre supe que tus manos me iban a sostener, me iban a acariciar siempre y nunca me iban a dejar caer.
–Nunca… –susurró Nico con lágrimas en los ojos.
A este punto ya todos teníamos lágrimas en los ojos o un nudo en la garganta por tanto amor y tanta ternura.
–Por eso gracias mí amor. Gracias por quererme. Gracias por dejarme quererte. –Nico otra vez si iba a acercar a besar a Cielo pero Aleli nuevamente los cortó.
–Paren, paren. –nico protestó en silencio haciendo sonreir a Cielo. –Los anillos.
Les pasaron los anillos y ahí sí se acercaron para ponerlos, Nico se acercó a la rubia y dijo. –Con este anillo vamos a ser ángeles en mí tierra. –le puso el anillo y beso dulcemente la mano de Cielo.
Luz le pasó el anillo a Cielo y ella lo agarró con delicadeza. –Y con este anillo sello todo mi amor incondicional para vos. Te amo. –le puso el anillo.
–Yo también te amo. –susurró a Cielo.
–¿Qué esperan para besarse? –preguntó monito mirando a ambos adultos.
Ellos rieron y se acercaron para besarse, mientras nosotros aplaudimos.
–¡Woo! –alentamos con los chicos con unas sonrisas.
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–Che, que grande Nico. Vamos a ver cuándo te pones la diez con la gitana, macho. –le dijo Mar a Tacho.
–Me parece que vas a tener que empezar a moverte más rápido o otro va a meter el gol. –dije yo agarrando el CD que me pasaba Mar.
–Primero tiene que parecer. –nos dijo Tacho, y por arte de magia la gitana salió del salón de baile. –¿De dónde venís? ¿Qué estabas haciendo?
